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La vuelta a Monte Isa es tranquila. Bueno, teniendo en cuenta lo que ha sucedido anteriormente todo me parece tranquilo. Como Alfred me prometió, vamos volando. Todo se ve más bonito desde esta altura. Nunca me he dado cuenta de que Luiyana fuera un lugar que se encuentra dentro de un bosque. Sigo viendo el fuego que ha provocado el dragón. ¿A dónde irá ahora?

Me levanto de un sueño. Estoy en mi cama. ¿Cómo narices estoy en mi cama? ¿Cuándo he llegado a mi cama? Mi casa está en completo silencio. No se escucha nada. Me toco el cuerpo, como si estuviera buscando algo. Mi móvil. No está. Cojo mi bolso, que se ha caído y ahora yace en el suelo de mi cuarto. Busco por todos lados, obligándome a sacar todos los libros de las asignaturas a las que debería haber ido esta mañana. Es de noche. ¿Cuánto tiempo llevo dormida? ¿Por qué nunca me acuerdo del viaje de vuelta cuando vuelvo a Monte Isa? Sinceramente, mi mayor preocupación no es ahora mismo el móvil. Dejo de buscarlo y me meto en el baño. De tanto correr para salvar mi vida de un dragón, apesto de una manera que creo que mis vecinos han cerrado las ventanas debido a eso. Salvar mi vida de un dragón. Jamás creía que iba a decir eso. Para ser sinceros, jamás pensé que me iba a pasar todo lo que está sucediendo en mi vida. No me disgusta. Me gusta la vida que estoy viviendo ahora. Todo es muy... nuevo. Me encanta. No el hecho de que haya estado a punto de morir por un dragón. Eso no me encanta.

Abro el grifo y el agua me cae encima. Es agua fría. Siempre me ha gustado lavarme con agua fría. Supongo que es por la adrenalina que produce en mi cuerpo. Al salir, sonrío cuando veo la toalla encima de la tapadera del retrete. Ya no tendré que encontrarme a ningún pervertido que no haga el simple favor de pasar una toalla.

—Estás mejor sin la toalla.

Las palabras flotan en mi mente. ¿Me vio sin ropa? No pudo darle tiempo. No creo que le diera tiempo. ¿No? ¿Por qué intento autoconvencerme? Su intención no era verme desnuda, ¿verdad?
Cuando lo he visto en el bosque con su habitual cara seria de "no me apetece verte", no quería mantener una palabra con él. Puedo no caerle bien, no es que sea algo que me afecte, pero podría regalarme de vez en cuando una sonrisa falsa o una actitud alegre. O podría simplemente ignorarme, deseo eso con todas mis fuerzas. ¿Qué necesidad tiene siempre de recordarme que no puedo estar en Luiyana? ¿Qué responsabilidad se cree que tiene sobre mí? Cualquier cuento en el que se cree que vive, le recomiendo cerrarlo de golpe, porque no tiene ninguna autoridad sobre mí. Iré y volveré a Luiyana todas las veces que me plazca y muchas más.

Renegade - Aaryan Shah

Salgo de la ducha y me envuelvo en la toalla, cubriéndome del pecho hacia abajo. Tengo la ropa encima del cubo de la ropa sucia. Mi pijama consta de un top flojo de tirantes y unos calzoncillos. Si, calzoncillos. Dormir en calzoncillos está muy infravalorado. A ver, me corrijo, no es un calzoncillo como tal, no es de mi padre, sino ropa interior de mujer en forma de calzoncillo. Salgo del baño mientras me seco el pelo con la toalla. Pego un salto cuando escucho un ruido. La maldita ventana está abierta. Miro hacia abajo, una ardilla se asoma por un arbusto. Siento la respiración lenta de alguien en mi habitación. La piel se me pone de gallina. Agarro la regla que hay encima de mi mesa, dispuesta a darle a quien sea que esté. De repente, la respiración para, no se escucha nada de nuevo. Me giro rápidamente y choco contra algo, haciendo que me tambalee hacia atrás. Una mano agarra mi brazo. Con la fuerza de aquella persona, soy capaz de ponerme recta de nuevo. Levanto la vista ya que estoy cara a cara con su pecho. Como no, Aron me mira con una sonrisa.

—¿No había mencionado anteriormente algo sobre tu ventana? —comenta.

—Lárgate de mi cuarto.

Paso por su lado y termino de secarme el pelo. No sé por qué que sea Aron el que se haya colado en mi habitación hace que me relaje. Ahora, eso no significa que quiero que se quede aquí, eso ni de broma. Aron me sigue con la mirada a cada paso que doy.

Pretty LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora