Juanjo se sentía muy nervioso, ni siquiera sabía verdaderamente por qué, ¿le había cogido cariño a Martin en apenas un día? No, eso era imposible, simplemente debía ser que es muy bueno en su trabajo. Estaba casi llegando al lugar donde había quedado con el vasco, quería disculparse por lo sucedido con su padre en su habitación. Martin podría no querer verle, ni siquiera había valorado esa posibilidad, de hecho, en ese momento era más que factible dado el visto que estaba marcado en su último mensaje.
Mientras valoraba esas posibilidades, su coche se detuvó a un lado de la carretera, entonces entendió que ya había llegado, pero, ¿qué debía hacer? Una posibilidad era bajar y esperar a Martin en plena calle, pero la posibilidad de ser reconocido era alta y tampoco se sentía preparado si una multitud se acercaba a él sin tener a Martin cerca, la otra era permanecer en el interior de su vehículo y mirar a través de las ventanillas tintadas. Dicen que quien no arriesga no gana, ¿verdad? Pues Juanjo aquel día no estaba dispuesto a perder, bueno, en realidad ni aquel día ni nunca, por lo que dejando atrás todo lo que su padre le pudiera reprochar por esa decisión, su miedo e incertidumbre, abandonó el vehículo sintiendo el viento casi nocturno de las calles de Madrid golpearle la cara y se puso unas gafas de sol, para pasar algo más desapercibido. Se despidió del conductor, a quién indicó múltiples veces que se volviera al palacio, pese a sus negativas, al final se quedó solo y se apoyó a un lado de la puerta que daba acceso al parque. Estar solo le hacía sentir incómodo porque estaba acostumbrado a estar rodeado de gente pendiente de él, pero pronto esa sensación de incomodidad pasó a ser una tranquilidad que Juanjo nunca había sentido. Veía a la gente pasear por delante suya, sin tener apenas tiempo de saber por dónde iban, mucho menos para darse cuenta de que el príncipe de Asturias estaba a su lado apoyado en una pared a las puertas del Retiro. Por fin sentía por primera vez que era una persona y no un muñeco de la corona española. Y entonces lo vio.
Martin caminaba despreocupado con unos vaqueros y una sudadera a unos doscientos metros del príncipe, acercándose a la puerta donde habían quedado. A primera vista Juanjo creyó que él tampoco se había percatado, al menos aún, de su presencia, pero cuando Martin por fin llegó a la puerta se fijó rápidamente en el chico alto y moreno con gafas de sol, cómo no fijarse. Con algo de nervios por la posibilidad de que Martin estuviera enfadado con él, Juanjo trató de despejar su mente y concentrarse en lo que debía decirle al chico que estaba a punto de alcanzarle.
Eran apenas las 21:15 y ambos chicos se saludaron inquietos y visiblemente incómodos, ambos sabían quién debía empezar la conversación, pero ese inicio no llegaba y el vasco comenzaba a impacientarse de más. No tenía tiempo como para perderlo, debía estar en su casa, descansando o al menos intentándolo, mañana podría ser el fin de su carrera como policía y él no se consideraba anímicamente preparado para que sucediera. La frustración desapareció de golpe cuando por fin escuchó un carraspeo por parte del príncipe quien ya se estaba quitando las gafas para dejar a la vista los ojos, que le miraban desde que había llegado.
«Joder, qué ojos», pensó Martin al verlos, pero trató de centrarse con rapidez, estaba enfadado y unos ojos no harían que dejase de estarlo. Al menos no tan fácilmente.
―Hola... ehm... ¿podríamos entrar y dar un paseo? Sé que te debo una disculpa y que no debería haberte escrito siquiera, pero quería pedirte perdón ― empezó con su discurso Juanjo.
―Supongo que sí, pero no tengo mucho tiempo, Juanjo.
―Intentaré ser rápido, te lo prometo.
Sus palabras volvieron a clavarse en la mente del polícia, ¿otra vez estaba prometiéndole cosas que posiblemente no podía cumplir?
Juntos se adentraron al parque y admiraron las hojas de los árboles moverse con el viento que era cada vez más notorio y que les golpeaba la ropa, colándose para entrar en contacto con sus pieles, haciendo que ambos soltaran un suspiro al mismo tiempo.
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Siete Corazones Blancos
FanfictionLa vida de Martin como policía nacional ha estado llena de éxitos, pero todo cambia cuando recibe una orden que, por primera vez en su carrera profesional, es reticente a acatar, ¿por qué tiene que ser el guardaespaldas del príncipe? Todo el mundo s...