6.

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Olivia.

Volvimos a la escuela después del fin de semana. Sara estaba sentada a mi lado, mientras la clase de matemáticas seguía su curso. Sentí que algo golpeó mi hombro suavemente, y un papel cayó sobre mi banco. Alcé la mirada, notando que ese papelito provenía de Tomás. Suspirando, lo abrí.

"Salgamos a hablar, ahora ya."

Fruncí el ceño ¿Qué no podía esperar a la hora del recreo o después de las clases?

-Profe ¿Puedo ir al baño?- preguntó Tomás.

El profesor asintió. -De paso ¿Alguien lo acompaña a la biblioteca a buscar los libros?- alcé la mano rápidamente y hasta yo me extrañé de mi propia actitud. -Anda, Olivia.

Me levanté de mi lugar evitando la mirada acusadora de Sara, sabía que después de eso se me vendría encima una oleada de preguntas. Al salir por la puerta, Tomás habló.

-Tenés en claro que ni yo voy al baño, ni vos a la biblioteca ¿No?- dijo, sonriendo.

-¿Nos vamos a escapar?- él asintió y yo negué. -No, no y no. Lo que me quieras decir, me lo podés decir acá. Yo no hago esas cosas.

Mordió su labio inferior. -Dale, nena bien. Escapate con este wacho cumbiero. Vamos a callejear por ahí.

Miré a Tomás con una mezcla de incredulidad y diversión. La verdad es que su propuesta era tentadora, aunque no quería admitirlo. Las clases de matemáticas no eran precisamente mi actividad favorita y la idea de hacer algo diferente me atraía más de lo que debería.

-Vos estás loco, Tomás. Sabés que si nos descubren, me van a matar.

-¡Bah! No van a descubrirnos. Además, ¿cuántas veces en tu vida escapaste de clase?

Suspiré, considerando sus palabras. Me encontraba en una encrucijada: por un lado, estaba la Olivia responsable y centrada, pero por otro, había una parte de mí que quería romper las reglas, aunque fuera solo una vez. -Bueno, pero si descubren, la culpa es tuya. -dije finalmente, tratando de sonar más seria de lo que me sentía.

Tomás sonrió ampliamente y me tomó de la mano, guiándome hacia la salida trasera de la escuela. El corazón me latía con fuerza, una mezcla de nervios y emoción se apoderaba de mí mientras nos alejábamos del edificio. Una vez fuera, Tomás me llevó por unas calles tranquilas, alejadas del bullicio del centro. Caminamos en silencio un rato, disfrutando de la libertad momentánea.

-¿Y ahora qué?-le pregunté, rompiendo el silencio. 

-Vamos a hablar vos y yo.- su semblante cambió a serio. -Pero antes tenemos que estar en mi lugar seguro.

Caminamos varias cuadras, hasta llegar a un parque que parecía abandonado. -Terrorífico.- solté, observando a mi alrededor.

-No digas así... De noche es peor.- carcajeó, y de su bolsillo sacó un porro, luego se sentó. -¿Fumas?

Fruncí la nariz. -No.

-No me sorpende, de pedo tomas alcohol.

-Bueno, ahora ¿Qué es lo tan importante que tenés para decirme?

Suspiró y comenzó a prender el cigarro de marihuana. -Vos tenés que decirme cosas importantes ¿Porque te alejaste de mi en primer lugar?

Me senté a su lado y reí levemente. -Nunca estuvimos cerca vos y yo, en primer lugar... Sólo compartimos el mismo grupo de amigos.

-Ya sabes de lo que estoy hablando, Olivia. Vos me estuviste evitando, se nota.

Tragué saliva antes de contestar. -Fue porque vos... Estás acostumbrado a otro tipo de mujer, una que es fácil y yo no soy así. No vas a coger conmigo cuando vos decidas que querés hacerlo.

Tomás inhaló profundamente, sosteniendo el humo en sus pulmones antes de exhalar lentamente, creando una nube que se disipó en el aire fresco del parque. Sus ojos, enrojecidos por el porro, se enfocaron en mí con una intensidad que me hizo sentir un poco incómoda. -Vos creés que todo se reduce a eso, ¿no? Que solo quiero cojer y después olvidarme de vos.

-No sé qué pensar, Tomás. No te conozco lo suficiente como para saber cuáles son tus verdaderas intenciones.

Él asintió lentamente, considerando mis palabras.  -Mirá, Olivia... Con vos es diferente, y no porque seas un desafío, sino porque sos... interesante. Me haces pensar. 

No pude evitar soltar una risa sarcástica.

-¿De verdad esperás que crea eso?

Tomás me miró con una expresión que mezclaba frustración y sinceridad. -Sí, Olivia, espero que me creas. Y estoy dispuesto a demostrarte que puedo ser más que el estereotipo que tenés de mí.

Nos quedamos en silencio por un momento, solo el sonido de los pájaros y el viento entre los árboles nos rodeaba. 

-Voy a continuar sin creerte... Hace muy poco que nos conocimos, aparte.

Alzó sus manos con signos de inocentismo. -Bien, bien...- nos quedamos en silencio unos segundos. -¿Pero entonces si me das una chance?

Levanté mis hombros, demostrando que me daba igual. -Yo no tengo que darle nada a nadie, cada uno sabe lo que hace.

Continuó fumando y yo intentando saber que pasaba en su cabeza en ese momento. Yo no le creía nada, ni una palabra. Era muy fácil para los hombres ser unos príncipes primero hasta que te enredabas con ellos. Tomás continuó fumando en silencio, y yo miré a mi alrededor, sintiendo el ambiente extraño y ligeramente inquietante del parque abandonado. 

Después de unos minutos, él rompió el silencio. -Mirá, entiendo que no me creas. Pero ser tu amigo.

Suspiré, sintiéndome agotada por la conversación. No estaba segura de si valía la pena seguir con esto, pero había algo en su insistencia que me hacía dudar. Quizás era su forma de hablar o la manera en que sus ojos se fijaban en los míos, pero una pequeña parte de mí quería creerle, aunque fuera solo un poco. -Bueno, seamos amigos, eso no me molestaría.

Él asintió, una sonrisa pequeña y sincera apareció en su rostro. -Amigos entonces.

Nos levantamos del banco y comenzamos a caminar de regreso a la escuela. La conversación fue ligera y sin pretensiones, hablando de cosas triviales y riéndonos de tonterías. Era sorprendentemente fácil estar en su compañía cuando no estaba tratando de impresionar.

Cuando finalmente llegamos a la escuela, el timbre del recreo ya había sonado y los pasillos estaban llenos de estudiantes. Tomás se detuvo y me miró con una expresión seria.

-¿Viste que no nos iban a descubrir? Soy un experto en esto.

-Nos vemos después, Tomás.

Volví a mi clase y me senté junto a Sara, quien me lanzó una mirada llena de curiosidad y preocupación.

-¿Qué pasó? -preguntó en un susurro urgente.

-Nada, solo hablamos. Tomás quiere intentar ser amigos.

Sara frunció el ceño, claramente escéptica. -¿Y vos le creés?

-Ni una palabra, pero le dije que le daría una oportunidad.

Sara suspiró y negó con la cabeza. -Tené cuidado, Olivia. No quiero verte lastimada.

-Ya sé, Sara. Ya sé.

Las clases continuaron y traté de concentrarme, pero mis pensamientos seguían volviendo a Tomás y a nuestra conversación en el parque. A pesar de mi desconfianza, no podía evitar sentir una pequeña chispa de curiosidad por ver cómo se desarrollaban las cosas. Sabía que tendría que estar alerta, pero tal vez, solo tal vez, había una mínima posibilidad de que Tomás realmente pudiera ser diferente.

ultraviolence | c.r.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora