6. Me quiero ir

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Lía había pasado las últimas dos semanas en un estado de inquietud constante. Desde que se mudó a la casa de Jackson, su novio, algo no encajaba. Aunque ya sabía que él estaba involucrado en actividades mafiosas, nunca había sentido tanto miedo como ahora. Jackson, quien al principio parecía encantador y protector, ahora era más distante y frío, y la naturaleza de su trabajo comenzaba a asustarla.

  

Esa noche, Lía se sentía particularmente intranquila. Su abuela, con quien vivía junto a Jackson, estaba en su habitación, probablemente durmiendo. Lía caminaba por la casa, tratando de distraerse, pero la sensación de que algo estaba mal no la dejaba en paz.


Mientras recorría el pasillo, notó una puerta entreabierta. Era el despacho de Jackson, un lugar que él le había prohibido entrar. Impulsada por la curiosidad y el nerviosismo, se acercó y empujó la puerta. La habitación estaba en penumbra, pero la luz de la luna se filtraba a través de la ventana, iluminando una mesa cubierta de papeles y un maletín abierto.


Lía sintió un escalofrío. Aunque ya sabía de las actividades de Jackson, ver los detalles de su trabajo la aterrorizaba. Se acercó a la mesa y vio documentos con nombres y transacciones, sumas de dinero y una pistola. El pánico comenzó a invadirla. Aunque ella ya sabía que Jackson era peligroso, ver pruebas concretas la llenó de miedo. Sin querer hacer ruido, retrocedió, pero tropezó con una caja, provocando un ruido sordo. El miedo la paralizó por un instante, pero luego se apresuró a salir de la habitación y cerró la puerta.


Cuando llegó a la sala, encontró a su abuela sentada en el sofá, mirándola con una expresión de preocupación.


—Sé lo que estás sintiendo, querida —dijo la abuela con voz suave—. No es fácil vivir con alguien como Jackson, con su estilo de vida.


Lía se quedó helada. No había hablado mucho de sus inquietudes con su abuela, pero la mujer parecía entender más de lo que Lía había imaginado.


—¿Qué hago, abuela? —preguntó Lía con la voz quebrada—. No puedo vivir así, pero tampoco quiero dejarlo. Le temo a lo que pueda hacer si intento irme.


La abuela suspiró y miró a Lía con ojos llenos de compasión.


—Jackson está atrapado en algo grande, algo de lo que no puede salir fácilmente. Pero tú no tienes por qué quedarte atrapada con él. A veces, la mejor manera de ayudar a alguien es alejándote. Tienes que pensar en ti, en tu seguridad.


Las palabras de la abuela resonaron en su mente mientras Lía se retiraba a su habitación. La casa, que antes había parecido un refugio, ahora se sentía como una prisión. Se sentó en la cama, temblando, sin saber qué hacer. Jackson siempre había sido cariñoso con ella, pero sus recientes explosiones de ira y el creciente secretismo la aterraban.


Más tarde esa noche, Jackson regresó. Lía lo esperó en la sala, decidida a confrontarlo. Cuando él entró, su expresión se suavizó al verla, pero algo en su mirada la inquietó.


—¿Qué pasa? —preguntó él, notando su preocupación.


—Jackson, ya sé que eres un mafioso, pero quiero saber más. ¿Qué es lo que haces realmente? ¿Por qué hay un arma en tu despacho?


Jackson frunció el ceño y miró hacia otro lado. Hubo un largo silencio antes de que hablara.


—Lía, ya sabes lo suficiente. No es seguro para ti saber más. Estoy haciendo esto por nosotros, por nuestro futuro.


—¿Nuestro futuro? —replicó ella, su voz alzándose—. ¿De qué futuro hablas? No quiero vivir con miedo, Jackson. No quiero estar con alguien que podría ser peligroso.


Jackson se acercó, tratando de tomar sus manos, pero ella se retiró. Su mirada se endureció, y en ese momento, Lía vio algo en sus ojos que la asustó aún más: una mezcla de desesperación y rabia.


—No me dejes, Lía. No ahora. Estoy tratando de salir de esto, pero necesito tiempo. No te vayas —dijo, su voz suplicante y autoritaria a la vez.


El corazón de Lía latía con fuerza. Su abuela tenía razón: Jackson estaba atrapado, pero eso no significaba que ella tuviera que sacrificarse. Sin embargo, el miedo a lo que Jackson podría hacer si ella intentaba irse era paralizante.


Finalmente, Lía respiró hondo y habló con la voz más firme que pudo reunir.


—Jackson, no puedo seguir así. Necesito pensar en mi seguridad y en mi bienestar. Te amo, pero no puedo seguir viviendo con este miedo. Me voy a casa de mis padres por un tiempo.


Jackson se quedó quieto, mirándola con una mezcla de sorpresa y dolor. No dijo nada, solo la miró mientras ella se alejaba, con la determinación de protegerse.


Lía corrió a su habitación, agarró una maleta y comenzó a empacar lo esencial. Mientras lo hacía, su mente estaba en un torbellino de emociones: miedo, tristeza, pero también una sensación de liberación. Sabía que dejar a Jackson era lo más difícil que había hecho, pero también sabía que era lo correcto.


El capítulo termina con Lía cerrando la puerta de la casa detrás de ella, dejando atrás la oscuridad y el peligro, mientras se dirige hacia un futuro incierto pero más seguro. Mientras se aleja, siente una mezcla de alivio y miedo, sabiendo que esta no es la última vez que verá a Jackson.

THE HORROR LOVE ( EL AMOR DE TERROR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora