"...Entonces, tu madre me dijo que te gusta cantar".Chloe y Artie pasearon juntos por los jardines del palacio, disfrutando del sol de la tarde. Como hacía días que no salía al exterior, Chloe lo disfrutaba tanto como podía. A su lado, Artie caminaba con elegancia y su espalda estaba perfectamente erguida. Parecía un príncipe con su pelo rubio perfectamente peinado hacia un lado, dejando al descubierto unas pecas en la frente. Lo único que le faltaba era una corona.
Cualquier chica sería afortunada de tenerlo (de eso no tenía ninguna duda Chloe), pero la mayoría de las chicas no la incluían. Después de todo, era una chica protegida, se distraía con facilidad y tenía tendencia a ver cosas que no existían. Probablemente su madre no había mencionado esa parte. Artie no habría recorrido un largo camino si hubiera sabido la verdad. Ella estaba perdiendo el control, o al menos, algo había sucedido en esa madriguera de conejo que la había dejado permanentemente... bueno... rara .
"Sí, lo hago", respondió Chloe con sencillez. "A mi mamá le gusta. Es un pasatiempo 'seguro'".
-¿Ah, sí? -Artie la miró con curiosidad. Caminaban a la misma distancia, con los dos guardias detrás, como siempre, haciendo ruido. Ni siquiera con compañía se quedaba en paz-. ¿Ella se preocupa por ti?
-Un poco demasiado -Chloe asintió con la cabeza hacia su séquito-. No voy a ningún lado sin ellos. Estos son Lionel y Hubert. Artie hizo un gesto con el pulgar hacia cada guardia y se rió entre dientes. Chloe sabía que probablemente él no entendía (no podía entender) cuán profundo era el miedo de su madre. Nadie se preocupaba más que la Reina Cenicienta.
-Caballeros -saludó el hombre mientras los caballeros se inclinaban y volvían a sus posiciones originales sin decir palabra. El príncipe se volvió hacia ella-. No son una pareja muy conversadora.
"Su único trabajo es asegurarse de que me divierta lo menos posible".
"¿Porque eso?"
-Por eso. -Chloe giró la cabeza y le mostró la cicatriz a Artie, lo que le hizo estremecer-. Me caí en una vieja madriguera de conejos cuando tenía seis años. Mi madre nunca ha sido la misma desde entonces.
-Mi madre es igual -dijo Artie mientras seguían caminando y se giraron para tomar un atajo a través de la colección de estatuas de su padre-. Odia que me vaya a la Cruzada. La preocupa muchísimo.
-Al menos te deja ir -suspiró Chloe, jugando con uno de sus rizos azules-. El mío no me deja hacer nada. Quiero aprender a luchar con espada, como mi hermano. Pero algo así le daría un infarto a mi madre.
-Las espadas no son muy propias de una dama -reflexionó Artie, lo que hizo que Chloe se estremeciera-. Preferiría no usar las mías si puedo evitarlo.
"Puedo manejarlo. Soy más que una cara bonita".
-Podrías haberme engañado -dijo Artie encogiéndose de hombros y sonriéndole-. Eres muy hermosa, alteza.
Chloe frunció los labios, sabiendo que se trataba de un cumplido. Una chica debería sonrojarse ante la atención de un chico; especialmente si tiene un título. Pero Artie no había oído ni una palabra de lo que acababa de decir. Sin duda, tenía opiniones muy similares a las de su madre sobre su educación. Se suponía que debía ser delicada y recatada; cantar era lo que aportaba al mundo y eso era todo. Distraída por sus propios pensamientos, Chloe se dio la vuelta cuando sintió que alguien le tocaba el hombro. Al girarse para ver quién era, una sombra familiar teñida de rojo se cernía justo detrás de uno de los setos, detrás del armamento que la acompañaba. Sin pensarlo, Chloe echó a correr tras ella, agachándose debajo de Lionel y Hubert antes de que pudieran pensar siquiera en detenerla.
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Pequeños pájaros cantores azules... (en jaulas de plata dorada) [Glasshearts]
FanfictionDesde que cayó en una madriguera de conejo cuando era niña, un misterioso espectro rojo la observa. La acecha en sus sueños y permanece en sus pensamientos, pero siempre está ahí, fuera de su vista. Es producto de su imaginación... o eso cree ella. ...