Rhaenyra V

576 51 19
                                    

Despertarse con Daemon a su lado se había convertido en su pasatiempo favorito y lo más destacable de sus mañanas. La manera en que sus brazos se aferraban a ella en la noche, su respiración tranquila sobre su cuello, las palabras que susurraba mientras dormía y que Rhaenyra sospechaba él no tenía idea que decía, ella amaba todo de tenerlo cerca de ella.

Al principio Daemon se había mostrado reticente a la idea de pasar las noches, argumentando que era una temeridad y que aumentaba las posibilidades de que fueran descubiertos, pero había accedido ante la insistencia de ella. Rhaenyra se había dado cuenta de que Daemon parecía incapaz de negarle nada si insistía lo suficiente, y era una debilidad sorprendente en su tío pero que pensaba explotar al máximo.

Al fin y al cabo, Rhaenyra odiaba pasar las noches sola desde que había descubierto que su cama se sentía mejor cuando él estaba en ella. Si tenían que estar separados durante el día para mantener las apariencias, ¿Por qué no permitirse estar con él en las noches?

Cada noche, Daemon hacia su camino fuera de la Fortaleza Roja, hablaba con los guardias de turno y les hacia creer que pasaría la noche ahogándose en alcohol y en sus prostitutas, como solía hacer.  Pasaba el tiempo necesario en alguna taberna y después en un prostíbulo para que hubiera diversos testigos que confirmarán que había estado allí, y poco después de que comenzará la hora del búho volvía a palacio, donde iba por los pasadizos de Maeglor hasta la alcoba de la princesa, donde esta le esperaba impaciente. 

Rhaenyra lo esperaba anhelante cada noche, aunque la espera se le hiciera larga e insufrible. Intentaba distraerse pintando o incluso bordando, ambas actividades que de normal rehuía, pero sin ningún fin, pues su mente siempre estaba demasiado distraída como para aprovechar las horas. 

Había algo desagradable en tener que esconderse, en tener que esperarlo y temer que no volviera a ella, pero Daemon siempre volvía a acallar todos sus temores con sus besos y sus caricias, lo cual debería ser un consuelo para ella. Sentía cierto pesar de tener tan poca confianza en lo que estaban construyendo, pero la situación tampoco la ayudaba a crear una confianza que había perdido hace tiempo.

La princesa había dejado instrucciones claras a los guardias que custodiaban su puerta: no debía ser interrumpida bajo ninguna circunstancia durante la noche. Daemon había hecho un excelente trabajo amenazándolos con que cumplieran sus órdenes o la ira de la princesa sería el menor de sus problemas, y aunque ya no era el Comandante de la Guardia Real, sus soldados le temían y respetaban a partes iguales.

Rhaenyra observó a Daemon. El sol había comenzado a salir y se reflejaba en el costado derecho de su rostro, haciendo que su cabello blanco brillará con los rayos que se colaban, iluminando su rostro de una manera que a Rhaenyra alegraba. Era una vista ciertamente maravillosa, y Rhaenyra deseó poder enfocarse solo en eso, pero ese día en concreto no podía calmar su mente mientras miraba a Daemon.

¿Sería él consciente de lo mucho que ella lo necesitaba? ¿De lo infeliz que había sido antes y de lo feliz que se sentía ahora a su lado?

Rhaenyra había estado sobreviviendo hasta que su tío había vuelto a su lado, y su felicidad era tan frágil como el cristal. Había sido feliz por momentos efímeros los últimos dos años, pero esos siempre habían terminado en tragedia. ¿Terminaría igual su relación con Daemon? ¿Otra desgracia de la que arrepentirse, por la que llorar en las noches?

Rhaenyra no era una persona excesivamente religiosa, pero rezaba todos los días por quedarse embarazada pronto, por tener esa alegría que nadie podría arrebatarle, sin importar lo que pasará. Seguía sintiendo un miedo casi completamente irracional al paritorio, pero deseaba tener un hijo, un hijo de Daemon, al que él criaría, entrenaría y amaría; al igual que ella. Sería el primer hijo de ambos, y sería tan amado como deseado.

Shameless (Daemon & Rhaenyra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora