—¡Por dios Jimin, lo que ustedes quieren hacer es una locura! Hijo piensa, a penas tienes dieciocho años, acabas de entrar a la universidad, tienes aún muchas cosas por vivir, el matrimonio no es un juego.
—Yo lo sé mamá, pero yo amo a Nam y él también a mí, qué más da si nos casamos ahora o dentro de tres años.
—Madurez hijo, eso es lo que el tiempo les va a dar, ¿cómo puedes estar tan seguro que lo que hoy quieres, será lo mismo que quieras el día de mañana?
—Estoy seguro, porque Namjoon es el amor de mi vida, y voy a envejecer a su lado, rodeado de nuestro nietos, seremos inmensamente felices.
—Lo que planteas es un sueño, uno muy bonito, pero sueño al fin y al cabo, ningún amor es para siempre, ni mucho menos perfecto y la vida de casados es completamente diferente a lo que tú te imaginas.
—Lo dices porque tú tuviste una mala experiencia con mi papá, pero eso no me va a suceder jamás. Yo amo a Nam y lo voy a amar por el resto de mi vida…
Esas fueron las palabras que le dijo a su madre un mes antes de huir de casa y casarse a escondidas con su novio, hace cinco años. Y eran esas mismas palabras las que logran mantenerll en pie, para seguir soportando ese matrimonio que ahora sentía fue su peor error.
Amaba a Namjoon, de eso no tenía ninguna duda. Pero ahora entendía lo que su madre le dijo cuando le anunció su decisión de casarme.
Adaptarse a las costumbres y gustos de su pareja, convivir veinticuatro siete, aprender sus manías y formas de llevar sus respectivos estados de ánimo no era fácil.
Y mucho hacerlo mientras él estudiaba y su esposo comenzaba su residencia después de graduarse de la universidad. Y sumado a eso la diferencia de edad también se hizo notoria.
Con dieciocho años, Jimin solo quería divertirse, salir cada fin de semana, viajar en vacaciones. Mientras que Namjoon con veinticinco, y siendo residente de uno de los hospitales privados de mayor renombre en el país, solo terminaba con ganas de llegar a casa y descansar, pasar un fin de semana tranquilo si es que tenía alguno, y de viajar no tenía esperanzas ya que dependía todo de sus horarios.
De una manera u otra habían logrado sobrellevar y llegar hasta su quinto aniversario, mismo que Jimin había planeado festejar con una romántica cena a la luz de las velas, hacer el amor toda la noche y despertar abrazados, para después llevarle el desayuno a la cama y pasar el resto del día juntos.
Planes que por supuesto se vinieron abajo cuando su marido, el ahora flamante neurocirujano Kim Namjoon le avisó que tenía una operación de emergencia y no podía llegar a cenar y quién sabe si a dormir. Con pesar apagó las velas, cenó solo y se fue a acostar con la sensación de que su vida de ensueño se convertía cada día en una fea pesadilla.
La luz de un nuevo día le trajo una nueva oleda de tristeza y enojo, cuando Namjoon llegó y después de ducharse se acostó, sin siquiera darle un mínimo beso por su aniversario y del sexo ni hablar, hacía casi seis meses que no lo tocaba. Y no es que fuera algo necesario en su relación, pero necesitaba sentirse deseado… amado.
Con todo ese revoltijo de sensaciones y sentimientos, se fue a trabajar. Después de graduarse en filosofía y letras decidió abrir una librería, mientras escribía en sus ratos libres. Ese fue uno de sus primeros desacuerdos. Namjoon no quería que trabajará y Jimin no quería depender económicamente de él, y ahora mismo agradecía no haber cedido ante su insistencia.
Esa pequeña librería era su escapé de esa jaula de oro que se había convertido en su casa. Nada más abrir, la sensación de confort y seguridad lo llenó, ese era su lugar seguro, su refugio donde podía volver a experimentar ese increíblemente amor de ensueño que alguna vez pensó que tendría, aunque solo lo podía disfrutar entre las páginas de novelas románticas.
Eran las doce del mediodía cuando la campanilla de la entrada sonó anunciando un nuevo cliente, sonrió al apuesto hombre que caminó con paso firme hasta el mostrador, mientras una lejana pero conocida sensación en su estómago lo embargo al verlo más de cerca.
Cabello corto de color negro, ojos grandes y expresivos, sonrisa coqueta y cuerpo de infarto cubierto por un sexi uniforme de piloto, era lo que en el mundo literario se conocería como el personaje perfecto para una historia erótica.
—Hola, disculpa, ¿tendrás el libro de Child of the Moon? —preguntó el hombre con una fuerte y potente voz.
—¿Eh? —preguntó Jimin tontamente todavía fascinado con el hombre frente suyo, y de inmediato sintió sus mejillas sonrojarse —disculpé si lo tengo —le dijo recomponiendose y adoptando un tono más profesional—. Si lo quiere regalar, tengo una edición especial que le podría gustar a quien lo vaya a recibir.
—No es un regalo —le respondió en voz baja —es para mí. Las historias románticas son mi gusto culposo —añadió el hombre con cierto dejo de vergüenza en su tono, lo que lo hizo ver aún más atractivo de lo que ya de por sí era.
Jimin simplemente asintió y lo guió hasta la sección en dónde ese libro de romance y fantasía se encontraba, se lo entregó y después de recomendarle un par de historias más de ese mismo estilo, volvieron a la caja. Un par de minutos después, se despidió de él con una sonrisa mientras guardaba la tarjeta de la librería en su bolsillo, prometiendo volver a comprar más.
De esa forma ambos iniciaron una relación que pronto escaló más allá de cliente y vendedor y que le traería a la vida de Jimin eso que sentía que había perdido.
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죄책감이 드는 ★Guilty★
FanfictionJimin se casó demasiado joven y perdidamente enamorado, juraba que su amor sería eterno y que envejecería al lado de su esposo. Pero varios años después, la carga de trabajo, la falta de comunicación y el sentirse atrapado en algo que no soñó, lo ha...