"¿Te gustan mis pies?" preguntó, interrumpiéndome. Su voz sonaba suave, casi seductora.
Me quedé en silencio, incapaz de responder. Sabía que no podía mentirle, pero tampoco quería admitir la verdad.
Abril se acercó aún más, y pude sentir el roce de sus dedos en mi brazo. "Está bien, puedes decírmelo. No voy a juzgarte."
Cerré los ojos, sintiendo cómo la culpa me consumía. "Sí, Abril. Me... me fascinan tus pies."
Ella soltó una risita, y pude sentir cómo se relajaba a mi lado. "Lo sabía. Siempre me pareció que te gustaban más de lo normal."
Abrí los ojos, mirándola con incredulidad. "¿Cómo lo supiste?"
Abril se encogió de hombros, con una sonrisa traviesa. "Bueno, no es la primera vez que ves mis pies con tanta devoción y aparte esa obsesion con mis pies es muy obvia. Supongo que soy un poco especial en ese sentido."
No podía creer lo que estaba escuchando. "¿Quieres decir que... no te molesta?"
Ella negó con la cabeza. "Para nada. De hecho, me halaga que te gusten tanto." Su mano se deslizó suavemente por mi brazo, enviando escalofríos por todo mi cuerpo. "Y si soy honesta, a mí también me gusto cuando me masajeaste."
Sentí cómo el corazón me latía con fuerza. ¿Acaso Abril estaba...? No, no podía ser posible.
"Abril, yo... no se esto es un poco extraño," balbuceé, sintiéndome completamente abrumado.
Ella se acercó aún más, hasta que nuestros rostros quedaron a escasos centímetros. "No tienes que decir nada," susurró. "Simplemente déjate llevar."
ella comenzaba a quitarse lentamente los zapatos, dejando que sus pies enfundados en medias quedaran a la vista. Sentí cómo mi corazón se aceleraba ante esta inesperada provocación.
"Abril, ¿qué estás haciendo?" pregunté, tratando de mantener la calma.
Ella me miró con una sonrisa traviesa. "Bueno, dijiste que te fascinan mis pies. Pensé que te gustaría verlos más de cerca."
Hubo un repentino silencio Abril y yo nos miramos por un momento, la tensión palpable entre nosotros.
"entoncesss ¿Te gustan?" preguntó en voz baja, con una mezcla de nerviosismo y anticipación.
Tragué saliva, sintiendo cómo el deseo se apoderaba de mí. "Son... son hermosos," logré decir, sin poder apartar la mirada.
Suavemente, acerqué mi rostro a sus pies, inhalando su aroma. Podía sentir cómo la tela de las medias acariciaba mi piel, y un escalofrío me recorrió la espalda.
Sin pensarlo, comencé a besarlos con delicadeza, explorando cada curva y cada recoveco. Abril se estremeció, y pude ver cómo su respiración se aceleraba.
Lentamente, comencé a deslizar mis dedos por la tela de sus medias, explorando cada curva y cada recoveco. Abril se estremeció, y pude notar cómo su respiración se aceleraba.
"Eso se siente tan bien," murmuró, hundiendo los dedos en el mullido pasto.
Continué acariciando sus pies, deleitándome con la sensación de la tela suave bajo mis dedos. Abril parecía estar completamente entregada a la experiencia, y yo me sentía embriagado por su reacción.
De repente, Abril se inclinó hacia mí, susurrando en mi oído. "Sabes, mis padres han invitado a los tuyos a cenar en casa esta noche."
Sentí cómo el mundo a mi alrededor se detenía. "¿Qué? ¿En serio?"
Ella asintió, con una sonrisa traviesa. "Sí, al parecer quieren que vayan"
No sabía qué decir. La idea de que nuestros padres se reunieran me llenaba de una mezcla de emoción y temor. ¿Qué pasaría si descubrían lo que estaba sucediendo entre nosotros?
"¿Qué piensas?" preguntó Abril, acariciando suavemente mi brazo.
Tragué saliva, tratando de ordenar mis pensamientos. "Yo... no lo sé, Abril. Esto es un poco... repentino."
Ella se acercó aún más, hasta que pude sentir el calor de su cuerpo. "Vamos, será divertido. Además, será una oportunidad para que chupes y beses mis pies mejor."
Suspiré, sintiendo cómo el conflicto interno me consumía. Por un lado, la idea de pasar más tiempo con Abril me emocionaba. Pero, por otro, no podía dejar de pensar en las consecuencias que podrían acarrear nuestros actos.
"¿Qué pasa?" preguntó Abril, notando mi preocupación. "¿No quieres ir?"
Tomé una profunda respiración, tratando de aclarar mis ideas. "No es eso, es solo que... tengo miedo de que nuestros padres puedan descubrir lo que está pasando entre nosotros."
Ella sonrió, acariciando suavemente mi mejilla. "Tranquilo, nadie tiene por qué saber nada. Podemos mantenerlo en secreto, al menos por ahora."
Sentí cómo mi corazón se aceleraba ante sus palabras. "¿Estás segura de que quieres eso?"
Abril asintió, con una mirada decidida. "Si. Quiero estar contigo, y si eso significa mantenerlo en secreto, entonces así será."
Antes de que pudiera responder, el timbre que anunciaba el final del receso sonó, interrumpiendo nuestro momento íntimo. Abril se puso rápidamente los zapatos, y ambos nos dirigimos a nuestras respectivas aulas, con la promesa de encontrarnos más tarde.
Mientras caminaba hacia mi salón, no podía dejar de pensar en lo que acababa de suceder. Abril había aceptado mantener nuestra relación en secreto, y la idea de eso me llenaba de una mezcla de emoción y ansiedad.
Más tarde ese día, mis padres y yo llegamos a la casa de Abril. Mientras nos dirigíamos a la puerta, pude notar que los padres de Abril parecían conocer a los míos desde hacía años. Eso me hizo sentir un poco más tranquilo, al menos en ese aspecto.
Cuando entramos, Abril llevaba puestas unas elegantes sandalias que dejaban al descubierto gran parte de sus pies. No pude evitar sentir una punzada de deseo al verlos, preguntándome si ella los habría elegido intencionalmente para tentarme.
Durante la cena, los adultos charlaban animadamente, pero yo apenas podía concentrarme en la conversación. Abril, sentada enfrente mío, comenzó a mover suavemente sus pies, rozándolos contra mi pierna de manera casi imperceptible.
Traté de mantener la compostura, pero sentía cómo mi cuerpo respondía a sus caricias. Poco a poco, mi respiración se aceleraba y un calor intenso se apoderaba de mí.
En un momento dado, Abril deslizó uno de sus pies hasta mi entrepierna, presionando suavemente. Contuve un gemido, sintiendo cómo mi miembro se endurecía bajo su toque. Ella me miró con una sonrisa traviesa, sin dejar de acariciarme.
"Mamá, papá," dijo de pronto Abril, interrumpiendo la conversación. "¿Podemos ir a mi habitación un momento? Quiero mostrarle algunas cosas."
Sus padres asintieron sin sospechar nada, y Abril y yo nos levantamos de la mesa. Mientras caminábamos hacia su cuarto, sentía cómo la anticipación me consumía.
Una vez allí, Abril cerró la puerta y se abalanzó sobre mí, besándome con pasión. Correspondí el beso con la misma intensidad, sintiendo cómo el deseo me nublaba los sentidos.
Nuestras manos exploraban cada rincón del otro, y pronto la ropa comenzó a estorbar. Abril se deshizo de sus sandalias y volvió a acariciar mi entrepierna con sus pies, provocándome gemidos de placer.
"Abril, yo... no sé si deberíamos estar haciendo esto," susurré, luchando por mantener la cordura.
Ella me miró con ojos brillantes, una sonrisa traviesa en sus labios. "Shh, tranquilo. Nadie tiene por qué enterarse."
Y sin más, volvió a besarme, sus pies acariciando mi cuerpo con una destreza que me volvía loco.