Llevo CUATRO días seguidos editando este capítulo, estoy tan harta que hoy, cuando lo leí, sentí que odiaba todo lo que escribí, así que decidí publicarlo de una vez por todas.
Recuerden, estamos viendo a través de los ojos de Viserys, quien solo ve lo que quiere ver.
Viserys estaba preocupado por su hija. Hacía una semana que Rhaenyra había comenzado a sentirse indispuesta y desde entonces pasaba largas horas en su habitación, negándose a ver a cualquiera que preguntara por ella, incluído el mismo.
El rey le había ofrecido asistencia de el gran maestre Mellos, pero Rhaenyra se había negado, diciendo que solo necesitaba un poco de descanso para recuperarse del todo. Viserys no estaba del todo seguro — la había visto pálida y con los ojos hundidos, claramente cansada, y más desmejorada de lo que la había visto en años. Su hija siempre era hermosa, pero el malestar estaba latente en su rostro la única mañana que la había podido ver, antes de que se recluyera del mundo.
Preocupado por ella, Viserys había pedido consejo a Mellos, quien le había dicho que había una epidemia de sudores fríos entre la gente común, aunque no había motivos para preocuparse: en la Corte solo Rhaenyra se encontraba indispuesta, así que no tenían porque creer que la princesa había pillado la enfermedad.
Aún así, Viserys mandó encargar tés medicinales que mandaba a la habitación de Rhaenyra y que esperaba su hija se estuviera tomando.
El gran maestre había insistido en visitar a la princesa incluso si esta se negaba, pero Viserys había rechazado la propuesta. Lo último que necesitaba su hija es que sus peticiones de descansar fueran ignoradas y su paz perturbada. Además, Viserys era consciente de que Rhaenyra no sentía ningun aprecio por Mellos, así que su ayuda no sería bien recibida.
Sus ojos se dirigieron a los asientos vacíos de Rhaenyra y Daemon en la mesa. Daemon nunca había sido aficionado a compartir la hora del desayuno con ellos, siempre estaba demasiado borracho, ocupado con sus prostitutas o simplemente quería ignorar a Otto y Alicent. A Viserys no le importaba demasiado su ausencia —aguantar a su hermano ya era una tarea complicada de normal, aguantarlo por la mañana solo añadía a la complicación.
Rhaenyra, sin embargo, siempre había hecho el esfuerzo de presentarse a compartir con él, incluso cuando la relación se había vuelto tensa con Alicent presente en la mesa. De normal, Viserys se encontraba de mejor espirtú por las mañanas, y aprovechaba esas horas de consuelo de su enfermedad para interactuar con su hija.
Viserys suspiró con pesar, preocupado por su hija, preguntándose que podría ser lo suficientemente terrible como para mantenerla en su habitación día y noche. Rhaenyra era una persona inquieta, no le gustaba estar mucho tiempo en el mismo sitio, ansiaba el contacto con el mundo exterior. Que se mantuviera tanto tiempo en su habitación solo podía significar que lo estaba pasando realmente mal.
—Veo que Rhaenyra sigue indispuesta —comentó Alicent, con cierto desdén al ver dónde habían ido a parar los ojos de su esposo.
Viserys rápidamente apartó la mirada de la silla de Rhaenyra, fijándose en su mujer. Se veía preciosa, con su cabello rizado suelto y semirecogido, su vestido de tela fina transparente de color blanco, un color que pocas veces tenía la oportunidad de ver en ella, pues Alicent se había empeñado en vestir siempre en tonos de verde.
En la mesa solo se encontraban ellos dos, Alicent había insistido que sus hijos eran demasiado jóvenes como para compartir la mesa y los temas de conversación que en ella se tenían. Viserys no estaba del todo de acuerdo: Aegon ya tenía nueve años, lo cual lo hacía lo suficientemente mayor como para mantener cierto tipo de conversaciones, aunque debía admitir que su hijo no parecía demasiado interesado en conversar.
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Shameless (Daemon & Rhaenyra)
FanficHan pasado dos años desde la última vez que se vieron, pero los sentimientos siguen siendo los mismos. Cuando todo está en juego, quemarse es lo que menos importa. AU: ¿Qué pasaría si Rhaenyra y Daemon hubieran sido amantes en algún momento?