Un fuerte ruido me despierta. Todavía no es de día, ni siquiera ha comenzado a amanecer. Miro el reloj de la mesilla. Son las cinco y media de la mañana. ¿Cuánto he dormido? ¿Dos horas? Estoy muy cansada. Tengo que luchar porque la vista no se me cierre. Me paso los dedos por los ojos. Algunas legañas se esconden en el lagrimal y tengo que quitarlas. Otro ruido. Se escuchan dos personas. Me acerco a la puerta, apoyando el oído en ella. Algo se ha roto. Hay cosas que están empezando a moverse. Se nota como el sofá se mueve, como las sillas caen al suelo. ¿Qué narices está pasando? De repente, vuelve a haber silencio. No hay ni una pizca de sonido. El andar de alguien lo interrumpe. Parecen ser unas botas. ¿Serán las de Aron? Tienen que ser las de él. Espero que sean las de él. ¿Abro la puerta? ¿Me asomo? ¿Hago yo algún ruido? De pronto, la puerta se abre. Una figura masculina está frente a mi, llena de sangre. Sus manos agarran una espada que también está empapada de la misma sustancia. De su pelo caen gotas de lo que espero que sea sudor, porque algunas han caído en la ropa que llevo puesta. No se que decir. No se que pensar. No sé cómo actuar. Miro detrás de él. Una masa roja cubre gran parte del salón. Me muevo unos centímetros para ver de dónde viene. Ahogo un grito al ver a una persona tirada en el suelo, decapitada.
Un hombre hablando desde la cocina se arrastra por el suelo, dejando un camino de sangre a su paso. Nos ve, y sus ojos se abren como dos platos. Comienza a moverse más rápido, pero es inútil, Aron lo está mirando como si quisiera devorarlo.
—¿Qué vas a hacer? —Las palabras tardan en salir.
El pelo le cubre los ojos, pero tiene la mirada inclinada hacia abajo. Noto como sus ojos cambian de color. Otra vez ese color amarillo potente.
Se da la vuelta y camina hacia la persona que intenta salir. Cuando lo alcanza le pisa el pie. Tanto ese hombre como el hombre decapitado tienen algo en común, las orejas: son puntiagudas. Ambos son muy parecidos a los chicos de ayer, por no decir iguales.
El chico grita de dolor.
—¡Hijo de puta!
Aron suelta una carcajada, parece un psicópata (si no lo es).
—No durarás mucho hasta que...
Aron le hace un corte en el cuello con la espada. Sale muchísima sangre, le ha dado justo en una arteria, o lo que supongo que es una arteria en ese hombre, dado que no es humano. Trata de presionar su cuello, pero el esfuerzo es en vano. Poco a poco su cabeza se va apoyando el suelo hasta que muere.
Aron no deja de mirar el cuerpo. Yo trato de adaptarme a la situación. Hay dos hombres muertos delante de mí, y no sé por qué. ¿Quienes son? ¿Qué hacen aquí? ¿Que le ha llevado a Aron a matarlos? No obstante, cualquier respuesta a esas preguntas no va a hacer que me tranquilice. He presenciado un asesinato, y estoy delante del asesino. ¿Será eso lo que quiere esconderme? ¿Qué realmente es un asesino suelto? ¿Me estará haciendo creer que es parte de la realeza para que nunca averigue lo que realmente es?
Retrocedo de la manera más silenciosa posible y cierro la puerta mientras veo como Aron sale de la casa. El corazón me late tan deprisa que siento que dentro de poco va a salir disparado. Miro la pequeña ventana. Maldigo cuando me fijo que tiene barreras. Entro en el vestidor. No recuerdo que hice en la noche para que aparecieran todas esas armas. Toco todos los estantes, los muebles, saco tornillos, los vuelvo a meter... Todo para nada, porque no aparecen. Escucho cómo sus pasos se acercan a la habitación. Empiezo a estresarme, quiero escapar. Sin embargo, es imposible. Voy hacia la ducha, no cierro la puerta porque sino será muy llamativo y me meto en la bañera, cerrando las cortinas de color beige. Si esto fuera una película de miedo no hubiera sobrevivido. Aunque esto es lo más parecido a una película de terror que he vivido. Mi respiración está por los aires, y tengo que cerrar los ojos y concentrarme en ella para que no me de un ataque de pánico. Me concentro en el punto negro, solo veo el punto negro, no hay nada mas, solo eso. La puerta del baño se abre, yo sigo con los ojos cerrados, no quiero abrirlos, no me atrevo a abrirlos. Sigo concentrandome en el punto negro. La cortina se abre, sigo sin abrir los ojos. Siento a alguien delante mía, se ha metido en la bañera. Da un par de pasos y está tan cerca mía que siento su respiración caliente en mi cabeza. El grifo se abre, y agua ardiente cae encima de los dos. Recuerdo que todavía tengo la daga atada a mi pierna, eso me relaja.
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Pretty Lies
RomanceEn un mundo donde una pequeña guerra divisó a los seres humano de lo sobrenatural se encuentra Cleo, una mujer que siente que su corazón pertenece a otro lugar. Una serie de hechos harán que Cleo dude de todo lo que se ha ido construyendo a su alred...