XLIII

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Lando

Apoye la cabeza en el hombro de Max soltando un suspiro. Ahora mismo estaba a la espera de la radiografía. Y os preguntaréis, ¿por qué estabas apoyado en el hombro de Max y no el de tu novio? Porque mi novio en cuanto hemos llegado al hospital se ha puesto a hablar con unos cuantos médicos, ignorándome.

Sabía que había hecho mi trabajo cuando me he jugado la vida por él, pero me gustaría recibir aún que sea un gracias.

Realmente, si hubiera sido una persona desconocida para mí, se me hubiera cruzado el pensamiento de cobrar una vida por detener a Pablo, pero cuando la persona era el amor de mi vida, se me hacía más complicado.

—¿Todo bien? —Me preguntó el rubio y yo suspiró ligeramente.

—Todo es una mierda. —Contesto yo y tomo aire por la boca.

Me mire por el reflejo de la ventana y suspire viendo mi nariz. Estaba hinchada, morada, mis mejillas se han hinchado también, como mis ojos, que tenía zonas moradas. Luego mis labios se habían puesto rojos y tenía leves cortes.

—Lando Norris. —Escuché decir a la doctora y mire por mi alrededor, sin tener rastro de Carlos, antes de negar mientras me levantaba.

—Espera aquí. —Avise a Max y le vi asentir antes de entrar a la consulta.

—A ver Lando, no te voy a engañar, tiene mala pinta. —Reí sin gracia y asentí. —Te han roto la nariz, así que vamos a inmovilizartela unos días antes de ir viendo poco a poco como mejora. —Volví a asentir como un robot. —Siéntate en la camilla, voy a traer todo lo necesario. —Me levanté y me senté en la camilla viendo como la médico abandonaba la sala.

En este momento de soledad pude hacer mi mente recapacitar. La había cagado hasta el fondo con el caso, porque el último cabecilla conocía mi identidad y mi vida persona, me tenía cogido por los huevos. Luego, cuando vuelva al trabajo, me va a caer una bronca por parte de mi jefa ya que ordené a mis hombres a no detenerlo. Tenía que lidiar con mi hermana enfadada y embarazada, era lo mismo que Chernobyl. La nariz me iba a estallar del dolor y eso solo podía significar una cosa, que se vienen días de cuidados intensos. Y por poner la guinda al pastel, mi novio, al cual le he salvado la vida literalmente, ha pasado de mi desde el primer momento que hemos pisado el hospital.

La doctora volvió y me colocó una gasa por la parte de abajo de la nariz, ya que no paraba de sangre, no sin antes ponerme algodón dentro de los orificios nasales, y por último me escayoló el resto de la nariz. Estaba horrendo.

—Vale Lando. —Me extendió unos papeles. —Tienes que comprarte estas pastillas, ahí pone cuando te las tienes que tomar y en cuatro días tienes cita para ver si ha mejorado tu nariz. Y todos los días tienes que cambiarte los algodones y las gasas, pero eso deberías pedirle ayuda a alguien.

—Gracias doctora. —Me bajé de la camilla y abrí la puerta de la consulta.

Mire que ahora estaban Max, Daniel, Cisca y Charles. No me sorprendió no ver a Carlos. Mi hermana fue la primera en acercarse, agarrándome de la barbilla para mirarme bien de cerca antes de poner una mueca de disgusto.

—Esta rota. —Dije yo con una sonrisa irónica antes de extenderla los papeles. —Tengo que tener este aspecto de mierda por lo menos cuatro días, por lo menos.

Atrolondrado || CarlandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora