Apenas una semana después de la fiesta de cumpleaños de Abril, recibí una llamada que emocionaría mi mundo por completo."¡Hola! ¿Estás libre esta noche?" preguntó Abril con entusiasmo. "Mis padres no estarán en casa y pensé que podríamos tener una noche de películas, como en los viejos tiempos."
Sentí cómo mi corazón se aceleraba ante la idea de pasar una velada a solas con Abril. Después de lo ocurrido en su fiesta, mi mente no había dejado de divagar sobre la posibilidad de que ella también sintiera algo por mí.
"¡Claro, me encantaría!" respondí, tratando de ocultar mi emoción. "¿Quieres que lleve algo?"
"Mmm, ¿qué tal si traes algunas palomitas y refrescos?" sugirió Abril. "Yo me encargo de elegir las películas."
Acepté de inmediato, colgando el teléfono con una sonrisa de oreja a oreja. Esa noche, me aseguré de lucir lo más presentable posible, eligiendo mi ropa y mi pijama.
Cuando llegué a la casa de Abril, ella me recibió con una cálida sonrisa. Sus pies, enfundados en unas cómodas pantuflas, se asomaban ligeramente debajo de su pijama. Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano por no desviar la mirada hacia ellos.
"¡Pasa, pasa!" me indicó, haciéndome señas para que me acomodara en la sala. "Pon las palomitas y los refrescos en la mesita, voy a poner la primera película."
Obedecí, sintiendo cómo el nerviosismo se apoderaba de mí. Mientras Abril se movía por la habitación, no podía evitar observar cada uno de sus delicados movimientos, imaginando cómo sería poder tocar esos pies que tanto me fascinaban.
Una vez que apagamos las luces y la película comenzó a reproducirse, Abril se acomodó a mi lado en el sofá, acercándose más de lo habitual. Podía sentir el calor de su cuerpo y el suave aroma de su cabello, lo que hizo que mi pulso se acelerara.
Traté de concentrarme en la película, pero mi atención se desviaba constantemente hacia sus pies. Eran tan hermosos, tan perfectos, que me resultaba casi imposible apartar la mirada. Poco a poco, me fui acercando más a ella, hasta que nuestros brazos se rozaban.
"¿Estás cómodo?" susurró Abril, volviéndose hacia mí.
"Sí, muy cómodo," respondí, sintiendo cómo el rubor se apoderaba de mis mejillas.
En ese momento, Abril se acomodó más cerca de mí, recostando su cabeza sobre mi hombro. Podía sentir la suavidad de su piel y el calor de su cuerpo,
Conforme avanzaba la película, Abril fue relajándose cada vez más, hasta que finalmente se quedó profundamente dormida. Verla tan vulnerable y serena despertó en mí un torrente de emociones. Lentamente, como si estuviera en trance, acerqué mi mano a uno de sus pies.
"Abril... ¿estás despierta?" susurré, pero ella no respondió. Suavemente, comencé a acariciar su pie, maravillándome de su suavidad y delicadeza.
Un escalofrío me recorrió cuando acerqué mi rostro y deposité un beso en su empeine. El sabor salado del sudor mezclado con la fragancia de su piel me embriagó por completo. Incapaz de contenerme, deslicé mi lengua a lo largo de su arco, saboreando cada centímetro.
"Mmm..." Abril se removió ligeramente, pero no despertó. Animado por su reacción, continué besando y chupando su pie, perdiéndome en la sensación de su textura suave y tersa.
De pronto, Abril se acurrucó más cerca de mí, envolviendo sus pies con la cobija que tenía encima. Sentí una oleada de pánico, temiendo que hubiera despertado y descubierto mi atrevimiento. Pero ella siguió durmiendo plácidamente, dejándome a merced de mis deseos más oscuros.
Con cuidado, deslicé mis manos bajo la cobija, acariciando sus tobillos y dedos. Cada caricia enviaba descargas eléctricas a través de mi cuerpo, haciéndome perder la noción del tiempo y el espacio.
"Abril... eres tan hermosa," susurré, sintiendo cómo el deseo me consumía. "Tus pies son perfectos."
Lentamente, comencé a besar y lamer cada uno de sus dedos, deleitándome con su sabor y textura. Abril se removió nuevamente, pero siguió sumida en un profundo sueño.
Continué explorando sus pies con una mezcla de reverencia y lujuria, perdido en la sensación embriagadora de tenerlos tan cerca. Cada suspiro, cada pequeño movimiento de Abril, solo avivaba aún más mi ardiente obsesión.
¿Cuánto tiempo pasó? No lo sé. Pero cuando finalmente me detuve, exhausto y abrumado por la intensidad de lo que acababa de hacer, me di cuenta de que la película había terminado. Abril seguía profundamente dormida, ajena a los pecaminosos actos que acababa de cometer
Me levanté con cuidado, Y empeze a moverla para despertarla.
"Abril," susurré, tocando suavemente su hombro. "Abril, es hora de despertar."
Ella se removió ligeramente, frunciendo el ceño antes de abrir lentamente los ojos.
Ella se removió ligeramente, abriendo los ojos con pereza. "¿Qué? ¿Qué hora es?" preguntó, con la voz aún adormilada.
"Ya es tarde," respondí, tratando de mantener la calma. "Te quedaste dormida durante la película. Creo que es mejor que subamos a tu habitación."
Abril se incorporó lentamente, frotándose los ojos. "perdón. No me di cuenta de que me había quedado dormida." Entonces notó que sus pies sobresalían de la cobija y los miró con confusión. "¿Por qué mis pies están húmedos?"
Sentí que el corazón se me iba a salir del pecho. "¿Húmedos? Ah, sí, bueno... creo que se mojaron un poco con el refresco que derramaste antes," mentí, rezando para que me creyera.
Ella me miró con sospecha, pero finalmente se encogió de hombros. "Está bien, no importa. Ayúdame a llegar a mi cuarto, por favor."
La ayudé a levantarse y la guié por el pasillo hasta su habitación. Abril caminaba con cuidado, como si le dolieran los pies. Una vez allí, la acosté suavemente en la cama.
"¿Puedes... puedes quedarte conmigo?" preguntó en voz baja, mirándome con ojos suplicantes.
Dudé por un momento, consciente de lo que podría significar quedarme a solas con ella. Pero la tentación de estar cerca de esos pies, de poder volver a saborearlos, era demasiado fuerte.
"Claro, me quedaré," respondí, sintiendo cómo la emoción me embargaba.
Me acomodé a su lado, tratando de mantener una distancia prudente. Pero Abril se acercó más, acurrucándose contra mí. Sentí cómo mi cuerpo se tensaba, consciente de la cercanía de sus pies.
Mientras la observaba dormir, no pude evitar desviar la mirada hacia esos pies que tanto me obsesionaban. Lentamente, sin poder contenerme, acerqué mi mano y comencé a acariciarlos, deleitándome con su suavidad.
Y En un impulso rápido prendí la luz, saqué mi teléfono y capturé una foto de sus pies, sin que Abril se diera cuenta. Necesitaba tener algo que me recordara este momento, algo que alimentara mi creciente obsesión.
Guardé el teléfono y volví apagar la luz y a concentrarme en Abril, observando cómo su pecho subía y bajaba con cada respiración. Me sentía abrumado por una mezcla de culpa, deseo y fascinación. ¿Qué estaba haciendo? ¿Hasta dónde llegaría mi obsesión por los pies de Abril?
Lentamente, el sueño me fue venciendo, y me dormí.