(Lo siento por no subir el capítulo antes, no es que sea importante para nobody, pero igual me disculpo uwu)
El amanecer teñía el cielo con matices anaranjados cuando Edda despertó en la habitación de la lujosa casa de verano de la familia de Lucas. El suave murmullo del mar se colaba por las ventanas abiertas, mezclándose con el canto de los pájaros y el susurro del viento que movía las hojas de los árboles. Edda se levantó, estirándose perezosamente y sintiendo la frescura de la mañana en su piel.
Edda se vistió rápidamente, eligiendo un sencillo vestido blanco que contrastaba con la opulencia de su entorno. Bajó al comedor, donde una mesa llena de delicias la esperaba. Lucas, con su eterna sonrisa traviesa, ya estaba sentado.
“Buenos días, señorita psicóloga,” saludó Lucas, levantando una taza de café en su dirección.
Edda respondió con un simple "Buenos días", mientras se servía una taza de té y se sentaba frente a él. Los demás miembros de la familia de Lucas aún no habían llegado, dejándolos solos en la inmensa casa.
“Espero que hayas descansado bien,” dijo Lucas, rompiendo el silencio con su tono casual.
“Sí, gracias,” respondió Edda, manteniendo su tono reservado.
“Hoy tengo planeado un paseo en bote,” anunció Lucas. “Me encantaría que me acompañaras.”
Edda lo miró, sopesando su respuesta. “No creo que sea necesario. Estoy aquí solo para observar tu comportamiento, no para disfrutar de las vacaciones.”
Lucas se inclinó hacia adelante, con una sonrisa ladeada. “¿No puedes hacer ambas cosas a la vez?”
Edda rodó los ojos, claramente irritada. “Deberías tomarte esto en serio, Lucas.”
“Me lo tomo en serio,” replicó él, su tono volviéndose un poco más grave. “Pero también creo que podemos disfrutar del proceso.”
Edda suspiró, sabiendo que discutir con él era inútil. “Está bien. Pero que quede claro, estoy aquí solo como parte de mi trabajo.”
Lucas sonrió, triunfante. “Perfecto. Entonces, nos veremos en el muelle en una hora.”
Tras el desayuno, Edda se retiró a su habitación para prepararse. No podía evitar sentirse un poco nerviosa por el día que tenía por delante. Lucas siempre encontraba la manera de desafiar su profesionalismo y hacerla sentir incómoda. Pero, al mismo tiempo, había algo en su comportamiento que empezaba a intrigarla.
En el muelle, Lucas la esperaba junto a un elegante bote de madera. La invitó a bordo con un gesto galante y, una vez que estuvieron ambos a bordo, zarparon hacia el horizonte. El viaje en bote resultó ser más tranquilo de lo que Edda había anticipado. Lucas, por una vez, parecía contento de disfrutar del paisaje sin necesidad de hacer comentarios provocativos.
“Este lugar es increíble,” admitió Edda, rompiendo el silencio.
“Sí, lo es,” coincidió Lucas. “Es uno de los pocos lugares donde puedo realmente relajarme.”
Edda lo miró, sorprendida por su sinceridad. “No te imaginaba como alguien que necesitara relajarse.”
Lucas rió suavemente. “Todos necesitamos un descanso de vez en cuando, incluso yo.”
Pasaron el resto del día explorando la costa, navegando por aguas cristalinas y deteniéndose en pequeñas calas para nadar y tomar el sol. A pesar de sus reservas iniciales, Edda se encontró disfrutando de la compañía de Lucas. Había momentos en los que bajaba la guardia y mostraba un lado más humano, menos el chico playboy que ella había conocido.
Al final del día, cuando regresaron a la casa, Edda estaba exhausta pero satisfecha. Lucas la acompañó hasta su habitación, su actitud más seria de lo habitual.
“Gracias por acompañarme hoy,” dijo Lucas, sinceramente.
“De nada,” respondió Edda, sorprendida por su agradecimiento. “Fue un buen día.”
Lucas sonrió, inclinándose ligeramente hacia ella. “Espero que haya más días como este.”
Edda sintió un leve rubor en sus mejillas, pero mantuvo su compostura. “Veremos.”
Lucas se despidió con una sonrisa antes de dirigirse a su propia habitación. Edda cerró la puerta tras de sí, sintiendo una mezcla de emociones. Había algo en Lucas que empezaba a desmoronar sus defensas, algo que no quería admitir pero que no podía negar.
A la mañana siguiente, Edda se despertó con una sensación de anticipación. No podía evitar preguntarse qué sorpresas le depararía el día. Mientras se vestía, decidió que mantendría su profesionalismo intacto, sin importar lo que Lucas intentara.
En el comedor, la familia de Lucas, que ya se encontraba en casa, estaba reunida, discutiendo planes para el día. Lucas la miró al entrar y le dedicó una sonrisa que hizo que su corazón latiera un poco más rápido.
“Buenos días,” saludó Edda, sentándose en la mesa.
“Buenos días,” respondieron Lucas y sus hermanas, sus ojos brillando.
"¿Es usted la señorita psicóloga?" Preguntó Claire la hermana menor de Lucas.
"Así es", dijo Edda
El día transcurrió con diversas actividades, desde paseos en bicicleta hasta una excursión por los alrededores. Lucas seguía comportándose como el playboy que era, lanzando comentarios pícaros y bromas insinuantes, pero había momentos en los que su máscara se deslizaba y dejaba entrever a una persona más profunda y compleja.
Edda se encontró disfrutando de esos momentos de vulnerabilidad. Empezaba a comprender que, detrás de su fachada de chico malo, Lucas era alguien que buscaba algo más en la vida, algo que no podía encontrar en sus relaciones superficiales y su vida de excesos.
Al final del día, mientras el sol se ponía sobre el océano, Edda y Lucas se sentaron en la terraza, disfrutando de la vista. Lucas se giró hacia ella, su expresión seria.
“Edda, quiero que sepas que valoro tu presencia aquí,” dijo, su voz cargada de sinceridad. “No solo porque mis padres lo pidieron, sino porque realmente creo que puedes ayudarme a encontrar una dirección.”
Edda lo miró, conmovida por su honestidad. “Estoy aquí para ayudarte, Lucas. Pero necesitas estar dispuesto a cambiar.”
Lucas asintió, sus ojos reflejando una determinación nueva. “Lo estoy. Por primera vez en mi vida, quiero cambiar. Y creo que tú puedes ayudarme a hacerlo.”
Edda sintió un nudo en la garganta. No había esperado escuchar esas palabras de Lucas, pero sabía que eran genuinas. “Entonces trabajaremos juntos,” dijo finalmente, su voz firme.
Lucas sonrió, un brillo de esperanza en sus ojos. “Gracias, Edda. Significa mucho para mí.”
Edda asintió, sabiendo que el camino por delante no sería fácil, pero sintiendo por primera vez que tal vez, solo tal vez, podrían encontrar una manera de superar sus diferencias y construir algo significativo.
El sol se hundió bajo el horizonte, dejando un cielo estrellado que reflejaba las esperanzas y los miedos de dos personas que, contra todo pronóstico, empezaban a encontrar un punto de conexión.
«Continuará»
«Puede que el capítulo presente algún error, siendo así, es mi deber corregirlo, así que no dudes en hacérmelo saber en los comentarios»
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«Pintando sueños y corriendo destinos»
Любовные романыEdda Rollers, una joven psicóloga amante del arte y las estrellas. Lucas Hargrove, un motociclista rebelde con una pasión por la velocidad. Sus mundos colisionan en las calles de San Miguel, donde un encuentro inesperado desencadena una serie de eve...