Declive

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Ha fracasado una vez mas, no puede evitar pensar en ello.

El ultimo juicio termino con su cliente en el hospital, si no fuera suficiente la sentencia de culpabilidad, el tipo no pudo evitar intentar escapar por una ventana, cegado lo suficiente por sus emociones para no pensar en la distancia hasta el suelo. Al menos la lesión lo mantendrá en el exterior por una semana, quiso darle una pequeña visita para ayudarlo a comprender la situacion pero no hubo caso.

Lo mejor para calmar su temperamento seria tomar un café, camina hacia la maquina pero se detiene cuando nota una cabellera rosa familiar a lo lejos, rápidamente deduce que es el mismo chico de la otra vez. Puede notar que su estado no es el mejor, se mueve con desanimo y para su gusto está demasiado serio.

Espera que el chico se vaya antes de acercarse a la cafetera, por inercia presiona un botón de las tantas opciones, no le presta atención a su vaso, su foco de atención ahora esta sobre el pelirosa. Cuando vuelve a la recepción del hospital ve que esta completamente vacia a excepción del mismo chico, quien permanece sentado en uno de las bancas, le parece algo torpe pero decide dejarlo a solas.

Debería marcharse ahora, no tiene motivos para permanecer en el lugar pero se siente forzado a quedarse, no puede apartar la imagen del adolescente de su cabeza, quiere acercarse y hablarle, en un lío de pensamientos por lo que debería hacer, sin darse cuenta termina caminando hasta donde supone es la sala de descanso de las enfermeras.

-¿No has oído? El abuelo acaba de fallecer, su nieto aun sigue aquí.

-¿El chico con cabello rosa que siempre traía flores? -Rápidamente logra hilar cabos con esta información.

-Si, me da mucha pena verlo sentado ahí, el abuelo era tu paciente ¿No? -Parece ser que le habla a una tercera enfermera en la sala.

-Le diré que descanse en su casa.

Rápidamente se aleja unos pasos, mira de reojo a la enfermera y la sigue disimuladamente a unos pies de distancia, se queda oculto en el pasillo para no ingresar a la recepción, por el silencio del lugar le es sencillo oír sus palabras desde la distancia.

-Itadori, lo mejor sera que descanses en tu casa, te llamaremos cuando tengamos algún aviso sobre la disfunción de tu abuelo.

Itadori

Una parte de él se alegra por descubrir el nombre del chico, a la vez se cuestiona a sí mismo por su reciente interés en un adolescente. Observando la escena desde afuera, preocupante y cuestionable sería como lo describiría.

Espera a que la enfermera se marche antes de acercarse, se detiene a unos pasos de distancia pensando en que decir, quiere su atención de la misma manera en la que él se detiene a verlo cuando sus caminos se cruzan por casualidad.

Intenta toser para llamar su atención, demasiado forzado para su gusto, es un pésimo intento pues no levanta la vista del suelo, creé que lo mejor es preguntarle si se encuentra bien pero antes de intentarlo el menor se levanta de la banca sin dirigirle la mirada, lentamente ve como se marcha por la puerta junto con su oportunidad de hablarle.

-

-No conozco a alguien con esa apariencia.

Es el séptimo vendedor arrestado que responde lo mismo, lo dicen como si no comenzaran a temblar de manera patética cada vez que saca el retrato del bastardo que se acerco a su omega. Algunos ni siquiera disimulan su expresión cuando reconocen al sujeto, parece que el tipo está más arriba de lo que pensaba, a este paso tendrá que recurrir a otras medidas para conseguir información.

Mira de reojo al guardia que está parado al fondo de la sala de interrogatorios, si pudiera conseguir un tiempo a solas con el acusado está seguro que puede sacar más información con algo de fuerza.

Bajo mi ala | HiItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora