Hay una palabra que describe esta mañana a la perfección. Desastre. Desastre porque me he acostado con la misma ropa con la que salí, la cual está llena de tierra y apesta a bebidas alcohólicas. Que raro. Y también desastre porque me estoy acordando de cómo acabó la noche. Yo gritándole a Aron. Echándole en cara que envenenaron a Ana.
Entro al baño y me miro en el espejo. Grave problema porque doy asco. Tengo todo el rímel corrido y el pintalabios repartido por los mofletes. Por no hablar de mi pelo, que al deshacerme el moño es imposible peinarlo de lo enredado que está.
Me desvisto, dejando la ropa encima de la cama. Me meto en la ducha mientras me pongo a pensar cuales son las asignaturas a las que tengo que asistir hoy.
La mampara está llena de vaho a causa del buen rato que me he tirado en el baño. Salgo de la ducha intentando no tropezar ya que desgraciadamente hay agua por todos lados. Tendré que ir a por la fregona después de vestirme, pero hay un problemita. No encuentro la toalla, genial, la vida me sonríe. Me asomo a la habitación debido a que seguro que la he dejado tirada en la cama.
—¡¿Qué cojones haces en mi cuarto?! — chillo mientras cubro mi cuerpo con las manos al mismo tiempo que vuelvo a esconderme en el baño.
Aron estaba sentado en mi cama. ¡En mi cama!
—Tu habitación da asco.
Primero, qué derecho tiene el de estar en mi cuarto. Y segundo, yo soy muy ordenada, pero muy.
—¿Pero qué haces aquí?
—Nadie respondía a la puerta. Y te tengo que llevar a la universidad.
—¿Y cómo has entrado?
Hace un movimiento con la cabeza, señalando a la ventana, que estaba abierta de par en par.
Mierda.
—Ten cuidado. Puede entrar cualquiera.
Tú eres cualquiera, me gustaría decirle.
—Bueno, ¡vale! Ahora pásame la toalla.
Miro la toalla que está a su lado, sin embargo, él decide ignorarla y no aparta su vista de mi.
—No.
—¿No?
—No.
—Por favor.
—Cógela tú —sonríe. Esa puta sonrisa.
—Vamos, Aron, no me apetecen tus juegos ahora.
—Pues fijate, a mi no me apetece mucho moverme, así que los dos tenemos un problema.
—¿Enserio?
—Muy en serio.
A veces me cuesta creer que estoy hablando con un hombre de veinte años y no con un niño de diez. ¿Quién en su sano juicio tiene complejo de niño chico? Aron, está claro.
Miro la toalla de los pies y creo que me voy a morir del asco. La cojo para taparme lo que puedo de cuerpo y camino, lento, pero camino. Y cuando paso por su lado para coger la toalla, se levanta y la agarra.
—Aron, no me jodas.
Su sonrisa no desaparece. Como me gustaría quitarsela de un puñetazo. Aron es un hombre muy alto, casi uno noventa diría yo, por lo que es inutil intentar quitarle la toalla. Me quedo algo hipnotizada en sus ojos. Unos ojos marrones, el color marrón más claro que había visto nunca. Luego me quedo concentrada en su ojo izquierdo mitad marrón mitad grisáceo. Fascinante. Aron se da cuenta y me ofrece mi toalla, evitando el contacto visual. ¿Le causará inseguridad? Aunque me cueste admitirlo, es lo más bonito que tiene ese chico. A paso rápido se acerca a la puerta, y de espaldas, habla.
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Pretty Lies
RomanceEn un mundo donde una pequeña guerra divisó a los seres humano de lo sobrenatural se encuentra Cleo, una mujer que siente que su corazón pertenece a otro lugar. Una serie de hechos harán que Cleo dude de todo lo que se ha ido construyendo a su alred...