En resumen, Robin acababa de meterme en el peor lio en el que me había implicado desde que nos conocíamos. Y teniendo en cuenta que nos habían pillado robando exámenes, pegando chicles a la "pija" de clase cuando íbamos a primaria y entrando en el vestuario de las chicas, y todas y cada una de ellas por culpa de Robin, eso era decir mucho.
Sin embargo, esa las superaba todas con creces. Los primos lejanos de los padres de Coral, la hermana pequeña de Robin, no habían visto a mi amigo nunca, y como tampoco disponía de ninguna red social en la que colgara fotos, asunto que suprimió tras una complicada relación pasada, tampoco habían tenido la oportunidad de ver su aspecto actual. Ese detalle era importante, porque de lo contrario no habría podido considerar el plan como viable. Coral los conocía, pero al parecer hacía muchísimos años que no los veía. Al fin y al cabo, viviendo en las afueras de Barcelona como vivíamos, debía resultar difícil compaginar días para ir de visita. Pero eso no impidió a su madre y a los parientes de esta decidir que debía ir con un acompañante "responsable". En cierto modo lo entendía, Coral era una alocada adolescente de diecisiete años, todavía no era mayor de edad, y su madre no quería que fuera sola. Y aunque tanto Robin como yo teníamos cuatro años más, no podría, ni por un instante, catalogar a mi amigo como "acompañante responsable". De todos modos, eso no importaba. Porque Robin no iba a ser ese "acompañante responsable". No. Robin se iría de vacaciones a Italia, lugar al que me habría encantado poder ir también, para poder ligar. Básicamente. El que realmente iría a Salou a pasar dos semanas de vacaciones no sería su hermano de verdad. Sería su hermano postizo. Es decir; yo.
Exacto. La brillante idea de Robin era que yo, Adam Hernandez, me hiciera pasar por el hermano mayor y responsable de su hermana pequeña.
Retorcido.
Aunque brillante, desde cierto punto de vista.
El problema era que yo no conocía lo suficiente a Coral como para hacerme pasar por su hermano. Además de que su madre realmente pensaría que era Robin y no yo quien estaría con ella. Por suerte, aunque por desgracia para mí, Robin siempre lo tenía todo pensado. Así que durante la semana que seguía, mientras continuaba trabajando a la espera de mis ya no tan ansiadas vacaciones, Coral se pasó por el restaurante "Mil sabores" con una lista de "cosas que debe saber un hermano".
― ¿Se supone que debo estudiarme esto? ―pregunté mirando la lista― ¿Regalarle a mi hermanita siempre la merienda? ―dije en voz alta ante la mirada inocente de la joven―. ¿Te crees que me chupo el dedo?
― No sé qué te chuparas, pero tú léetelo ―contestó con una sonrisa realmente retorcida. Fruncí levemente el ceño mientras mi jefe me llamaba la atención por no estar atendiendo los "verdaderos clientes". También era mala suerte que Coral se pasara por allí justo el día que venía el jefe para pasar el control del mes de empleados.
― No pienso darte mi merienda ―dije antes de obedecer las órdenes del jefe. Coral sonrió con cierto cinismo y con una de sus manos tocó descaradamente mi estómago.
― Pues tal vez te vendría bien... ―y dejándome con la boca abierta, se dio media vuelta sonriente y se marchó.
Evidentemente, lo había dicho para fastidiar... ¿No?
Ante mi propia vergüenza, entre cliente y cliente, alcé mi camisa para observar mi vientre atentamente en el espejo.
No. Estaba como siempre.
― ¿He contratado a un empleado o a una señorita presumida? ―me regañó mi jefe de nuevo―. ¡Vamos, Hernández, que todavía no está de vacaciones!
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"Cosas que debe saber un hermano"
Teen Fiction¿Alguna vez te has visto envuelto en un lío enorme por llegar en el momento y en la situación menos adecuada? Si es así, entonces me entenderéis perfectamente . Mi mejor amigo Robin y yo llevábamos planeando las vacaciones de verano durante meses, e...