Cho se encontraba frente a la computadora, concentrado en la pantalla mientras revisaba los detalles del último caso. La oficina estaba en un silencio casi absoluto, roto solo por el murmullo de las teclas bajo sus dedos y el ocasional suspiro cansado que dejaba escapar. Acababa de colgar el teléfono tras recibir la última orden de Lisbon, una tarea más de investigación que lo mantenía atado al escritorio. Estaba revisando la información sobre la detención de una camioneta negra con un estampado de tigre, algo que a Cho le parecía ridículo pero que, al parecer, había llamado la atención del equipo.
Para ser sincero, estar atado a la oficina no era algo que le agradara. Cho siempre había preferido el trabajo de campo, el interrogatorio cara a cara y la acción directa. Pero cada vez que intentaba sugerir que podía salir al terreno, Lisbon casi lo amarraba a su silla con una mirada severa. Desde que se confirmó su embarazo, la preocupación del equipo por él había aumentado exponencialmente, lo que lo mantenía más frustrado que agradecido.
Incluso los interrogatorios estaban fuera de su alcance. Si el interrogado era un alfa, las feromonas que emanaban se volvían insoportables para Cho, poniéndolo en un estado de alerta constante. La última vez, Jane casi lo había encerrado en su casa, cubriéndolo con sus propias feromonas en un intento de calmarlo, lo que había sido más una molestia que un consuelo. Por otro lado, si los interrogados eran omegas, la situación no mejoraba. Cho se volvía extremadamente sensible, incapaz de mantener las lágrimas a raya, lo que terminaba en una escena en la que tanto él como el omega interrogado acababan llorando en la sala.
Los únicos con los que Cho podía lidiar sin problemas eran los betas, aunque Jane solía bromear diciendo que ellos solo representaban el 10% de los sospechosos, dejando claro que su habilidad para interrogar seguía siendo limitada. Esto había dejado a Van Pelt, la oficial junior, con más responsabilidades en el campo, lo que ella había recibido con entusiasmo, aprovechando la oportunidad para crecer profesionalmente.
Quizás lo único positivo de todo esto era que, al estar en su octavo mes de embarazo, las náuseas habían disminuido considerablemente. Sin embargo, su hambre había aumentado de manera abrumadora, lo que, junto con el aumento de peso, empezaba a frustrarlo. Agradecía internamente que, como omega varón, su vientre no se inflara tanto como el de una mujer embarazada, pero aun así, el pequeño bulto que empezaba a mostrar era un recordatorio constante de su estado.
Suspiró y se recostó en su silla, tratando de aliviar la tensión en su espalda. Escuchó el sonido de la puerta abriéndose y giró la cabeza justo cuando Lisbon y Van Pelt entraban a la oficina. Lisbon le agradeció la información que le había proporcionado, y Cho asintió con el rostro serio de siempre. Pero algo en su expresión hizo que Lisbon se detuviera, notando que algo no estaba del todo bien. Van Pelt se dirigió a la zona de descanso, mientras Lisbon se inclinaba ligeramente sobre el escritorio de Cho, su mirada llena de preocupación.
—Patrick llegará tarde —dijo Lisbon con un tono casi maternal—. ¿Quieres que te lleve a casa?
Cho miró el reloj de la oficina y, al darse cuenta de lo tarde que era, asintió. Lisbon sonrió, agradecida de poder ayudar de alguna manera.
El viaje a casa transcurrió en silencio durante gran parte del trayecto. Cho, con la mirada fija en la ventana, se perdía en sus pensamientos, mientras Lisbon mantenía la vista en la carretera. Fue ella quien finalmente rompió el silencio.
—¿Has pensado en un nombre para el bebé? —preguntó, su voz suave pero curiosa.
Cho, mientras acariciaba su vientre, asintió—. Noah o William.
Lisbon sonrió—. Me gustan ambos. Son nombres fuertes.
Hubo una pausa antes de que Lisbon, con un tono más reflexivo, lanzara otra pregunta—. ¿Y qué piensas hacer con Jane en el futuro?
Cho giró su rostro hacia ella, no con enojo, sino con una incertidumbre que lo consumía—. No lo sé, Lisbon. Ni siquiera estoy seguro de lo que quiero.
Lisbon suspiró, sabiendo que había tocado un tema delicado—. No quiero ser metiche, Cho, pero... ¿qué vas a hacer cuando el niño empiece a preguntar?
—Tal vez le diga la verdad —respondió Cho, casi en un susurro.
Lisbon asintió, su expresión pensativa—. Si estuvieran separados o divorciados, sería entendible, pero... al menos podrían decir que están saliendo. No necesitan casarse, pero algo más claro ayudaría.
Cho bajó la mirada, acariciando su vientre con más énfasis—. Jane no puede hacerlo. No mientras sigue tan apegado a la memoria de su esposa e hija. Y yo... no puedo presionarlo. Lo entiendo hasta cierto punto.
Lisbon respiró hondo antes de preguntar—. ¿Estarías dispuesto a tener una cita con otro alfa?
Cho negó con la cabeza, sin apartar la vista de su vientre. Lisbon, sin perder de vista la carretera, dejó escapar otro suspiro—. Cho, ¿qué esperas? ¿Tener un segundo hijo antes de cuestionar qué serán ustedes?
Cho se recostó en el asiento, dejando que las palabras de Lisbon resonaran en su mente. Sabía que ella tenía razón; su cachorro merecía estabilidad, con o sin Jane en la ecuación.
El resto del viaje transcurrió en un silencio más relajado, con Lisbon desviando la conversación hacia temas más ligeros, riendo suavemente hasta que llegaron a la casa de Cho. Se despidieron en la entrada, pero antes de que Lisbon se alejara, Cho murmuró un agradecimiento que llevaba más peso que solo el aventón a casa.
—Gracias —dijo, sus palabras cargadas de gratitud por la preocupación genuina de su jefa.
Lisbon se fue, y Cho entró en su casa, sintiendo el calor familiar que lo envolvía. Apenas había cerrado la puerta cuando recibió un mensaje de su madre. Suspiró, sabiendo lo difícil que sería convencerlos de no tomar un avión y volar hasta su casa. Les aseguró que todo estaba bien, prometiéndoles que les avisaría cuando el bebé naciera. Agradeció que respetaran su espacio, por ahora.
Una pequeña patadita en su vientre lo hizo sonreír, recordándole que, a pesar de todas las incertidumbres, había algo seguro: pronto sería padre, y ese pequeño ser en su interior era lo más importante.
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Capítulo 13
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Los capítulos se publicaran los sábados y martes.
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Colegas - El mentalista
FantasiEn el mundo del CBI, el Agente Kimball Cho, omega, descubre que está embarazado de su colega Patrick Jane, alfa, lo que pone a prueba su relación y la dinámica del equipo. Mientras Jane lucha por equilibrar su amor por Cho con su deseo de venganza p...