𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 & 𝐓𝐄𝐀𝐑𝐒 en donde Cailyn Sleighbell es elegida como tributo en los décimo quintos juegos del hambre y el nuevo vigilante jefe, Coriolanus Snow, se interesa en ella.
➪Fem!oc x Coriolanus Snow
➪A hunger games fanfiction
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Cailyn caminaba con Evangeline, esta la tenía agarrada de la mano, como si el exponerla de nuevo al Capitolio fuera a arrebatársela de su alcance. Ambas acababan de entrar en la mansión del presidente, quien les había pedido una audiencia antes de la coronación.
Cailyn se sentía cohibida debido a las miradas que las personas del Capitolio le habían dado, hasta un señor la llamó madre de leones, cosa que la había confundido pero decidió ignorarlo. El bolsillo de su sudadera no paraba de moverse debido a su mano temblorosa. Intentó ocultarse con esta, colocando la capucha gris en su cabeza, cubriéndola de los demás. Pero cuando llegó a la mansión tuvo que quitársela.
Evangeline tocó a la puerta y segundos después una voz sonó, dándoles permiso para entrar. La mayor abrió la puerta, encontrándose con el presidente y su mano derecha, Coriolanus Snow.
El rubio miró atentamente a la castaña, quien focalizaba su atención en el presidente y evadía su presencia. Esto lo molestó pero intentó mantener su mirada indiferente y sería. Las dos mujeres saludaron y se sentaron delante de la mesa del presidente.
— Señor, ¿por qué quería ver a Cailyn antes de la coronación?— preguntó Evangeline.
— Bueno, quería darle la enhorabuena a la señorita Sleighbell por sus juegos y agradecerle, ya que, gracias a usted,— habló mirándola.— los juegos han logrado una audiencia que nunca antes habían conseguido. Usted los ha inspirado y conmovido, lo que ha provocado un gran furor. Y estoy agradecido con usted por su colaboración.
Cailyn intentó sonreír pero solo pudo soltar una mueca. Se removió un poco incómoda en la silla. No le hacía ninguna gracia haber impulsado la fama de los juegos, ella solo estaba tratando de sobrevivir aquel infierno y la gente comenzó a idolatrarla por hacer barbaridades en la arena. A la gente no le había interesado que ella hubiera sobrevivido si no que hubiera domado unos pobres leones que estaban encarcelados al igual que ella y que hubiera matado a unos niños que habían sido forzados a ser duros y sanguinarios para la diversión de aquellas personas perversas. Y ahora ella, inconscientemente, había contribuido. ¿Cómo iba a mirar a sus hermanos a la cara sabiendo que ella solo había propulsado aquello que tanto odiaban?
Coriolanus notó su incomodidad y decepción mas no dijo nada.
— Y, aparte de esto, tenía que comentarle algo más.— volvió a hablar el presidente.
— ¿Qué más, presidente?
— Es sobre sus leones.— Cailyn se recompuso en la silla, atenta a lo que el presidente estaba apunto de decir.
— ¿Qué pasa con ellos, señor? ¿Puedo verlos?— habló esperanzada, una sonrisa apareciendo en sus labios.
— Me temo que eso no va a ser posible, Sleighbell. Están muertos.
