🎋᪲ . El chico que mira las estrellas | Sanegiyuu.

🎋᪲ . Cap 2.

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🌸ㅤ𝗀𝗈𐐲ᧉ (¿?)
©    𝗦anegiyuu ㅤ (੭´͈ ᐜ '͈)੭

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Sanemi tomó la mano del joven con suavidad, sintiendo el calor reconfortante que emanaba de su piel. Lo rodeó con los brazos desde atrás, estrechándolo en un abrazo cálido mientras ambos reían y se sonrojaban, intercambiando besitos suaves en las mejillas. La risa del joven era como música para sus oídos, una melodía que resonaba con alegría y complicidad. Sanemi se sentía completamente embelesado, perdido en ese momento de pura felicidad. La diferencia de altura, donde el joven era un poco más bajo que él, le resultaba encantadora, dándole una sensación de ternura y protección.

Mientras ambos miraban el cielo estrellado, Sanemi cerró los ojos, disfrutando de la paz y la serenidad que sentía en ese instante. Una sonrisa amplia se dibujó en su rostro, reflejando la dicha que experimentaba al estar tan cerca de alguien que parecía comprenderlo sin palabras. El firmamento se extendía ante ellos, un vasto lienzo de luces titilantes que invitaba a soñar y a perderse en sus secretos.

"¡Shinazugawa!" El grito repentino rompió el hechizo. Sanemi abrió los ojos de golpe, parpadeando confundido mientras intentaba ubicarse. Se encontraba en su asiento en el aula, con la mirada de sus compañeros clavada en él. Algunos reían por lo bajo, disfrutando de su desconcierto, mientras su mejor amigo, Iguro, lo observaba con una expresión de burla mal disimulada.

"¡Ah! ¿Qué, qué?" murmuró Sanemi, frotándose los ojos en un intento de despejarse. Al alzar la vista, vio al profesor Kokushibo mirándolo con una severa expresión de enojo. El señor Kokushibo era conocido por su temperamento estricto y su poca paciencia con los estudiantes distraídos.

"No es la primera vez que te quedas dormido en mi clase, Shinazugawa. A detención, ¡ahora!" ordenó el profesor, su voz resonando con autoridad. Sanemi se levantó de su asiento, sobresaltado y aún medio adormilado, y comenzó a caminar hacia la sala de dirección, murmurando maldiciones por lo bajo.

Mientras caminaba, su enojo se fue intensificando. Se sentía frustrado no solo por la reprimenda del profesor, sino también porque el hermoso sueño había sido interrumpido de manera tan abrupta. "¿Por qué no podía ser real?", se preguntaba, cada paso en el pasillo parecía resonar con su rabia contenida. Era una sensación amarga, una mezcla de desilusión y enojo. Las fantasías que construía en su mente sobre el joven de la azotea eran un escape de la monotonía de su vida cotidiana, un lugar donde podía sentir algo más que la indiferencia o la burla de los demás.

En el camino, Sanemi continuó refunfuñando, maldiciendo al profesor Kokushibo, imaginando respuestas ingeniosas que podría haber dado. "¿Por qué siempre tiene que ser tan estricto?", pensaba, "Es solo un sueño, no es como si estuviera haciendo algo malo." Se permitió una sonrisa sarcástica al imaginar la reacción del profesor si le hubiera contado sobre el joven que poblaba sus sueños.

Llegó a la sala de detención y se dejó caer en una silla con un suspiro de resignación. La sala estaba casi vacía, con solo un par de estudiantes que lo miraron con curiosidad antes de volver a sus propios asuntos. Sanemi cruzó los brazos y se reclinó en su asiento, tratando de reprimir la frustración que burbujeaba en su interior. Sabía que su enojo no era solo con el profesor o la situación actual, sino con la realidad misma, que siempre parecía quedarse corta en comparación con sus sueños y fantasías.