Jimin nunca creyó que tratar de despertar al alfa sería tan difícil. Ya había intentado de todo: hablarle suavemente, moverlo e incluso poner música a alto volumen, pero parecía que nada funcionaba. Ya rendido, decidió sentarse a un lado de la cama y esperar a que aquel alfa despertara por sí solo.
Desde que entró a esa habitación, Jimin se sentía raro, algo mareado y somnoliento. También sentía que caminaba en otro mundo, con un aroma delicioso que no sabía de dónde provenía. El simple hecho de estar en esa habitación con un perfume de libros y café amargo lo hacía transportarse a otro mundo.
Curioso por la fuente de esa fragancia, se levantó del lugar donde estaba y caminó hacia donde su nariz lo guiaba. Cuando encontró el origen de aquel aroma, se quedó pasmado: nunca imaginó que emanaba del alfa que yacía en la cama detrás de él. Se dirigió hasta estar a un lado del alfa y se acercó poco a poco para confirmar sus sospechas, las cuales terminaron siendo verdaderas. Tomándose su tiempo, se dedicó a observarlo y analizarlo. Ante los ojos del omega, el alfa era una verdadera belleza: piel blanca, pestañas largas y un rostro que parecía tallado por los mismos ángeles. Era perfecto según Jimin.
—Mío~ —se escuchó murmurar al alfa, mientras el omega, con miedo, se alejaba despacio, pero no contaba con que sería apresado por unos grandes brazos y que una cabeza se enterraría en su cuello, justo en su glándula de olor.
El omega intentó zafarse de su agarre, pero este cada vez se hacía más fuerte, impidiendo que se soltara y acercándolo más al cuerpo del alfa.
—Señor, no debería estar haciendo esto, suélteme. Tiene que despertar y cumplir con sus obligacio...
—No digas ni una palabra más, omega. Déjame disfrutar cinco minutos más. Además, tú estás para servirme y, quieras o no, debes cumplir con mis órdenes —dijo el alfa con una voz fría y fuerte, interrumpiendo al omega que se encontraba debajo de él.
El alfa nuevamente se quedó dormido con Jimin entre sus brazos, este último estaba muy tenso por estar en una situación incómoda con su jefe y además había caído en cuenta de que no se había tomado los supresores y es que él los tomaba debido a que en uno de sus celos uno de sus hermanos alfas intento abusar, no es un recuerdo muy bonito que Jimin tiene de su familia por que le genero un trauma y se culpó así mismo por su aroma, es por eso que cada día se toma un supresor que le ayuda a inhibir su aroma.
Con mucho cuidado de no despertar al alfa, Jimin se zafó de su agarre y caminó en silencio hacia la salida de la habitación. Una vez fuera, corrió lo más rápido que pudo hacia donde guardaba sus cosas personales. Desesperado, entre buscó el frasco que contenía sus supresores y tomó uno, esperando que le diera algo de alivio.
Regresó a la habitación de Yoongi, donde el alfa seguía plácidamente dormido. Jimin se acercó a la cama y, con una mezcla de nerviosismo y determinación, intentó despertar a Yoongi de nuevo. Esta vez, lo logró. Yoongi se despertó lentamente y se sentó en la cama, frotándose los ojos mientras trataba de despejarse del sueño interrumpido.
Al ver a Jimin de pie junto a la cama, Yoongi se incorporó de un salto y lo observó fijamente. Su expresión era una mezcla de sorpresa y enojo al ver al omega en su habitación a esas horas. El alfa, con un porte imponente y una actitud que no dejaba lugar a dudas de su autoridad, se acercó a Jimin, quien retrocedió instintivamente, claramente aterrado.
—¿Por qué me estás molestando? —demandó Yoongi con voz áspera, su mirada fija en Jimin.
Jimin, temblando por el miedo, se inclinó en una profunda disculpa. —Lo siento mucho, joven amo. No quería molestarlo.
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¡POR MI TRAGAS!
FanfictionJimin, un omega de 15 años, llega a trabajar como sirviente personal del vizconde Yoongi, un alfa de 17 años, en la mansión Min. Yoongi lo trata mal, dándole órdenes imposibles y saturándolo de trabajo. Al borde del colapso, Jimin es acusado falsame...