XV. Ser inmortal

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¡Oh, mi querido ser inmortal!
de infinitos ojos negros
y luminosa sonrisa.

Tú, que seguro has vivido miles de vidas
y has visto interminables paisajes.

Puede que quizás, en donde
te encuentres ahora,
nunca leas esta prosa.

Pero, aun así,
necesito gritarle al mundo
cuánto significas para mí,
vida mía.

Porque sería egoísta de mi parte
guardar todos nuestros momentos
en una vieja caja de Pandora.

Y que nadie sepa
que un ser tan hermoso como tú
habitó este desolado mundo.

Mientras yo viva,
me dedicaré en cuerpo y alma
a que tu recuerdo jamás descienda
en el cruel abismo del olvido.

Plasmándolo con mi pincel
en el tapiz dormido, el retrato

de aquel ser inmortal
que me enseñó a amar,
más allá de la eternidad.

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