NIGHT MEET [JEONGHO][FINALIZADO]

11 [FINAL]

— ¿Así que tal te fue hoy hijo mío? —entonces en otro lado, una voz llama en medio de las personas, comiendo. Minho mira perdido hacia un lado de todos los presentes, elevándose hacia el canto de aquella hermosa persona en la ópera de aquel anfiteatro donde se encuentran. Están almorzando mariscos ariscos y agrios mientras su descontrolado corazón ahogado en llamas, busca una sola respuesta que le dé todas las soluciones a su estropeado sentido de la razón. Ese que ni siquiera pudo detenerlo de herir fríamente al amor que dijo ser para siempre. Pero lo hizo; y ahora ante todas las mentiras están sueltas, provocándoles una herida fatal, por eso quiere resarcir ese sentimiento de dolor y tristeza en los dos o de alguna manera. Pero, ¿qué es lo único bueno que ha podido hacer hasta hoy por los dos?

Si no ha sido más que un horrible hombre; y todo viene de acá.

Enfrente suyo, su verdad.

La razón de porque nunca pudo tomar una decisión correcta.

— Me ha ido de maravilla, padre. No hay mucho de qué hablar. Mejor dime tú, ¿alguna novedad? ¿Algo de lo que deba enterarme, tal vez?. —entonces contesta cortante, inquiriendo algo entre sus líneas con ironía. Mientras que la persona enfrente deja de tomar ese vino que inclinaba y lo mira seriamente. Tose y su ceño deja de fruncirse y llama al mozo con una señal con la mano para que se acerque. Le susurra algo en el oído mirándolo de reojo y luego este se va.

Minho observa fijamente entre triste y molesto, recordando lo dicho por Jeongin anteriormente. Ahora ya no hay nada en este mundo que le sorprenda más que una más de sus mentiras. Las mentiras del mayor. Pero, ¿hasta cuándo pretende mentirle, después de lo que ha hecho todo este tiempo a sus espaldas? Quiere respuestas, quiere explicaciones. Algo que le diga y explique el porqué de sus acciones.

Si ya dejó a la persona que amó y dolió.

Si ya se perdió.

Entonces, ¿dónde quedó ese increíble padre que alguna vez lo crió y le dijo que siga su camino? Que nunca iba a fallarle como los demás. Que era él, en quien debía confiar. Porque nadie más que él, lo conocía perfectamente como su hijo. Como su mano derecha, el hombre que alguna vez sólo quiso ser un inocente niño en su vida. Alguien que jugaba a convertirse en alguien como él.

Pero, ¿acaso fue por su bien?

¿Esto que hizo lo fue?

Claro. No había otra alternativa. Siempre es lo mismo de siempre. Lo aleja y hace lo que quiere con su vida para después convencerlo que es lo mejor para él, para los dos, para su imperio, para su vida. Pero, ¿desde cuándo el poder corrompió su propia mente? ¿Cuándo los preparó para quedarse en el vacío?

¿Cuánto lo hizo?

No lo reconoce.

No se reconoce.

En verdad, no lo hace.

— Minho. Si hay algo que me digas, suéltalo ahora. Me hartan las adivinanzas, lo sabes. —entonces dice el mayor al darse cuenta de su mirar. De sus incontrolables pensamientos pasando por su mente, en esos ojos filosos que parecen querer matarlo y degollarlo. Entonces lo observa en silencio, más que vivaz. Sus ojos filosos hacen que el otro respire con pesadez y frialdad, desviando la mirada y cruzando sus dedos sobre la mesa cuando se siente incómodo. Así que toma una copa de vino más que pasa por ahí y se lo toma de golpe, atragantándose por el ardor en su garganta que pasa fuertemente. Se queda viendo a su hijo, coloca sus codos encima para cruzarse de manos y espera una respuesta inmediata como siempre del contrario; pero no lo hay. Ese Minho obediente no está ahí y lo desilusiona. Lo carcome lentamente — Esta bien. Está bien. Si no vas a hablar, entonces empezaré yo. Los inversores de la empresa L' zone necesitan a un representante en Francia, así que necesito que vayas allá por un buen tiempo para allá. Quiero que te encargue de esa sede. Ya estamos arreglando todo, tengo todo planeado para ti. Sólo necesito que hoy vayas inmediatamente para allá-