II. Fuera del bosque

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En el frondoso bosque me encuentro, corriendo despavorida sin lograr hallarme a mí misma.

¿Cuándo fue que me he perdido?

¿En que momento mi brillo se ha ido?

Mis pies duelen, sangrando con cada paso que doy, y las crujientes hojas que antes parecían ser hermosas ahora se han vuelto una tortura en mi interior, pues sigo sin encontrarle sentido a seguir por este largo camino.

Pero aun así me levanto y vuelvo a empezar, corriendo en este bucle sin final, sin dejar rastro alguno a mi paso.

Aún recuerdo sus palabras en el último invierno, siguen ahí tan tangentes cómo la primera vez que mis ojos le vieron.

No diré que maldigo aquel día, pues sería mentirme a mi misma, porque aunque su recuerdo duela, es la razón por la que sigo viva.

Lo sigo intentando, una y otra vez, intentando recuperarme de su mal querer.

Las ramas de los árboles me atrapan con cada paso, envolviéndome en una danza sin fin. Siento que no respiro y empiezo a preguntarme si en verdad saldré de aquí.


¡No!

¡Lo haré, me encontraré!

¡No me importa cuánto cueste!


Saldré a las afueras de esté bosque sin fin, porque se que cuándo me encuentre, lograré ser felíz.

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