𝟑. 𝑴𝒆𝒏𝒕𝒂

3. Mark

Pasó otra semana, pero no pude sacarme de la cabeza ideas sobre mi escurridizo jengibre. Esa noche había sacudido seriamente mi mundo. Me había sentido triste cuando me desperté a la mañana siguiente para encontrar que se había escabullido durante la noche. Oh bien. Supongo que era de esperar. No le había ofrecido más que
el desayuno y llevarlo a casa. A pesar de que obviamente era el tipo divertido en el club, un tipo divertido para llevar a casa para jugar un poco, algo me dijo que él esperaba más.

Por primera vez en mi vida adulta, me encontré deseando tener más para ofrecer a un pequeño y lindo omega como él. No entendí qué pasaba
con todo el muro de tercera persona del que se escondía detrás, pero obviamente era un mecanismo defensivo. Justo allí con las sonrisas
coquetas que no llegaban a sus ojos. Era como si había sido herido en algún momento y había
determinado que nadie se acercaría lo suficiente para volver a hacerlo. Había visto la vulnerabilidad allí unas cuantas veces mientras me enterraba las bolas en el jovencito.

Y definitivamente no me había perdido la tristeza en sus ojos mientras se apresuraba a tranquilizarme después de todo el fiasco del condón. Era obvio que había recogido en mi alivio de que él tenía un método de respaldo para el control de natalidad. Mierda. No era que la idea de procrear con él fuera repelente. De hecho, si estuviera en el mercado buscando pareja, él sería mi mejor opción. Yo simplemente sabía que no debía tratar cuando estaba en el hospital un buen sesenta a setenta por horas cada semana.

Aprendí esa lección cuando era niño, oí a mi madre llorar mientras dormía mientras mi padre conducía las autopistas en su peterbilt. Papá
había sido un camionero de larga distancia, el rara vez le vi, chico que trabajó duro para pagar las cuentas. El corazón de mamá se había roto
cuando murió en los brazos de una prostituta barata en una parada de camiones una noche cuando yo tenía diecisiete años. No, hasta que llegara el día en que pudiera dedicar tanto mi tiempo como mi apoyo a un omega, me mantendría soltero. Incluso si era tan solitario como el jodido infierno llegar a casa a mi rígido lugar de soltero.

La única interacción humana que obtuve fuera del trabajo fue mi criada Minah y Jungwoo en el Big O cuando me tomé la molestia de parar. Había ido anoche, pero cuando no había visto mi Jengibre favorito, me fui después de un par de tragos. Mirando el papel en mi mano, seguí la acera hacia la tienda de dulces donde debía recoger los regalos que mi asistente había pedido para los regalos navideños del personal. Como jefe del departamento de urgencias, traté de hacer pequeñas cosas personales como esta para
aclarar su día en un trabajo que podría ser bastante deprimente a veces.

Yeri habría entrado ella misma, pero su hermano omega había entradoen trabajo de parto. Le había dado el día libre prometido que incluso yo podría manejar un simple recado. Levanté la vista hacia el letrero de Sweet Ballz, tratando de descubrir por qué el nombre me resultaba familiar. Cuando abrí la puerta y recibí una ráfaga de menta que olía a mi escurridizo Jengibre, recordé a Jungwoo bromeando sobre que él manejaba Bolas Dulces. ¿Se refería a Ballz?Antes de que tuviera tiempo de preguntarme o un segundo para adivinar, oí la voz familiar hablad.

— Bien, bendito sea el corazón de Haechan. Si no está bien, Papi Mark está al acecho.

Levanté la vista para verlo sonriéndome desde detrás del mostrador, donde estaba de pie con otro omega de aspecto más nerd y un joven omega vestido como un idiota de soda de los años cincuenta. El chico nerd me dio una rápida mirada y puso los ojos en blanco como si me encontrara defectuoso.

— Estoy fuera, nene — dijo, dando a mi jengibre un rápido abrazo — La tienda se ve genial, te veré en la fiesta. A Jeno y los niños les entusiasma.

Haechan rodó los ojos hacia el chico — Por favor. Jeno y kuya están probablemente emocionados, de alguna manera Haechan duda de que la bebé Minji esté entusiasmada por algo más que una botella caliente y un pañal nuevo.