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RAHEL

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Establos del Castillo Leduc.
Día 473, Año 8, Siglo 4, Centenar 8, Era 2.
1:12 PM

Le acarició con cuidado la crin al corcel que tenía al lado.

Era de un tono oscuro, tan azabache como su pelo. Pero tenía varias manchas blancas repartidas por el vientre y la espalda.

Aún así, seguía siendo hermoso.

Frunció el seño, nuevamente, al recordar los acontecimientos de hace unas horas.

Luego de que Jaker se hubiera largado dejándola sola en ese inmenso castillo se negó a dirijirle la palabra. Había intentado hablarle durante el almuerzo pero ella lo ignora olímpicamente.

«¡¿Quién se cree que es para dejarme sola y con la palabra en la boca?!, ¡Idiota!»

Vale, quizás hubiera pisado un terreno sencible, no llevaban conociendose ni dos días y ella ya le andaba criticando la forma de actuar.

¡Pero el no tenía derecho a largarse y abandonarla en ese rincón!

Ni loca lo perdonaría, o por la menos no tan rápido.

«Que me guste no quiere decir que pueda hacer cosas como esas, y si nos vamos a casar no puede seguir comportándose así»

Primero tendría que lograr convencer a su orgullo, y si había algo más grande que el ego de Rahel; era su orgullo.

—¿Rahel?

En la entrada de los establos se asomó la cabeza de su primo. Martín la miraba desde ahí, la saludó con un movimiento de manos y se giró hacia afuera.

—¡Eh! ¡Esta aquí!

Pocos segundos después de su gritó la pelinegra pudo ver cómo dos cabelleras más se unían juntó a el moreno en la puerta.

Jenelle y Ámbar se colaron en su visión, la más joven le sonreía ampliamente mientras la castaña rodaba los ojos.

—¿Has estado todo este tiempo aquí? —Jenelle le habló manteniendose aún en el marco de la entrada—. Todos andábamos locos buscándote, pensábamos que te había pasado algo después de que salieras huyendo de el comedor.

—Necesitaba un poco de tranquilidad —le contestó encojiendose de hombros.

Y era cierto, no mentía. Aunque… quizás que Jaker la hubiera perseguido hasta que logró perderlo también ayudaba mucho en el asunto.

—Enterarte de que te vas a casar de un día para otro afecta hasta alguien como yo.

La chica de ojos café los rodo y dió unos pasos en su dirección junto con los demás.

—Debiste avisar a donde ibas, que te vallas a casar con Jaker no quiere decir que este reino ya no esté habitado por enemigos —Ámbar se unió al regañó—. Un guardia tiene que acompañarte siempre.

—Soy bastante grandecita para cuidarme yo sola —les contestó con más fuerza en la voz de la que hubiera querido—, ¡Soy una de las mejores guerreras de todo el reino, les partiría el cuello si intentarán tocarme un solo pelo!

—¡Eh! Calma leona, que nadie a dicho lo contrario —Martín salió al rescaté de la situación.

Rahel no hizo el amago de separarse de el animal, sino que comenzó a cepillarle el pelaje con más ahínco. Así que sus familiares acabaron de acercarse a donde estaba.

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⏰ Última actualización: Aug 06 ⏰

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