Prólogo

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En un pequeño pueblo costero, había un faro que se alzaba sobre las rocas, guiando a los barcos durante siglos. El farero, un hombre llamado Tomás, había cuidado el faro durante años, pero nunca había revelado su secreto.

Un día, una joven llamada María José, a quien todos llamaban Majoo, llegó al pueblo y se sintió atraída por el faro. Se acercó a Tomás y le preguntó:

— ¿Cuál es el secreto del faro?

— El secreto no está en la luz, sino en la oscuridad — respondió Tomás con una sonrisa misteriosa.

— ¿Qué quieres decir? — preguntó Majoo, intrigada.

— Ven y te lo mostraré — dijo Tomás, llevándola al interior del faro.

Llegaron a un cuarto secreto, donde había un cristal que reflejaba la luz.

— Aquí está el corazón del faro — explicó Tomás —. Un cristal que refleja la luz, pero también almacena los secretos de los que han pasado por aquí.

— ¿Secretos? ¿Qué tipo de secretos? — preguntó Majoo, fascinada.

— Historias de amor y pérdida, de naufragios y de vidas cambiadas — respondió Tomás —. Cada persona que ha pasado por aquí ha dejado algo de sí misma en este cristal.

— ¿Por qué lo mantienes en secreto? — preguntó Majoo.

— Porque algunos secretos son demasiado valiosos para compartirlos con el mundo — respondió Tomás —. Pero creo que es hora de que alguien más sepa el secreto. ¿Quieres ser la nueva guardiana del faro?

— Sí, me gustaría — respondió Majoo, comprometiéndose a guardar el secreto.

Y así, Majoo se convirtió en la nueva guardiana del faro, cuidando el secreto y las historias que se escondían en el cristal.

El Secreto Del Faro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora