Capítulo 10

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La mañana se hacía presente en Konoha. El despertador comenzó a sonar rápidamente, señal de que era hora para que Sasuko se levantara. Sin perder tiempo, se alistó y salió a trotar. Sabía que a esa hora la mayoría de los estudiantes aún estaban dormidos, pues era muy temprano y ni siquiera era la hora de entrada. Aprovechaba este tiempo para entrenar en solitario, disfrutando de la tranquilidad y el silencio.

Habían pasado semanas sin ver a Naruto. Sentía una mezcla de vergüenza y gratitud por lo que había pasado entre ellos, y no había encontrado la manera adecuada de agradecerle. Además, sabía que Naruto estaba inmerso en su práctica de baloncesto, preparándose para uno de los partidos más importantes de la universidad.

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Naruto se encontraba en la cancha de práctica, esforzándose al máximo para conseguir el premio. Como era temprano, tenía varias horas para entrenar antes de que comenzaran las clases. Estaba encestando, practicando su defensa y mejorando sus reflejos. Cada movimiento era preciso, cada tiro calculado. Sabía que este partido era crucial, no solo para él, sino para todo el equipo.

Mientras Naruto entrenaba, su mente vagaba hacia Sasuko de vez en cuando. Se preguntaba cómo estaría y si alguna vez podrían hablar sin la tensión que siempre parecía rodearlos. Recordó su último encuentro y la vulnerabilidad que había mostrado. Quería verla, pero sabía que tenía que concentrarse en el juego.

En su trote matutino, Sasuko pasó cerca de la cancha de baloncesto. Se detuvo por un momento al ver a Naruto entrenando con tanta determinación. Por un instante, sintió el impulso de acercarse y hablar con él, pero la duda y el orgullo la frenaron. Observó sus movimientos, admirando su dedicación y esfuerzo.

-Tks... Es un dobe.- murmuró para sí misma, antes de seguir corriendo.

Naruto, sin percatarse de la presencia de Sasuko, continuó entrenando. Cada gota de sudor que caía era un recordatorio de su compromiso y pasión por el baloncesto. Sabía que su equipo dependía de él, y no quería defraudarlos.

El sol comenzaba a elevarse, y con él, la energía de Konoha se despertaba. Estudiantes y profesores empezaban a llegar a la universidad, y el bullicio del día comenzaba a llenar el aire. Para Naruto, sin embargo, el mundo se reducía a la cancha y a su deseo de ser el mejor.

Sasuko, después de su trote, decidió dirigirse a la biblioteca. Necesitaba un lugar tranquilo para reflexionar y estudiar. Mientras caminaba, sus pensamientos volvían una y otra vez a Naruto y a cómo agradecerle adecuadamente.

En la cancha, Naruto hacía una pausa para beber agua. Miró alrededor y por un momento, creyó ver una figura familiar a lo lejos. Sacudió la cabeza, volviendo a enfocarse en su entrenamiento.

Pasaron horas de su entrenamiento, y alguien más lo estaba observando desde un punto fijo, admirando el empeño que Naruto ponía en sus prácticas. Naruto se dio cuenta de que una persona lo estaba observando y la buscó con la mirada hasta encontrarla.

-¿Hinata, qué haces aquí? -preguntó él con sorpresa. La peliazul, al ser descubierta, se sobresaltó.

-Yo... pasaba por aquí -comenzó a hablar apresuradamente- veo que... Lo estás dando todo.

-Sí, este partido lo es todo para mí -dijo Naruto con una sonrisa nerviosa mientras se pasaba una mano por el cabello.

Hinata sonrió tímidamente, tratando de mantener la compostura.

-B-bueno, quería decirte que... todos estamos apoyándote. Sabemos que puedes hacerlo.

Naruto sintió un calor reconfortante en el pecho al escuchar esas palabras.

Superando los obstáculos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora