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―Buenos días, agentes. Soy el oficial Alan Bloomgate, y veo que ya se encontraron con mi linda compañera, la oficial Crawford.

―¿Oficial? Hija, ¿de qué está hablando este hombre? ―El tono en que papá hablaba me decía que estaba molesto, y con razón, ya que no se me había dado el tiempo para darle la noticia.

―Papá, les presento al jefe de policía de Duskwood, Alan Bloomgate. Tú ya habías visto algunas fotos de él. Alan ―me acerco a Alan y presiono fuerte su brazo, mostrando que estoy molesta por su comentario―. Él es mi padre, el agente especial Albert Crawford, y él... es un compañero de papá, el agente Liam Wilson. ¿Cierto?― le pregunto mientras veo cómo me sonríe de una manera extraña.

―Es correcto, señorita.

―¿Qué quiso decir el oficial Bloomgate con eso de "oficial Crawford"? ―Para papá, no importaba nada más que una explicación sobre la forma en que Alan me había presentado.

―Yo le puedo explicar, señor...

―No, estoy hablando con mi hija, usted no se meta. ―Mierda, papá estaba molesto, demasiado molesto; hacía mucho que no lo veía así y tenía que tranquilizarlo antes de que se le ocurriera hacer una tontería.

―¡Basta, papá! No puedes hablarle así. Recuerda que tienes que trabajar con él en este caso, cualquiera que este sea.

―Alice, estoy esperando...

―Ya, está bien... te explico ―le digo rindiéndome al fin, ya que no se quedaría tranquilo hasta obtener una explicación―. El oficial Bloomgate piensa que mi trabajo en un caso en el que recibió mi ayuda fue bastante bueno; después descubrió que fui policía y me ofreció una plaza que yo acepté.

―¿Por qué no me lo dijiste, cariño? ―su tono bajó un poco, lo que indicaba que no estaba molesto porque hubiera entrado a la policía, sino porque no le avisé.

―Estaba dudando en aceptar; apenas ayer le dije que sí. Hoy apenas iba a la estación para hacer las cosas oficialmente. El jefe no debió decir nada aún.

―Ya veo... cariño, ¿a caso...? ―Papá a veces me asustaba; sus cambios de humor eran tan radicales, justo como ahora, que su enojo parecía haberse esfumado y ahora sonreía de una manera un tanto insinuante, tal vez recordando lo que hablamos la última vez.

―No, y después hablamos de eso.

―¿En qué caso trabajó junto al oficial Bloomgate, señorita Crawford? ―Por un momento me había olvidado de Liam, y al escuchar su voz sentí un estremecimiento que me heló la sangre― ¿Acaso fue el de la chica desaparecida? ¿Esa que encontraron en una mina? ―¿Quién demonios era este tipo?

―¿Cómo sabe usted sobre eso?

―El FBI ya había estado aquí y yo, bueno, sé hacer mi trabajo; no iba a venir sin conocer lo ocurrido aquí.

―Ya lo veo...

Mierda, las cosas se estaban poniendo extrañas; el comportamiento de ese agente me ponía bastante nerviosa, era como si leyera mi mente. Aún cuando en un principio lo pensé, después de cruzar unas cuantas palabras, supe que ese hombre no era un idiota como aparentaba; era bastante astuto y justo ahora parecía que me estudiaba. Dios, hace tanto que no necesitaba un cigarro como ahora; ni cuando estuvimos buscando a Hannah me sentí tan estresada.

―Bien, agentes, ¿desean ir a la estación o prefieren hacer algo antes de iniciar con el trabajo?

―Lo mejor sería ir a la estación, pero creo que mi compañero y yo necesitamos algo de café en nuestro organismo. ¿Hay algún buen lugar donde podamos beber un poco?

Verdades DolorosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora