Amor verdadero| Manolo Sánchez había pasado toda su infancia enamorado de su amiga María Posada más está no correspondía sus sentimientos; Sin embargo Rosita Hernández quien tenía un gran enamoramiento hacia su amigo le enseñaría lo que sería un amo...
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La noche en la que Manolo hablo con Rosita había pasado y desde ese día el joven Sánchez se había dispuesto a darlo todo por el amor de María Posada.
Se había decidido en conquistarla, con ayuda de sus buenos amigos los Mariachis había ideado un plan aunque claro también había recibido ayuda de la señorita Hernández pues no podía confiar del todo en sus amigos, no quería que todo terminara como la última vez que le llevo una serenata algo extraña.
El primer día le había llevado flores con ayuda de Rosita para armar su ramo; Sin embargo fue algo difícil que la castaña las recibiera prácticamente Manolo le insistió para que las recibiera. La segunda ocasión trato de hacer algo más impactante, con ayuda de sus amigos Mariachis hizo una gran serenata para ella, mejor que la última vez; Sin embargo fue hechado del lugar por el general Posada cuando le arrojo una cubeta de agua a sus compañeros.
Los días habían pasado entre un montón de fracasos, no importa lo que hiciera ninguna de sus acciones parecían tener algún efecto en la chica.
—¡Ya basta Manolo! —Exclamo Rosita tomándolo de los hombros —Se acabaron los gestos modestos ¡Irás con María y le dirás directamente lo que sientes! —Manolo la miro con una pequeña sonrisa.
—Lo sé Rosita, es algo que estado pensando. Tengo que ser valiente y decirle directamente a María lo que siento —Dijo él con una pequeña sonrisa.
Rosita asintió contenta, aunque por dentro su corazón volvía con aquellas punzadas dolorosas, pero las ignoraría como la había estado haciendo hasta ahora solo por la felicidad de Manolo.
Durante la tarde se reunieron junto con Pepe para planificar lo que harían, una linda cena romántica con una linda melodía de guitarra todo para poder confesar los sentimientos de Manolo.
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La noche había llegado y todo estaba preparado para la confesión. Una mesa para dos personas con un mantel rojo y una cena perfectamente elaborada por Rosita quien se había ofrecido para ayudar a su amigo. Pepe junto con los demás tocaban una canción suave con sus instrumentos.
Manolo se sintió nervioso al ver cómo Rosita traía a María con una venda en los ojos que le impedía ver.
