𝐼𝑠 𝑡𝒉𝑒 𝑡𝑦𝑝𝑒 𝑜𝑓 II | 𝚃𝚠𝚒𝚜𝚝𝚎𝚍 𝚆𝚘𝚗𝚍𝚎𝚛𝚕𝚊𝚗𝚍

𝐿𝑒𝑜𝑛𝑎 𝐾𝑖𝑛𝑔𝑠𝑐𝒉𝑜𝑙𝑎𝑟

ᴇꜱ ᴇʟ ᴛɪᴘᴏ Qᴜᴇ... 

ʟᴏꜱ ᴅÍᴀꜱ ꜰʀÍᴏꜱ ꜱᴏɴ ᴇꜱᴘᴇᴄɪᴀʟᴇꜱ

El invierno había caído por fin en Twisted Wonderland, con la excepción de que este sería uno largo, en donde no dejará de nevar hasta mediados de Febrero. Un clima demasiado fresco para los habitantes de ese mundo, para mala suerte de los estudiantes de Night Raven College, las vacaciones de invierno ya habían concluído y debían regresar al campus. 

Los estudiantes que habitan las zonas tropicales o secas, sufrirán por la temperatura que los estaba esperando.

La enfermería tendrá muchos resfriados esta temporada.

—¡Ruggie! —llamó al castaño, quien se apresuraba en recoger sus cosas para poder irse. 

—Mini prefecto, hace mucho que no escuchaba esa chillona voz shshshsh —burlón acarició la cabeza del más bajo, despeinando su cabello.

—Te he dicho que no me hagas eso, me haces sentir como un niño pequeño.

—La estatura la tienes —volvió a burlarse, recibiendo un puñetazo que apenas pudo esquivar—. ¡Oh! Hoy no estas de humor, lo siento, mi error.

—Solo venía a saludarte, no recibir burlas tuyas. Aunque también te tengo una pregunta. 

—Dilo rápido, deseo irme de este horrible frío a un lugar más caliente. ¿Me entiendes no?

—Claro, solo quería saber si Leona está resfriado por el clima. Ya sabes, el siempre es el primero en huir en vacaciones de invierno por el clima, no porque tenga ganas de ir con su familia —río al recordar cómo este huyó a su país apenas sintió que el clima frío que se acercaba—. Y es de los que odia tener que vestir cosas abrigadas.

—Es cierto, Leona prefiere sentirse libre de moverse que parecer un oso de peluche con las chamarras —dijo, dándole la razón al contrario, quien reía a lo bajo al imaginarse al león de esa manera—. Pero hasta donde sé, no está resfriado. Creeme que si lo estuviera, no estaría perdiendo el tiempo hablando contigo, ése león enfermo es como una espina en tu dedo —suspiró recordando las pesadillas que le hace ese moreno cada que se sentía en lo más mínimo mal—. Debería de estar ahora en su cama enrollado en sus cobijas, sería mejor que vayas a visitarlo. Puede que tu presencia le quite un poco su mal humor.

—¿Eso crees?

—Demasiado... Y trae chocolate caliente, después me los agradecerás. 

Sin decir más, la hiena salió del salón dejando al más bajo solo. Sonriendo como un tonto al imaginarse al moreno con un bigote de chocolate, compartiendo algunas de las deliciosas galletas que siempre guarda para su sobrino. 

Estar en este clima frío con el moreno, lo volvería cálido para el menor.

[...]

En su travesía al dormitorio de Savanaclaw se vió con varios inconvenientes, desde la caída del chocolate apenas saliendo de su dormitorio, la persecución de la anguila que parecía que necesitaba una frazada a como diera lugar. Sin embargo, se encontraba ya a unos cuantos metros de la puerta del moreno para poder degustar del chocolate juntos.

—Leona —llamó desde la puerta esperando que este le abriera, pero no recibió respuesta—. ¡¿Leona?! Traje un poco de chocolate caliente y unas frazadas extras.

—¿Frazadas? —la puerta se abrió, dejando ver apenas el rostro del moreno.

—Si, ¿Puedo pasar? —no recibió respuesta alguna cuando ya había sido arrastrado, quedando dentro de la habitación del moreno. 

El león estaba enrollado en su frazada, que poco le estaba ayudando a soportar el frío, por lo delgada que era. Sonriente el contrario lo despojó de su cubierta, dejando al ambiente al friolento moreno.

—¡Oye! No te deje entrar para que me quitaras mi frazada.

—Eso no te calienta en nada —dijo, envolviendo al moreno en una de las frazadas que había traído. Sus rostros estaban tan cerca, que sentía la fría nariz del león, brindándole un beso en esta antes de alejarse del cuerpo ajeno—. Que bueno que vine, habrías pescado un resfriado así.

—Estoy sobreviviendo con lo que tengo.

—Pudiste pedirle a Ruggie que te trajera algunas frazadas.

—Esa hiena traidora, las frazadas que consiguió se las quedó el. Ahora mismo debe de estar acurrucado en su madriguera de frazadas —el contrario sólo pudo reírse al imaginarse al castaño, sonriente en el calor que le hacía falta al león.

—Ven, mejor tomemos este chocolate. Te repondrá.

—¿Lo hiciste tú? —preguntó acercándose al más bajo, quien estaba sirviendo el chocolate.

—Al principio sí, pero me tropecé y lo tire todo. Asique fui a comprar en el restaurante de Azul un poco.

—Eres muy torpe, ¿Cómo es que has sobrevivido tanto, tú solo? —atrapando el cuerpo ajeno en la frazada que tenía encima, le obligó a sentarse con él, en la alfombra que adornaba su habitación.

—Es un misterio —gustoso se acomodo en el regazo del león, quien le sonreía cálido. El calor ya empezaba a atrapar ambos cuerpos, haciendo sonreír al más bajo al cumplir con su cometido, hacer que Leona no sufra de frío este invierno.

—Dame eso, está muy caliente para ti —tomó su taza para entibiar el chocolate que tenía.

—¿Acaso el frío te vuelve más cálido? —preguntó burlón—. Espero que este invierno dure todo el año.

—Callate, que puedo aún sacarte de mi habitación.

—Hm~ Tu y yo sabemos que no lo harás. Si me voy, se van las frazadas conmigo. 

—Idiota.

Leona y el prefecto pasaron toda la tarde acurrucados en esa frazada, terminándose el chocolate caliente que había comprado el contrario. 

Leona agradece que su chico haya venido con él, para poder sentir su calor y soportar este frío clima. El hecho de compartir una larga charla tomando chocolate con él, para terminar dormidos acurrucados en una frazada, era lo que él catalogaba como un cálido invierno, uno que solo puede ocasionar aquel chico.