When death falls in love with life - nomin

Final

✝

˗ˋˏ ♡ ˎˊ˗

La transformación fue un proceso sorprendentemente rápido, pero no exento de dolor. El ente, con su energía etérea y majestuosa, invocó un poder que ni Jeno ni Jaemin podían comprender por completo. La luz y la oscuridad se entrelazaron, envolviendo a ambos en un torbellino de sensaciones, sentían que sus esencias eran desmanteladas y reconstruidas, como si fueran lienzos en blanco sobre los que se dibujaba una nueva existencia.

Lo que no sabían era que el ente no les había mencionado un detalle crucial: como precio por llevarlos a una realidad en donde pudieran estar juntos, sus recuerdos serían borrados, este sacrificio, aunque doloroso, era necesario para darles una oportunidad de una vida humana y compartida, libre de las cargas de sus antiguas identidades.

El ente, cumpliendo su promesa, envolvió a Jeno y Jaemin en un torbellino de luz y sombra, transformando sus esencias inmortales en seres humanos comunes y corrientes, sentían cómo sus recuerdos se desvanecían, cada fragmento de su antigua existencia desmoronándose como arena entre sus dedos, cuando todo terminó, despertaron en una ciudad bulliciosa, sin memoria de su pasado divino.

No eran más la Muerte y la Vida, sino dos personas con historias nuevas y potenciales ilimitados, el ente, satisfecho con su obra, se desvaneció en el aire, dejando solo una ligera brisa en su lugar.

Jeno ahora era un joven que trabajaba en una librería, disfrutando de la tranquilidad y el aroma a papel viejo. Jaemin, por otro lado, trabajaba como barista en una acogedora cafetería, siempre con una sonrisa para sus clientes. Vivían vidas sencillas, llenas de rutina y pequeñas alegrías, sin recordar nada de su conexión pasada.

Un día, el destino o ente, decidió intervenir.

El azabache de ojos azulados, en su día libre, decidió explorar la ciudad y terminó entrando en la cafetería donde Jaemin trabajaba, el lugar estaba lleno de aroma a café recién hecho y risas suaves. Jeno se dirigió al mostrador, sin saber que estaba a punto de encontrarse con su destino.

Jaemin, ocupado con una orden, levantó la vista justo cuando Jeno se acercó, sus ojos se encontraron, y por un momento, el tiempo pareció detenerse, ambos sintieron una extraña sensación de familiaridad, como si sus almas se reconocieran a pesar de la amnesia que les había sido impuesta.

—Hola, ¿puedo ayudarte? —dijo Jaemin, su voz tan cálida como el sol de la mañana.

—Sí, me gustaría un café americano, por favor —respondió Jeno, sin apartar la mirada de Jaemin.

Mientras Jaemin preparaba la bebida, no podía evitar sentir que conocía a Jeno de algún lugar, había algo en él, una conexión inexplicable que no podía ignorar. Jeno, por su parte, sentía lo mismo, era como si una parte de él supiera que este encuentro era importante, aunque no podía recordar por qué.

Cuando Jaemin le entregó el café, sus manos se rozaron brevemente, y ambos sintieron una chispa, una corriente que pasó entre ellos, llenándolos de una sensación de déjà vu.

—¿Te conozco de algún lado? —preguntó Jeno, intrigado por la extraña sensación.

—No lo sé —respondió Jaemin, sonriendo tímidamente— pero siento como si ya nos hubiéramos encontrado antes.

El intercambio, aunque breve, fue suficiente para que ambos sintieran la necesidad de saber más el uno del otro. Jeno se quedó en la cafetería, disfrutando de su café y observando a Jaemin mientras trabajaba, cada pequeño gesto, cada sonrisa, parecía tan familiar y reconfortante.