Inesperado

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Estaba sentado mirando los movimientos de Davidson, que revisaba cuidadosamente algunos papeles de su  escritorio. Tomó un segundo acomodando se ligeramente la corbata, antes de volverme a ver.

—Ok, ya tenemos todos los resultados, solo necesitamos de tí.

Habló finalmente.

—¿Cuando sería la edición del libro? .

Me miro con una sonrisa antes de responder.

—No mucho, estímulo yo. Aunque es también importante el hecho de sacar las copias, pero necesito que firmes unos papeles para que los derechos del libro pasen a nosotros.

Esas palabras me sacaron un poco de lugar, no era un crimen si yo preguntaba al respecto.

—Letras pequeñas, que de seguro debo leer.

Davidson me miro con recelo.

—¿A que te refieres?.

—Digo, lo he visto en películas, ¿hay algo de lo que tenga que preocuparme? Señor.

—Oh, no, tu des relájate, no es necesario tanta duda, escucha, el contrato solo es para que nos des el permiso de imprimir tu historia, es nada más eso.

—Perdón, pero es necesario que yo preguntara —di una pequeña risa al aire —¿cuando será? Señor.

—La verdad no se, tenemos muchas obras y proyectos de este año, pero no te mortifiques, danos unos pocos días y tendremos todo.

—Ok.

—Eso si, es importante la edición del libro, en su mayoría, esta bien, pero hay cosas que quería que nos dejaras claro para poner o no, ya le dije a Mauricio que se encargará de ello.

—Gracias de verdad señor Davidson.

Antes de que yo me levantara, el hombre volvió a hablarme.

—Quédate, tengo que hablar contigo un momento.

Esas palabras, no se porque, pero esa palabras hacían que mi corazón saltara de su lugar, llenando me de una inseguridad que no podía describir.

Me sente, sintiendo la ansiedad aumentando.

El hombre, al igual que el día en que lo conocí, tomó un tabaco del cajón, encendiendo lo enseguida, soltando un ligero humo de su boca.

—Chico, anoche no tuve tiempo de hablarte, te fuiste demasiado rápido y no supe como podía atajar te.

Mi corazón se relajó un poco, pero sin embargo, el problema no dejaba de ser un problema para mi.

—Veras, entiendo que no te agrade Cristina, y menos lo que ella escribe. Pero hijo, esto es un negocio, no podemos simplemente ignorar algo que a la gente le gusta.

—Señor Davidson —tomé la palabra— entiendo el disgusto, yo no tenía la razón...

—No, si la tenías, entiendo hijo, hay críticas así todo el tiempo, pero... Es mejor que con Cristina trates de ser más flexible.

—¿Flexible? ¿No le contaron como ella me trato?

—Ella trata así a todo el mundo muchacho, sobre todo si insultan su contenido.

—Pues yo creo que debería ser  un poco más respetuosa.

Un golpe seco se oyó, Davidson había  golpeado su escritorio.

—Lamento que te lo diga chico, pero apenas vas llegando, reconozco tu talento, pero también es considerable el hecho de que hay que ponerte un paro. Cristina es una gran escritora y no daré a mi mejor escritor, solo porque a ti no te agrade.

Tu Pasión y la míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora