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Había una vieja historia, una leyenda que era considerada mito, aquella que las abuelas contaban a su pequeños nietos cuando pasaban la tarde bebiendo chocolate caliente y la lluvia caían tan fuerte que muchas veces opacaba la voz ajena.


Era un viejo cuento que estaba en los libros de los más antiguos, historias que se creían cuando aún vivían en manadas.



Destinados.


El viejo mito, o leyenda mejor dicho, hablaba sobre dos almas, aquellas que antes de nacer eran atadas a otra con el intenso hilo rojo, con su destino uno a lado del otro, vamos, no negaban aquello porque todos, o la mayoría conocían  su destinado, pero, no era tan simple.

Oh genial!, conociste a tu alma gemela, fin" .




No, iba mucho más allá.

La vieja historia decía lo siguiente:


"Cuando dos almas destinadas a estar juntas conviven desde su nacimiento, la presentación como alfa u omega se dará a una edad más temprana, así tratando de que haya una formación de lazo más pronta.  Suelen formar un vínculo más fuerte que cualquier destinado, tan fuerte que incluso tendrán los mismos pensamientos, ya que sus lobos no podrán volver a separarse nunca más."






Era una historia hermosa, y sobre todo las evidencias de que esta existió, las múltiples de veces que su abuela le contó sobre ellas, solo lograban hacer al pequeño cachorro brincar de la felicidad, esperando también vivir "su cuento de hadas", digno de una película.

Soñaba con encontrar a su destinado, o destinada, sin duda alguna.

Las presentaciones como alfa, omega o beta se solían dar en la adolescencia, acompañando a este de un celo, un beta solía tener aquellos síntomas lo menos perceptibles posibles, así que nunca fue un problema. No solo eso, su presentacion se acompañaba de un olor, aquel que era característico de cada uno.

La diferencia venía en el libro de cuentos de la abuela, ya que cuando la presentacion se daba en la pareja destinada, solía ser en la niñez, no más allá de los diez años, y solo presentaban un olor y algunos cambios, o malestares menores, como dolor de cabeza, mareos. Delatandolos como alfa, omega o beta, no iba mucho más allá.


Cada vez que la dulce viejita contaba todo aquello, Jake sonreía anotando en garabatos imperceptibles "lo más importante", porque después de cada charla, corría a la casa vecina a contarle a su mejor amigo, Sunghoon.


Dos pequeños niños de no más de siete años, sus padres de habían mudado semanas antes de su nacimiento a aquella casa, donde curiosamente luego de que conociera e mundo por primera vez, la adorable pareja se encontró con otro cachorro recién nacido, ambas familias no dudaron en convivir, así ambos formaron su amistad desde que eran solo unos bebés arrugados.



Cada que ambas familias veían a sus pequeños convivir no dudaban en decirlo.


"Son destinados"


Las suposiciones eran claras, pero más bien, apelaban sobre la vida y futuro de dos niños que solo querían jugar. Para ellos, Jake sería un gran omega, como su padre y Sunghoon un guapo alfa, como su padre.




— ¿alfas?, ¿los dos son alfas? — Cuestionó aquel hombre lleno de incredulidad.



— No solo eso, también son destinados.



— Dos alfas no pueden ser destinados, es una aberración a la sociedad, no permitiré que mi hijo sea. . .eso. — No hubo preguntas, tomó a su esposa e hijo saliendo de la casa, Jake no entendía nada al ver partir a Sunghoon, mientras lloraba en los brazos de su padre.


Tampoco entendió mucho cuando la casa de a lado donde solía pasar horas jugando con su mejor amigo, se puso en venta y una nueva familia llegó a ella.








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Viento y melodíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora