Luego de un rato, Edda salió de la consulta y Clara se fue a casa.
"Vamos", dijo Edda a Lucas.
Lucas, confundido, preguntó: "¿A dónde vamos?"
Edda sacó un bloc de notas y explicó: "Tengo que evaluarte, así que iremos a donde quieras. Harás lo que realmente desees, pero para sacar conclusiones reales, tienes que hacer lo que realmente quieres, ¿entiendes?".
Lucas asintió y ambos se dirigieron al auto de Lucas. Él abrió la puerta para Edda con una sonrisa traviesa.
Edda lo observó indiferentemente mientras se subía al auto. Luego, Lucas también subió y comenzaron a recorrer la carretera, que serpenteaba a través de las colinas, rodeada de frondosos árboles y con vistas panorámicas de la ciudad a lo lejos.
Durante el trayecto, el silencio reinaba entre ellos. Lucas, al girar para observar a Edda, notó que ella estaba sudando y respirando profundamente a pesar del aire acondicionado.
"¿Qué pasa?", preguntó Lucas, preocupado.
"Abre las ventanas, por favor", pidió Edda con voz entrecortada. Lucas, pensando que Edda sufría de claustrofobia, abrió el techo descapotable de su auto. Al instante, Edda comenzó a respirar más fácilmente, aunque aún se escuchaban sus latidos acelerados.
"Para el auto", dijo Edda de repente.
Lucas frunció el ceño, confundido, y preguntó: "¿Por qué?".
Edda, con dificultad para hablar debido a una crisis de hiperventilación, intentaba calmarse. Lucas, al notarlo, detuvo el auto y rápidamente bajó para asistirla, sentándose en el suelo y colocándola sobre sus rodillas. Con suavidad, puso su mano sobre la boca de Edda hasta que su respiración se normalizó. Claramente, Lucas estaba familiarizado con este síndrome.
"¿Estás bien?", preguntó Lucas.
Edda asintió lentamente, aún recuperándose. Lucas la ayudó a subir de nuevo al auto y le ofreció unas pastillas que tenía guardadas. Aunque sorprendida, Edda decidió no preguntar al respecto.
Lucas subió el techo descapotable, dejando solo las ventanas abiertas, y puso una música suave para relajarla. Finalmente, Edda, curiosa, preguntó: "¿Cómo sabías qué hacer?"
"Mi hermana mayor, Laura, tiene el mismo problema", respondió Lucas con un tono de melancolía.
"Entiendo", dijo Edda, apreciando su sinceridad.
Al llegar a su destino, ambos bajaron del auto. Lucas se puso sus gafas de sol y se dirigió a un bar en la esquina. Edda sacó su bloc de notas, lista para documentar cada acción de Lucas, desde beber varios shots de tequila hasta socializar con diferentes personas. Intentó ignorar su comportamiento inmaduro, pero Lucas no hacía nada para cambiar su percepción.
De repente, Lucas, ya muy bebido, se subió a una mesa. "¡Jajaja! ¿Saben? ¡Estoy siendo evaluado!", dijo con voz tambaleante, señalando a Edda. "¡La psicóloga introvertida! Ni siquiera sé su nombre, jaja", continuó antes de perder el equilibrio y caer de la mesa.
Edda corrió a ayudarlo, pero Lucas se levantó solo, con una sonrisa traviesa.
"¿Se preocupó, señorita psicóloga?", preguntó Lucas riendo.
Edda rodó los ojos y volvió a su asiento en la barra.
Después de bailar con varias chicas, Lucas se sentó al lado de Edda.
"Eres la psicóloga más atractiva que he conocido", dijo con una sonrisa coqueta.
"¿Ah sí? ¿Eso cree, señorito Lucas?", respondió Edda, siguiendo el juego.
"Así es", dijo Lucas, acercándose a sus labios. Justo antes de besarla, Edda le dio una patada en la pierna.
"Qué pena, no estoy disponible", dijo ella con una sonrisa irónica. Se levantó del asiento y con voz firme dijo: "Vamos".
Lucas, sudoroso y sin su saco, explicó que lo había regalado a una chica. Edda se montó en el asiento del conductor y Lucas en el del copiloto. Mientras conducían, Lucas hablaba de la adrenalina de las carreras de motos, y Edda trataba de soportar su embriaguez.
Finalmente, Edda le preguntó: "¿Dónde te alojas?"
Lucas, con voz traviesa, preguntó: "¿Para qué quieres saber?"
"Solo te voy a llevar al lugar, no te hagas ilusiones", respondió Edda.
"Me alojo en el Hotel San Miguel", dijo Lucas.
Al llegar, Edda entregó las llaves al valet y ayudó a Lucas a bajar del auto. Al soltarlo, Lucas tropezó y se golpeó la nariz. Edda, alarmada, lo llevó rápidamente dentro del hotel y lo sentó en una banca de la recepción, pidiendo al personal que trajeran un kit de primeros auxilios.
Con cuidado, Edda limpió la herida de Lucas, quien intentaba seducirla con miradas y comentarios coquetos.
"Gracias, psicóloga. Eres más amable de lo que pensé", dijo Lucas.
Edda lo miró con seriedad. "Solo hago mi trabajo", respondió, concentrándose en la curación.
Cuando terminó, lo ayudó a subir las escaleras hasta su habitación en el piso 15.
"¿Prefieres quedarte en la recepción?", preguntó Edda, desafiándolo con una sonrisa.
Lucas, visiblemente irritado, aceptó el desafío. "Bien", dijo con un suspiro.
Finalmente, llegaron a su habitación. "Ayúdame a quitarme esta camisa", pidió Lucas.
"Quítatela solo", respondió Edda, preparando un vaso de agua. Al girar y verlo sin camisa, dejó caer el vaso por accidente.
"No te vayas a acalorar", bromeó Lucas con su característica risa traviesa.
"Cállate, no estás tan bueno como para impresionarme", replicó Edda, claramente mintiendo.
«Continuará»
«Puede que el capítulo presente algún error, siendo así, es mi deber corregirlo, así que no dudes en hacérmelo saber en los comentarios»
ESTÁS LEYENDO
«Pintando sueños y corriendo destinos»
RomanceEdda Rollers, una joven psicóloga amante del arte y las estrellas. Lucas Hargrove, un motociclista rebelde con una pasión por la velocidad. Sus mundos colisionan en las calles de San Miguel, donde un encuentro inesperado desencadena una serie de eve...