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Patrick Jane se despertó con la primera luz del amanecer filtrándose por las cortinas de su habitación. El aire estaba impregnado con el sutil aroma de duraznos, las feromonas características de Kimball Cho, quien ya se había marchado silenciosamente. Patrick se estiró en la cama, sintiendo el agradable cansancio de una noche de pasión. Con Cho, las noches eran diferentes, y ciertamente, con él, Patrick podía conciliar el sueño ligeramente, algo que siempre le había costado desde la trágica pérdida de su familia.

Todo comenzó una noche de borrachera, donde ambos se permitieron cruzar la línea profesional. Desde entonces, sus encuentros habían sido casuales, pero intensos. Patrick, un alfa, nunca había esperado encariñarse con un omega tan frío y reservado como Cho. Sin embargo, cada encuentro dejaba una marca profunda, y a pesar de la aparente indiferencia de Cho, Patrick no podía evitar sentir una conexión creciente.

La vibración de su celular interrumpió sus pensamientos. Al desbloquear la pantalla, vio un mensaje de Cho. Tras leerlo, con una sonrisa, dejó el teléfono a un lado, permitiendo que la expectativa llenara el espacio dejado por la ausencia del omega. Su mente vagó hacia la última vez que estuvieron juntos, recordando cada detalle con una mezcla de anhelo y satisfacción.

Patrick se levantó, sintiendo la urgencia de prepararse para el día. Sus ojos brillaron con una decisión renovada mientras murmuraba para sí mismo

-Tengo que reservar un boleto de avión - La sonrisa que acompañó sus palabras reflejaba una emoción que iba más allá del simple deber.


El día era sumamente soleado en Palm Springs, haciendo que las calles brillaran bajo la luz implacable del sol. El equipo especial de crímenes serios de la Oficina de Investigación de California, CBI para los amigos, avanzaba en dirección a la oficina del comisario. El calor del asfalto y el murmullo constante de los turistas añadían un nivel extra de irritación a la jornada.

Cho soltó un largo suspiro, sintiendo cada músculo de su cuerpo aún entumido por el viaje en avión y por su actividad física de la noche anterior. Cada paso que daba parecía amplificar la incomodidad que sentía. El bullicio de las voces estridentes de las personas a su alrededor solo empeoraba su humor. Además, su jefa, Lisbon, estaba visiblemente molesta por un error reciente de la nueva integrante del equipo, una alfa llamada Van Pelt. Cho sospechaba que la tensión entre las dos mujeres alfa era un intento de marcar territorio, un comportamiento instintivo y ridículo en su opinión.

Un taxi paró cerca de ellos, captando brevemente su atención. La curiosidad se desvaneció rápidamente cuando vieron a un alfa rubio salir del vehículo con una sonrisa ligera y radiante. Jane  los saludó con su habitual confianza despreocupada.

—Jane, vete. Estás suspendido —dijo Lisbon con desdén, sin detener su marcha y acelerando el paso.

—La suspensión acaba el jueves —argumentó Patrick, apresurándose para alcanzarlos y colocándose al lado del agente Cho.

—Pues vuelve el jueves —replicó Lisbon con fastidio—. ¿Quién de ustedes idiotas lo llamó? Fue usted, Cho, ¿verdad?

El omega ni lo pensó para responder.

—Sí, lo hice —contestó con un tono seguro y firme.

El alfa rubio ensanchó su sonrisa, sintiendo una chispa de satisfacción.

—Vamos, no me puedes sacar del caso —dijo Patrick, acelerando el paso para interponerse en el camino de Lisbon, inclinando levemente la cabeza en una clara muestra de sumisión jerárquica entre alfas.

—Las reglas son reglas. Debes aprender que hay consecuencias para tus acciones —respondió Lisbon con una calma tensa, llevando una mano a su cabeza—. Y deja de acostarte con uno de mis oficiales.

Rigsby abrió los ojos enormemente, asimilando la implicación de esas palabras. Fue una deducción fácil: Lisbon se pegaría un tiro antes de hacer algo sexual conJane. La nueva recluta apenas había llegado y solo conocía de nombre al consultor, y él mismo era un beta, definitivamente incapaz de involucrarse con un alfa. Solo quedaba Cho, un omega muy frío y práctico.

El alfa rubio se quedó en silencio, paralizado por el golpe bajo que le había propinado Lisbon. No sabía cómo responder, la dureza de las palabras aún resonaba en su mente. Miró sutilmente hacia el omega que estaba detrás de él. Aunque Cho mantenía un rostro impasible, Jane notó la tensión en su postura, una incomodidad que era difícil de ocultar. La frialdad de Cho parecía un esfuerzo por enmascarar un torbellino interno.

Lisbon no dijo nada más y siguió su camino con pasos decididos, entrando en el gran edificio gubernamental. Rigsby y Cho la siguieron, sin voltear a mirar al alfa rubio que se había quedado atrás. El contraste entre la determinación de Lisbon y la indiferencia de los otros dos hacía que Patrick se sintiera aún más aislado y desubicado.

Patrick Jane suspiró profundamente, sintiendo un peso en el pecho. Colocó una mano sobre sus ojos, intentando ocultar su frustración y desánimo. La situación había ido terriblemente mal, y la preocupación por cómo podría reaccionar Cho lo consumía. Sabía que su relación con el omega, tan frágil como valiosa, estaba al borde de una ruptura. Cada segundo que pasaba se sentía como una eternidad mientras contemplaba el posible fin de lo que había sido un vínculo tan especial.

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Capítulo 1
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Los capítulos se publicaran los sábados y martes.

Colegas - El mentalistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora