Desde que Jaehyun había regresado a vivir a su poblado en Corea se sorprendió de lo cambiado que estaba todo. Había personas de tantas nacionalidades a su alrededor y los comercios que hacían que pasear por la ciudad fuera más apetecible o mejor dicho, que pareciera más una ciudad y se perdiera un poco de la tranquilidad que él esperaba encontrar.
Él era un fanático de visitar cafeterías y aunque siempre terminaba pidiendo un americano helado sin azúcar, estaba seguro que todos sabían distintos. Tomó su computadora, sus audífonos y su portafolio y se encaminó hacia la pequeña cafetería que había llamado su atención hacía unos días.
Un suave tintineo anunció su llegada y a pesar del aroma delicioso a caramelo del lugar, en este sólo había una pareja tomando una bebida caliente.
– Buenas noches ¿En qué puedo ayudarlo?
Se acercó sin prestar atención al chico de gorra frente a él pues estaba leyendo el menú.
– Quiero un iced americano grande. Y un sándwich de pollo.
– Enseguida.
Mientras el encargado se apresuraba con su pedido él se entretuvo con sus redes sociales un buen rato, hasta que un plato de lo más antojable y un vaso de plástico fueron colocados frente a él.
– Aquí tiene. Son doce mil wones por favor.
– ¿Sólo eso por las dos cosas?
Su mirada se encontró con la del chico que lo estaba atendiendo, que puso las manos en su pequeña cadera y asintió con una sonrisita, viéndose complacido por atender bien a su cliente.
Jaehyun jamás había visto una cara tan preciosa.
– Así es. Hoy es día de combo.
– Muchas gracias. – dijo por fin, aclarándose la garganta.
– No hay de qué. Eeehh ¿Tarjeta o efectivo?
– Tarjeta. Por favor.
El bajito asintió, sintiéndose un poco intimidado al notar la mirada de Jaehyun sobre su cabello. Quizá era momento de deshacerse de sus cabellos rosados.
– Cuando lo indique la pantalla.
– Cobrame veinticinco mil por favor.
– ¿Disculpa?
– Quiero darte propina. Eres muy amable.
El castaño soltó una risita y negó con ambas manos.
– Enserio no es necesario.
– Yo creo que sí lo es. En verdad.
– No. De verdad.
– Si. Enserio.
– No. Por favor, coloque su tarjeta.
– Te daré tu propina en efectivo entonces.
– Es muy vergonzoso. No puedo aceptarlo.
– ¿Por qué es vergonzoso?
Jae logró sacarle una sonrisa muy bonita al chico y se derritió cuando este se cubrió el rostro con sus delicadas y pequeñas manos.
– ¿Por qué no mejor disfrutas tu café y te conviertes en nuestro cliente?
– En verdad quiero darte propina... ¿Cómo te llamas?
– Taeyong. Y en verdad no es necesario...
– Jaehyun.
– Jaehyun. En verdad no es necesario.
El alto pagó sus alimentos y luego dejó la propina sobre la barra, tan repentinamente que Taeyong no pudo devolverselo ya que un grupo de amigas entraron al local y ordenaron de inmediato.
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Jaehyun se había vuelto el cliente más frecuente en Pinkcoffe. Descubrió que Taeyong cubría el turno vespertino y que era el encargado de cerrar el local. Y después, descubrió que Yong era el hijo de los dueños del lugar.
Ya no cataba americanos en ninguna cafetería, sino que ahora estaba dispuesto a probar absolutamente todo de Pinkcoffe. Y desde luego que el hermosísimo barista tenía mucho que ver ahí.
– ¿Qué quieres probar el día de hoy?
Taeyong siempre lo recibía con una sonrisa y le ponía caritas sonrientes a su bebida.
– ¿Qué me recomiendas? Hoy tengo que entregar muchos balances.
– El caramel macchiato es una excelente opción.
– Entonces uno de ese. Y para cenar una crepa de champiñones, por favor.
– Claro. En un momento está listo.
Jaehyun esperó pacientemente, jugando con sus dedos y mirando embobado a la obra de arte que tenía frente a él. Jamás se había sentido de esa manera.
– ¿Cerrarás más tarde la próxima semana? Oí que habrá un concierto tres días seguidos
– Un festival de música. Pero no creo cerrar más tarde.
– Oh...
Yong mordió su labio inferior y volvió a lo suyo mientras Jaehyun se desesperaba por no poder hacerle plática a ese chico que lo volvía loco.
– La próxima semana hay un recorrido nocturno en bicicleta. Abrirán una exposición de momias o algo así. Pienso que sería divertido ir... ¿Quisieras ir conmigo?
– Uhm... No sé si pueda.
– Comienza a las once y media. Puedo acompañarte a que cierres y nos vamos para allá.
Dudó un momento, pero no quería ser grosero. Además hacia tanto tiempo que no salía a divertirse, a veces lo entristecía perderse su juventud...
– Está bien. Me gustaría.
La rutina de Taeyong consistía en limpiar la barra, atender a los clientes. Y regalarle sonrisitas a su cliente más fiel, que iba sin falta desde hace tres meses y que no dejaba de mirarlo todo el tiempo.
El recorrido nocturno fue sólo la primera de muchas y diversas salidas juntos: a comer sushi, patinar, probar restaurantes de pasta, postres, helados, jugar boliche, comer ramen de tienda de autoservicio y más.
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– ¿Y qué estudiaste?
Taeyong se limpió la salsa de tomate de la boca con una servilleta antes de tomar otro bocado.
– Negocios ¿Y tú?
– No terminé la escuela. Pero estaba en diseño de modas. Después aprendí a hacer café.
– ¿Y por qué no la terminaste?
Jaehyun pensó que había sido imprudente al ver la reacción del más joven, sin embargo este se estiró sólo para servirse más albóndigas.
– Tuve algunos problemas en casa y preferí trabajar.
– Pues eres un excelente barista. Preparas el mejor café que he probado.
– Seguro estás exagerando.
– Lo digo enserio. Taeyong, quisiera decirte algo.
Casi suspiró cuando el de ojitos adorables miró su reloj y se levantó repentinamente. En su salida número treinta no podía creer que Taeyong otra vez huyera sin que pudieran aclarar su situación.
– Tengo que irme.
– Taeyong.
– Descansa Jae. Buenas noches.
Se moría por besarlo, por tomarlo de las manos y confesarle toda la verdad. Sin duda estaba enamorado, pero podía esperar.
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Coffe rose - Jaeyong
FanfictionJaehyun conoce al barista más dulce y precioso pero ¿qué podría ocultar detrás de su cara bonita? Fluff 🩷