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RAHEL

Litefr
Castillo Leduc.
Día 471, Año 8, Siglo 4, Centenar 8, Era 2.
8:12 AM

Rahel movía el pie con desespero, llevaba media hora sentada en el mismo lugar y sentía que comenzaba a perder la paciencia.

Había sido llama muy temprano en la mañana por su padre, el cual le pedía que se dirigiera a la sala de reuniones perteneciente al Castillo Leduc.

Al no conocer nada ese lugar un guardia la acompañó todo el trayecto hasta el susodicho lugar.

Pero aunque ya había avisado de su presencia le pidieron que esperara hasta que la dejarán entrar.

De eso ya había pasado un tiempo, y entre la curiosidad y la poca paciencia que ella tenía sabía que estaba al explotar.

La fiesta había acabado muy tarde, y acompañado con las bromas de sus primos sobre el baile con el joven heredero de Radesul, había terminada exausta.

Había bailado un par de veces más pero no pudo volver a coincidir con el principito.

Las mejillas aún se le calentaban con los recuerdos de las encinuaciones vergonzosas de parte de Martín, hasta Elisabeth se les había unido.

—Princesa Rahel —el llamado de un hombre, al que reconoció como el Gran Duque Salazar, atrajo su atención.

El hombre estaba en el marco de la puerta y la invitó a entrar con un ademán.

—Ya puede pasar.

Se pusó de pie rápidamente y se encaminó a la puerta.

Al entrar a la sala se encontró, no solo con su padre y tíos, sino que también con el rey Efraín Leduc y el príncipe Jaker.

Las miradas de ambos se cruzaron y Rahel sintió como el calor se apoderaba de su cara nuevamente.

Si seguía así iba explotar por sobre calentamiento.

—Rahel, cariño siéntate por favor —la voz de su padre rompió el cruce de miradas, su mano había apartado la silla de su lado para que la joven tomara asiento—. Esto te debe haberte tomado por sorpresa ¿no?

Ella asintió ante la pregunta, la verdad es que era muy raro ver a los Bergamn reunidos en una misma sala con los Leduc y que no hubiera armas de por medio.

—Veras, Rahel —Efraín comenzó hablar desde su asiento—, me imagino que ya sabrás de que iba este baile.

—Para buscarle una esposa a su hijo —respondió luego de asentir nuevamente y mirando directamente a el rubio menor, que se sonrojó ante sus penetrantes ojos verdes.

—Exacto —el rey movió la cabeza ligeramente—. Jaker yo está en edad de matrimonio y quiero asegurarme de que este conlleve a una gran alianza.

—Por eso —esta vez fue la voz de su tío la que tomo el control—, emos decidió que tú y el príncipe Jaker contraigan matrimonio.

—¿¡Qué!?

“JAKER”

Jaker se encontraba sudando frío.

Hace un par de horas se había enterado de su inminente matrimonio.

Después que lo llamarán muy temprano en la mañana, lo sentarán enfrente del rey enemigo y le soltaran sin mucho filtro que se iba a casar con Rahel Bergamn, su hija.

No es que no estuviera preparado para recibir la noticia de que se iba a casar.

No, nada de eso.

Pero no se encontraba preparado para enterarse de que su futura mujer era la princesa que tanto le había llamado la atención en el baile.

Mevak(Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora