influencias radicales.

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La velocidad de aquel carro(coche) hizo que mi corazón saltara aún más por el miedo de la posible colision que probablemente estaría a punto de ocurrir debido a que no era yo el que estaba al volante. Los segundos pasaban, observé como la velocidad se iba regulando cuando la piloto dio varias vueltas en cada esquina que se le tocaba en frente.

¿Que había hecho? Era la pregunta que me hacia cada vez que llevaba mi mano al pecho con tal de monitorizar mi pulso cardiaco esperando a que este se tranquilizara. Por segundos, olvide en donde era que estaba, cuando me calme casi por completo me fijé en aquella mujer que tenía la vista foja a la carretera, veía como los mofletes de sus mejillas hacían pequeños ojuelos, causa de la sonrisa de satisfacción que tenía. Se veía emocionada, relativamente alegre.

Cristina, una mujer cuarentona y a la cual no me llevaba para nada bien me acababa de ayudar a salir de una situación que ella misma inicio, estaba relativamente confundido, pero no tenía las intenciones de hablar, al menos de que no fuese necesario.

Con desdén quise apartar la mirada de ella, pero mis ojos fueron traicioneros para mis verdaderas acciones, daba pequeñas vistas a ella, desde ver su cabeza con aquel pelo rubio con ligeros mechones negros que le daban un cierto atractivo femenino, hasta bajar casi al ver sus piernas.

—¿Que? ¿No hablaras? Yo si... ¡Dios, eso fue emocionante!.

Me volteó a ver con una sonrisa de Boca abierta, mientras me veía de arriba a abajo.

—¿De que hablas? —pregunté.

—Es increíble que no lo pilles todavía, te has metido en un gran lío, hombre —volvió a fijar la vista a la carretera —. Esos sujetos pudieron haberte hecho algo y tu como si nada, los confrontas te sin más a delación.

—Pues... Gracias —suspiré recargando me en el asiento.

Ella me volteó a ver paseando de nuevo sus ojos en mi, como si tratara de buscar o inspeccionar algo

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Ella me volteó a ver paseando de nuevo sus ojos en mi, como si tratara de buscar o inspeccionar algo. Me sentí algo perturbado, no por ella, si no por la forma en que me miraba.

—¿Que sucede? —pregunté incrédulo.

—No tenía idea de que sabias kárate, la verdad crei que solo eras un hablachento y saldría corriendo o se primaria los pantalones en cualquier momento —estalló de risa la mujer.

Me quedé en silencio unos segundo mientras esperaba que se pasará su ataque de risa.

—No es Kárate —miré el paisaje de mi ventana —Dios, ¿por que la gente se confunde? Apenas ven a alguien usando las patadas y lo familiarizar con el kárate.

La risa se apagó poco a poco, parecía quererme escuchar.

—¿... Y ahora que? —cambie de tema.

—¿Que de que?.

—Pues...

El silencio volvió a reinar dentro del carro, creo que el que lo estaba pasando peor era yo, a decir verdad, me gustaba cuando alguien tomaba la iniciativa en una conversación, pero en este caso,ella era la más interesada y por sobre todo enérgica en ese aspecto. Había deseado por breves momentos el volver a como estábamos a penas unos segundos.

Tu Pasión y la míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora