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Los años pasaron con la misma rapidez con la que las estaciones cambiaban en Thalor. Fenix Fireblossom creció bajo la atenta mirada de su madre, Elowen, y la sabia orientación de Eldric, el amigo de su padre. Desde sus primeros años, la niña mostró signos de una herencia extraordinaria, que tanto fascinaba como inquietaba a quienes la rodeaban.

El día en que Fenix llegó al mundo estaba impregnado de una mezcla de ansiedad y esperanza. Elowen, con el vientre abultado y la mente llena de pensamientos sobre el futuro, enfrentaba el momento con una determinación silenciosa. Había pasado semanas preparándose para este día, tanto física como emocionalmente. Aunque estaba rodeada de apoyo, el desafío de traer una vida al mundo que llevaba la herencia de un dragón era un acto lleno de significado y responsabilidad.

El parto comenzó en la madrugada, cuando la luz del sol apenas comenzaba a iluminar el horizonte. La cabaña de Elowen estaba tranquila, con solo el sonido de su respiración y el ocasional crepitar del fuego en la chimenea. La anciana curandera, que había sido una figura constante durante el embarazo, estaba a su lado, brindándole apoyo y calma mientras las contracciones se intensificaban.

El proceso fue largo y agotador, pero Elowen se mantuvo firme, impulsada por el amor y la determinación de dar a luz a su hija. Cada dolor y esfuerzo estaban acompañados por pensamientos de Schmolkë y el legado que él había dejado atrás. El fuego que alguna vez compartieron parecía ahora ser una fuerza de vida, ayudando a guiar a su hija hacia el mundo.

Finalmente, en el cálido resplandor de la mañana, Elowen escuchó el primer llanto de su hija. Con lágrimas de alivio y alegría, tomó a Fenix en sus brazos. La pequeña tenía la piel suave y una mirada curiosa y vibrante que parecía reflejar la esencia misma del fuego. Era una mezcla perfecta de lo humano y lo sobrenatural, un símbolo tangible del amor entre Elowen y Schmolkë.

Los primeros años de Fenix fueron una combinación de maravilla y descubrimiento. Desde el primer momento, Elowen supo que su hija era especial. La pequeña Fenix tenía una energía y vitalidad que llenaban la cabaña, sus ojos ámbar brillaban con una curiosidad insaciable, siempre observando y aprendiendo. A menudo, Elowen la encontraba fascinada por las llamas de la chimenea, sus pequeñas manos extendidas hacia el calor con una mezcla de asombro y reconocimiento.

Fenix no tardó en mostrar signos de su herencia única. A la edad de tres años, mientras jugaba en el jardín, descubrió su habilidad para manipular el fuego. Tocando una rama seca, vio cómo una pequeña llama comenzaba a arder en su punta. Elowen, aunque preocupada por el potencial peligro, también se sintió orgullosa y maravillada. Sabía que este poder era una parte integral de quién era Fenix y que debía enseñarle a controlarlo con responsabilidad.

Elowen, consciente de los peligros que la herencia de Fenix podría atraer, decidió ocultar la verdad a su hija y a la comunidad. Temía que, si se conociera que Fenix era mitad dragón, la niña sería vista como una amenaza y, en el peor de los casos, sería asesinada. Por ello, Elowen le enseñó a Fenix a mantener sus habilidades en secreto, diciéndole que su capacidad para controlar el fuego era un don especial que no debía mostrar a nadie.

A medida que crecía, Fenix desarrolló un fuerte vínculo con la forja de su madre. Desde temprana edad, observaba a Elowen trabajar con el metal y el fuego, aprendiendo las técnicas y la paciencia necesarias para transformar materiales crudos en hermosas obras de arte. Bajo la supervisión cuidadosa de Elowen, Fenix comenzó a experimentar con pequeñas tareas, sintiendo el calor del fuego en sus manos y el peso del martillo, descubriendo una pasión y habilidad innatas para la herrería.

Elowen también le contaba historias sobre su padre, Schmolkë, el dragón de fuego, pero siempre omitiendo la parte de su naturaleza dracónica. Le hablaba de él como un hombre valiente y sabio, que había dejado un legado de amor y protección. Estas historias no solo la conectaban con su herencia, sino que también le enseñaban la importancia de usar su poder para crear, no para destruir.

Navegando Entre Llamas y LeyendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora