11. A salvo o no?

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El sol comenzó a asomarse en el horizonte, lanzando rayos de luz sobre el almacén abandonado. Jackson y Lía estaban exhaustos, cubiertos de sangre y polvo, pero vivos. Después del brutal enfrentamiento con Mark, se dirigieron a un hospital clandestino recomendado por un contacto de Jackson. Era un lugar discreto, donde no harían preguntas ni llamarían a la policía. Allí, un médico trató las heridas de Jackson, asegurándose de que estuviera fuera de peligro.

Lía se quedó junto a él durante todo el proceso, observando cómo el médico limpiaba y cosía las heridas. Jackson había sufrido varios golpes y cortes, incluyendo una herida profunda en el brazo que requería varios puntos de sutura. A pesar del dolor y la fatiga, Jackson permaneció consciente, sus ojos fijos en Lía, quien le devolvía la mirada con una mezcla de preocupación y alivio.

Finalmente, el médico terminó y se dirigió a Lía.

—Estará bien. Necesitará descansar y evitar cualquier actividad física extenuante durante al menos unas semanas —dijo el médico, con voz tranquila—. Les sugiero que se mantengan fuera de la vista. Las heridas como estas suelen levantar sospechas.

Lía asintió, agradecida. A pesar de la tranquilidad del médico, sabía que los problemas aún no habían terminado. Mark estaba muerto, pero sus hombres seguían sueltos, y había muchas preguntas sin respuesta. ¿Qué pasaría con ellos ahora? ¿Estaban realmente a salvo?

Los días siguientes fueron una mezcla de calma y tensión. Lía cuidó de Jackson, ayudándolo con las curas y asegurándose de que descansara lo suficiente. A medida que las heridas físicas de Jackson comenzaban a sanar, las heridas emocionales también empezaron a salir a la superficie. La muerte de Mark había dejado un vacío inquietante en sus vidas. Jackson, aunque aliviado de que la amenaza inmediata había terminado, no podía evitar sentirse culpable y preocupado por el futuro.

Una noche, mientras Jackson descansaba en el sofá, Lía se sentó a su lado. El silencio entre ellos era denso, cargado de preguntas sin respuesta. Finalmente, Jackson rompió el silencio.

—Lía... ¿crees que estamos realmente a salvo ahora? —preguntó, su voz suave pero llena de incertidumbre.

Lía lo miró, viendo la preocupación en sus ojos. Acarició suavemente su mejilla antes de responder.

—No lo sé, Jackson. Mark está muerto, pero no sabemos qué harán sus hombres o si alguien más vendrá por nosotros —dijo, su voz teñida de preocupación—. Pero no podemos vivir en constante miedo. Debemos encontrar una manera de seguir adelante.

Jackson asintió lentamente. Sabía que tenía razón, pero la incertidumbre era difícil de soportar. No podía dejar de pensar en los amigos que había perdido, en las vidas que se habían truncado por culpa de su pasado. Se preguntó si alguna vez podrían tener una vida normal.

—Tal vez... tal vez sea hora de dejar esta vida atrás, de empezar de nuevo en otro lugar —dijo Jackson, sus ojos encontrando los de Lía—. Podríamos irnos, desaparecer por completo.

Lía lo miró con sorpresa, pero también con esperanza. La idea de un nuevo comienzo era tentadora. Podrían dejar atrás el peligro, la violencia, y construir algo nuevo y mejor para ellos.

—¿De verdad lo dices en serio? —preguntó, buscando confirmación.

Jackson asintió, con una determinación renovada en su mirada.

—Sí. No quiero seguir mirando por encima del hombro, esperando el próximo ataque. Quiero vivir una vida en paz, contigo —dijo, tomando la mano de Lía—. Pero sé que no será fácil. No sabemos si realmente estamos a salvo, si alguien vendrá a buscarnos.

Lía apretó su mano, sintiendo una mezcla de miedo y esperanza. Sabía que la vida que estaban eligiendo no sería fácil, pero también sabía que estar juntos era lo más importante. Habían superado tanto y estaban dispuestos a enfrentar cualquier cosa que viniera.

Mientras conversaban, un sonido inesperado interrumpió su conversación. Era el timbre del teléfono de Jackson. Ambos se miraron con preocupación. Desde el incidente en el almacén, habían evitado el contacto con casi todos, manteniendo un perfil bajo. Jackson tomó el teléfono, miró el número y respondió con cautela.

—¿Quién habla? —preguntó, su tono serio.

—Jackson, soy Alex —dijo la voz al otro lado de la línea. Era el mismo hombre que le había informado sobre el ataque de Mark—. Necesitamos hablar. Es urgente.

Jackson sintió un nudo en el estómago. La última vez que habló con Alex, había sido para recibir una advertencia. Ahora, el tono de Alex era grave y preocupado.

—¿Qué sucede? —preguntó Jackson, tratando de mantener la calma.

—Hay rumores... Se dice que Mark tenía contactos más allá de nuestra ciudad, personas que no están contentas con su muerte. Podrían venir por ti y Lía. Necesitas estar preparado para lo peor —dijo Alex, su voz llena de urgencia.

Jackson sintió un frío recorrer su espalda. La idea de que estuvieran en peligro no era nueva, pero escuchar que podría haber más enemigos allá afuera, personas que ni siquiera conocían, era aterrador.

—Gracias, Alex. Estaremos atentos —respondió Jackson, colgando el teléfono.

Lía lo miró con preocupación. Jackson le explicó lo que Alex le había dicho. Ambos se quedaron en silencio por un momento, procesando la información.

—Entonces, ¿qué hacemos ahora? —preguntó Lía, tratando de contener su miedo.

Jackson la miró, sintiendo una mezcla de protección y amor. Sabía que no podían seguir huyendo para siempre, pero también sabía que necesitaban estar preparados.

—Primero, necesitamos salir de aquí. Buscar un lugar seguro, lejos de todo esto —dijo Jackson, su voz firme—. Luego, averiguaremos quiénes son esos contactos y por qué están tan interesados en nosotros. No podemos quedarnos de brazos cruzados.

Lía asintió, aunque aún sentía el peso de la incertidumbre. Sabía que sería difícil, pero también sabía que no estaban solos. Se tenían el uno al otro, y eso les daba la fuerza para enfrentar lo que viniera.

THE HORROR LOVE ( EL AMOR DE TERROR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora