El ambiente en la oficina se había transformado lentamente desde que todos supieron sobre el embarazo de Cho. Lo que antes era un espacio de trabajo profesional y enfocado en resolver crímenes, ahora se había convertido en una especie de burbuja de cuidado y atención, especialmente para Cho. A pesar de su naturaleza reservada y su tendencia a no querer ser el centro de atención, era imposible escapar del escrutinio y la preocupación constantes de sus compañeros de equipo.
Lisbon, con su carácter fuerte y protector, había asumido un rol casi maternal. Desde el momento en que se dio cuenta de la condición de Cho, su instinto de alfa la llevó a cuidar de él de una manera que no había anticipado. Siempre había sido protectora con su equipo, pero esto era diferente. Ahora, cada vez que veía a Cho, no podía evitar preguntarle si se sentía bien, si necesitaba algo o si había descansado lo suficiente.
—¿Cómo te sientes hoy, Cho? —preguntó Lisbon una mañana, acercándose a su escritorio con una taza de té caliente.
Cho, acostumbrado ya a la atención, respondió con su típico tono impasible—. Estoy bien Gracias.
Pero Lisbon no se conformaba con esa respuesta. Sus ojos lo examinaban, buscando cualquier signo de malestar que él pudiera estar ocultando. Cuando se aseguró de que todo estaba en orden, finalmente se relajó un poco, aunque nunca del todo.
Van Pelt, por su parte, parecía haber asumido el rol de hermana mayor. Siempre atenta, notaba los más mínimos cambios en el comportamiento de Cho. Una vez, durante una reunión de equipo, notó que Cho estaba inusualmente silencioso y decidió actuar de inmediato.
—Cho, ¿necesitas un descanso? —preguntó, interrumpiendo la discusión sobre un caso con una dulzura que contrastaba con la seriedad del tema.
Cho negó con la cabeza, manteniendo su compostura—. No es necesario. Estoy bien.
Van Pelt, sin embargo, no parecía convencida y le ofreció una barra de cereal que había guardado en su escritorio, insistiendo en que la tomara para evitar cualquier mareo por falta de azúcar. Cho aceptó para no causar más revuelo, agradeciéndole en silencio.
Jane, observando todo desde su rincón habitual, no podía evitar encontrar todo esto un poco cómico. Como alfa, habría esperado ser el más protector, pero se dio cuenta de que era el que menos se preocupaba. Era consciente de que Cho estaba más que capacitado para manejar su situación, y aunque lo vigilaba de cerca, lo hacía sin la necesidad de estar siempre encima de él.
Un día, mientras estaban solos en la oficina, Jane no pudo evitar soltar una risa baja—. ¿Te has dado cuenta de cómo todo el equipo está prácticamente obsesionado con tu embarazo? Es como si todos creyeran que ese bebé es suyo.
Cho levantó la vista de sus documentos, sin poder evitar una pequeña sonrisa ante el comentario de Jane—. Es... diferente, eso es seguro.
—Lisbon y Van Pelt no pueden evitarlo, ¿verdad? —continuó Jane, con una mezcla de burla y afecto en su voz—. Creo que sus instintos alfa están en plena ebullición. Es como si estuvieran protegiendo a la manada.
—Lo sé —respondió Cho, sintiendo el peso de esa protección constante—. A veces es un poco abrumador.
Jane se inclinó un poco más cerca, su tono más suave—. Sabes que estoy aquí, ¿verdad? No necesitas todo ese alboroto a tu alrededor. Solo di la palabra, y puedo distraerlos.
Cho asintió, agradecido por el entendimiento silencioso entre ambos. Jane era el padre de su bebe, que si bien no lo planearon, es sincero su interés. Sin embargo, lo que más apreciaba de él era la falta de presión. Jane no sentía la necesidad de sobreprotegerlo, al menos no de la misma manera que el resto del equipo.
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Colegas - El mentalista
FantasíaEn el mundo del CBI, el Agente Kimball Cho, omega, descubre que está embarazado de su colega Patrick Jane, alfa, lo que pone a prueba su relación y la dinámica del equipo. Mientras Jane lucha por equilibrar su amor por Cho con su deseo de venganza p...