7.-¡Quién quiera salir!

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Ya era una mañana normal dentro de la jaula, que está rodeada de más jaulas, que a su vez está dentro de una "jaula" más grande, que está rodeado también de más "jaulas" que flota casi fantasiosamente sobre el océano que casi inundó el planeta entero; el cual también flota en una complicada, vacía e infinita obscuridad, de la cual no se tiene ni idea si se mantiene de algo.

Los problemas de esta gente enjaulada son minúsculos

Pero esa mañana, resultó ser la mañana. Lo que despertó a varios fue la llegada de un comprador importante en persona, acompañado de un sirviente. Se volvió a ver a ver al narizón con ellos. O al menos fue la punta de su nariz lo único que alcanzó a ver Brownie pegándose a los barrotes.

Entonces, la reja se corrió y entraron todos, 5 guardias, el comprador con su sirviente y la nariz aunque se tuvo que retirar, tal vez tenía otros asuntos por tratar. Se paseaban por cada una de las hileras, comenzaron por la izquierda, e inevitablemente, al cabo de un rato llegaron donde Brownie. Fue entonces cuando vio a todos ellos y la confianza con la que se movían tan lentamente que entendió que el plan ciertamente no era sencillo ni se podía salir ileso, pero que podía funcionar.

El comprador, un hombre maduro de unos 40 y tantos con poco cabello canoso, pero no calvo, vestía muy presentable, en su mayoría de negro a excepción de su chaleco morado y su camisa blanca, un corbatín con una joya azul alrededor de su cuello confirmaban que él no tenía nada que ver con el resto de la gente allí. Su sirviente, quien cargaba con el saco y gorro de su amo, era un hombre delgado y alto, le llevaba como 10 cm. También vestía muy presentable pero más simple tenía un bigote al que se le empezaban a ver canas.

Rodeados de jóvenes guardias examinaban de pies a cabeza a cada uno, pero esto no significa que lo hagan muy minuciosamente, era una vista rápida luego descartaban y seguían adelante.

Antes de darse cuenta ya lo habían descartado lo que le produjo varias sensaciones al mismo tiempo; estaba aliviado de no ser él quien les tenga que saltar como animal primero. Siempre es probable que las cosas salgan mal, que lo maten a golpes luego que le avisen al jefe. Pero también estaba preocupado por si le tocaba a su compañero y las cosas también salían mal, o si al final simplemente ese no era su día y no podían llevar a cabo el plan.

Esta actitud pesimista no es de mucha ayuda, piensa, pero no lo puede evitar.

Entonces se escucha un fuerte ruido que viene de un extremo del lugar. Alguien grita "¡AAARGH QUE... PUTO ASCO!" con todo el asco que se le pueda poner a un sonido. Y de inmediato se arma un alboroto.

Brownie se asoma y voltea a ambos lados, a su derecha no pasa nada, en cambio a su izquierda se está llevando a cabo una riña de la que se logra escapar forzosamente un viejo más usado que el comprador, este lleva unas llaves en la mano mientras corre despavorido tropezándose a causa de la gran prisa que lleva su paso.
Brownie de inmediato reacciona por puro instinto alcanza a estirar la mano para que la pase las llaves y pueda abrir su jaula y ayudar un poco.

Como aún estaba un poco alejado, optó por deslizar con fuerza las llaves hasta que llagaran a su mano. Cuando por fin las tenía la ansiedad era tanta que casi perdía el control y no podía coordinarse bien aunque esto no duró mucho y terminó logrando abrir la puerta bajo presión pero sin problemas.

De inmediato tenía casi enfrente unos guardias y en ese momento fue que se le ocurrió la misma idea que al viejo. Tomar su bacinica y arrojárselas a ellos, era la mejor opción para ganar tiempo y liberar a su compañero. Y así fue, Salió empujando a los guardias que tenía enfrente todo en un solo tiempo. Tal vez le hubiera gustado estar ahí más tiempo y carcajearse con sus reacciones pero había cosas más importantes, ya no estaba seguro estando tras unas rejas, a partir de ahora la situación cambio, ya no era mercancía de nuevo, ya no era dinero, era un enemigo.

Por lo que corrió hasta la jaula de su compañero, quien esperaba listo, también cargando su sucia bacinica para arrojarla ante la más mínima amenaza. Al ver a Brownie de repente casi la arroja pero se detuvo a tiempo, incluso se derramó un poco pero no manchó a nadie. Ahora pudo abrir la jaula con más habilidad; y en cuanto el pelirrojo quedó libre, casi groseramente, hizo a un lado a Brownie y se perfiló a su izquierda, con movimientos así de fluidos le arrojó su bacinica a unos guardias que ya venían corriendo hacia ellos y que resbalaron, quizá por sentir la podredumbre en sus ropas y, en menor medida, en su piel. O quizá por el suelo manchado y la suela de los zapatos.

Pronto, ambos se perfilaron a liberar a más presos. Prueba irrefutable de sus intenciones fue que el pelirrojo gritó al aire: "¡Quién quiera salir que lo demuestre!"

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⏰ Última actualización: Jul 09, 2015 ⏰

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