Capítulo 7 : La danza lenta del deseo

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Me quedé de pie en el umbral y agarré con fuerza el pomo de la puerta mientras echaba un vistazo al interior de la habitación de invitados. La luna hacía que salieran chispas de las perlas de sudor del cuello y los hombros de Jacob. Había echado a un lado las sábanas y estaba tumbado de lado, con el ceño despejado mientras dormía sin soñar. Bañado por la suave luz de la luna, parecía etéreo, una visión de belleza inmaculada que no deseaba estropear. Ésa era la razón por la que no entré; tenía miedo de no poder contenerme y de que mis manos vagaran libremente por ese cuerpo suave que mi maldita existencia inevitablemente mancharía.

Leí los pensamientos de mi hermana y me giré hacia la izquierda. Alice agarró la puerta de mi habitación. Me miró arqueando una ceja y me indicó que entrara . "¡Mira lo que he hecho con tu habitación!"

Suspirando, metí las manos en los bolsillos de mis pantalones, no sin antes mirar hacia atrás, hacia la silueta del lobo. Caminé hacia mi habitación y miré hacia adentro.

Alice se sentó en el sofá que había cambiado de sitio; estaba tapizado con una tela color crema y unos flecos de aspecto horrible. Parecía que lo hubiera sacado del plató de la serie de televisión Upstairs, Downstairs . Me sonrió mientras tiraba de los puños de su blusa de seda blanca.

-¿Te gusta? -Señaló los estantes de música, donde Jasper estaba colocando silenciosamente las cajas de plástico de los CD.

-¿Tengo que responder? -Si mi voz sonaba resignada, Alice fingió no haberlo notado.

-También cambié tus estantes -dijo con un dejo de presunción-. Emmett y Jasper me ayudaron.

Tuve que sacudir la cabeza ante el estilo barroco y estridente de las estanterías. Había desaparecido el estilo escandinavo, limpio y depurado que yo prefería. Estaban pintadas de un granate obsceno. Cuando puse la palma de la mano sobre la estantería, me resultó fácil adivinar la intención de Alice: quería fastidiarme para que volviera a interesarme por la música.

El lobo no fisgoneaba como mi hermana. Jake no me pinchaba así, sólo para que me recompusiera. O me dejaba en paz, o si se le metía en su testaruda cabeza intervenir, hacía algo escandaloso.

"Es agradable verte sonreír de nuevo", dijo Alicia.

-Es curioso que lo menciones -dije con cariño-. Jacob dijo algo muy parecido.

Alice suspiró profundamente. "El lobo tiene razón, ¿sabes? Extrañé tu sonrisa". Se puso de pie y sonrió. "Hablando del lobo, ¡le compré los mejores atuendos!"

-¿Lo hiciste? -Intercambié una mirada con Jasper, quien se encogió de hombros en señal de compasión.

-Bueno, Esme fue. Tenía sus propias opiniones. -Alice se acercó al estante y lo miró-. También le compró cosas.

-Eso es muy amable de su parte. -Mis ojos se apartaron de los estantes, esperando que el sentido común de mi madre le sentara mejor al lobo que el estilo extravagante de Alice.

Ella no respondió inmediatamente. Alice frunció el ceño cuando notó la forma en que mis ojos evitaban sus intentos de decoración.

"Lamento que no te guste la forma en que arreglé tu habitación. No pude ver si te gustaría".

Sus palabras me recordaron que con Jake en la casa, ella no podía usar sus poderes. Levanté las cejas y le dije: "¿Extrañas no poder predecir el futuro?"

-¡Claro que sí! -Sonrió con ironía-. Pero me quita un gran peso de encima, ¿sabes? ¿Esa carga de ser sacudida en medio del día por una visión?

Asentí porque el peso ominoso que ella mencionó era algo a lo que estaba muy acostumbrado en mi relación con Bella.

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