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Suspiro rendido mientras esperaba dejando caer su peso sobre su pie, el otro permanecía doblado sobre si mismo, cerro sus parpados de manera fuerte, tanto que incluso sus ojos ardieron. Observo su reloj por milésima vez, estaba a punto de cometer un acto ilegal ante aquel fanfarrón, egocentrismo, y altanero alfa de nombre Park Sunghoon.

Tenía exactamente una hora parado frente a la facultad de arquitectura esperando al tan dichoso pelinegro que se suponía debía salir hace tanto que incluso las nubes ya habían tapado el sol.

Y cuando lo vio salir tan sonriente y risueño junto a aquella chica que no conocía, no pudo evitar rodar los ojos y bufar alto, tan alto que el alfa menor realizó la misma acción.

— ¿Ya podemos irnos o aun tengo que ver tu intento fallido de conquista? — El pelinegro sonrió de manera falsa, despidiéndose de un beso de mejilla con aquella chica, Jake solo camino en dirección al estacionamiento dándole por completo la espalda al mas alto.

— ¡No es un intento fallido de conquista!. Sólo es mi amiga — Grito por todo el estacionamiento vacío, a excepción de ambos.

— No me tienes que dar explicaciones —- el castaño rodó los ojos mientras subía al lado del piloto, obligando a Park a subir también.

El resto del camino fue en completo silencio, ambos no podían si quiera verse a los ojos sin hacer una mueca el uno al otro.

Cuando la velocidad comenzó a disminuir y las calles comenzaron a ser más cerradas, el pelinegro dedujo que estaba a punto de llegar a la vivienda del mayor.

El vecindario lucia como aquellos de las películas americanas donde dos adolescentes completamente diferentes terminaban en un romance cliché y aquello hizo reír internamente al mas alto. Los niños jugando fútbol fuera, mientras los adultos paseaban por sus jardines completamente hermosos y perfectamente cuidados, las casas llenas de colores vivos y seguramente los vecinos se odiaban en secreto, pero aquello solo era una duda en la cabeza de Park.

— Llegamos — El pelinegro permaneció tan sumido en sus pensamientos que no noto cuando el auto estacionó frente a una bonita casa color blanco con decoraciones pintorescas.

— ¿Aquí vives?

— ¡No! — respondió alargando la vocal — Solo viene a ver si la casa está bonita. Obvio que aquí vivo, idiota — El menor apretó los labios fuerte para no golpear a su compañero de equipo — Pasa, y no hagas mucho caso a lo que dice mi mamá, a veces es muy rara.

El pelinegro asintió, observando detenidamente la casa de a lado, lucia tan bonita y hogareña que tenía esa extraña sensación de entrar a ella y disfrutar de la sala, como aquellas tardes de primavera cuando el sol se ponía y sólo iluminaba la tenue luz restante, quería ir, caminar y pasar el resto del fin de semana en ella.

Viento y melodíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora