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A pesar de que no le gustó para nada lo que había dicho Izuku no pudo evitar sentirse aliviado, creía que finalmente lo dejaría libre pues posiblemente haber acabado con la paciencia de Bakugo era una buena señal, aunque se llevaría una gran sorpresa al saber que nada de eso sucedería.
A Izuku le gustaba soñar en grande, ver el lado positivo de las cosas y esta no era la excepción.

La emoción de salir de ese lugar había sido tanta que olvidó por completo el estado en el que se encontraba así que al salir de sus pensamientos notó que todo su cuerpo dolía horrible, sentía dolores agudos en gran parte de su cuerpo y eso era entendible pues la mayor parte del tiempo el cenizo lo estuvo golpeando no solo en el rostro sino que también en las costillas y todo el cuerpo, sin duda lo había masacrado y cada centímetro dolía de manera intensa.

Aún estando en la cama trató de sentarse pero inevitablemente soltó un quejido al instante pues el dolor se hacía más fuerte con cada movimiento, rendido ante la situación se mantuvo acostado en la cama y sin darse cuenta comenzó a murmurar como lo hacia habitualmente.

Fue de esta manera que pudo concretar un pensamiento y es que lo más favorable para él era que lo dejaran en libertad a causa del dolor, es decir, si Bakugo volvía una vez más ya no tendría fuerza para defenderse aunque eso era inútil porque en dado caso de defenderse y dejarlo inconsciente no podría conseguir la llave para salir de ahí, ni siquiera sabía dónde encontrarla, además la cadena tenía un alcance demasiado limitado como para tratar de buscarla, es por eso que debía seguir las reglas de su juego aunque, parecía que ya no era necesario pues en cualquier momento el cenizo se presentaría para liberarlo, o al menos eso pensaba.....

El tintineo de la puerta lo sacó de sus pensamientos y observó al cenizo entrar para después cerrar la puerta que estaba detrás, esta vez había una pequeña diferencia y es que Bakugo tenía una peculiar expresión de satisfacción.

Bakugo: Es momento de continuar con esto - Sonrió maliciosamente mientras caminaba hacia el pecoso con algo en la mano.

Al momento de escuchar las palabras del cenizo su mundo se vino abajo y es que hace algunos minutos el peliverde creía que las palabras "Acabaste con mi jodida paciencia" eran un sinónimo de "Estoy harto, te dejaré ir" pero vaya que estaba muy equivocado, aunque a pesar de la situación hubo algo en particular que llamó completamente su atención.

Izuku: ¿Q-Qué es eso? - Preguntó con curiosidad y confusión.

Bakugo: ¿Esto? - Mostrando el pequeño envase - Ya lo descubrirás - Continuó con su camino.

Todos los pequeños sentimientos positivos que sentía hace un momento comenzaron a desvancerse al ver que el más alto le mostraba un frasco muy peculiar, para ser más exactos, un frasco de lubricante, al ver eso Izuku inevitablemente comenzó a entrar en pánico y su actitud cambió a la habitual ¿Por qué le pasaban estas cosas a él?.

Izuku: Kacchan, si esto es una broma de mal gusto puedes liberarme, tú ganas - Dijo inundado de pánico.

Bakugo: Pero si esto apenas comienza - Tomó a Midoriya de la mandíbula y lo besó sin cuidado alguno.

Una vez más sintió el contacto con los labios carnosos del cenizo pero esta vez habia una diferencia y es que Izuku estaba lleno de miedo, pánico y angustia así que sin tener más alternativa comenzó a mover sus labios de manera lenta y torpe para tratar de corresponder el beso, en ese momento el peliverde comenzó a sentirse terrible consigo mismo pero entre tantos sentimientos había uno que resaltaba más que el resto: humillación, se sentía humillado por estar haciendo lo que Bakugo quería aunque eso era algo que debía hacer de una u otra manera pues era la única manera de salir de aquél lugar.

El peliverde continuó besando al cenizo torpemente con la esperanza de que olvidara su verdadero propósito sin saber que solo lo estaba provocando más.
Bakugo no pudo evitar sorprenderse pues era el primer beso que le correspondía el peliverde en esa fría noche y tomó eso como una señal para continuar, parecía que finalmente lo estaba doblegando, poco a poco.

Bakugo: Veo que aprendiste quién da las malditas órdenes ¿No es así? - Besó nuevamente al pecoso.

Durante el beso una de sus manos comenzó a explorar el cuerpo de Izuku quien solamente pudo estremecerse ante los apresurados tactos del cenizo.

Bakugo dirigió su mano hacia el dobladillo inferior de la playera del pecoso y lentamente comenzó a subirla con la intención de quitársela, al sentir esto Izuku trató de detenerlo sujetando la muñeca del cenizo con su única mano libre pero al notar eso Bakugo cambió su agarre colocando ambas muñecas del peliverde sobre su cabeza mientras las sostenía con una sola mano, sin duda esto era una mala señal para él así que sin perder el tiempo comenzó a forcejear pero fué inútil pues Bakugo era mucho más fuerte que él.

El cenizo continuó tocando su cuerpo y mientras lo besaba mordió su labio ocasionando que el peliverde soltara un quejido y posteriormente comenzó a aparecer un pequeño sangrado.

El cenizo se separó y Midoriya fijó su mirada en él, observó atentamente cada movimiento pero solo bastó un segundo para que miles de sentimientos y pensamientos negativos se hicieran presentes al ver a Bakugo quitándose la camisa y el pantalón, quedando en ropa interior.

Izuku: Kacchan, e-estás llegando d-demasiado lejos - Tartamudeaba completamente aterrado.

Bakugo: ¡Cierra la maldita boca! - Se escuchaba molesto.

De inmediato fijó su mirada en el peliverde y sin perder el tiempo se avalanzo sobre él para intentar quitarle la playera, el pecoso comenzó a poner resistencia mientras luchaba por permanecer con la prenda puesta.

Después de algunos segundos y fastidiado por la situación Bakugo tomó la playera con ambas manos y la rompió completamente apreciando el cuerpo tonificado del menor mientras le dirigía una mirada de lujuria.

Izuku: ¡Detente Kacchan, por favor! - Decía temeroso.

Bakugo lo ignoró completamente y continuó con el pantalón, mientras lo desabrochaba las manos de Midoriya trataban de impedirlo de manera descoordinada, una vez desabrochado y en un intento de conservarlo Izuku lo sujetó fuertemente de los costados con los puños cerrados.

Bakugo: Es inútil - Dijo fastidiado.

Solo bastó un agarre bastante firme y un jalón con bastante fuerza para lograr que la prenda saliera del agarre que mantenía el pecoso, dejándolo en ropa interior.
Izuku estaba lleno de miedo y desesperación, se sentía tan inútil al no poder hacer nada que inmediatamente lo invadieron unas terribles ganas de llorar.

Una vez más el cenizo se posicionó sobre el peliverde y nuevamente sujetó ambas muñecas sobre su cabeza mientras comenzaba a morder su cuello.

Izuku: ¡Basta! ¡Detente! - Trataba de deshacerse del agarre pero era inútil - ¡No lo hagas! ¡Por favor! Si me dejas ir prometo que no diré nada - Suplicaba muy asustado.

Bakugo: Tsk créeme que no lo harás - Dijo con cierta confianza y burla.





Fin del capítulo.

¡Detente, Kacchan!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora