Capítulo 4

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Jimin siempre amó la forma en que Namjoon lo miraba, como sus ojos marrones parecían brillar cuando le decía te amo o cómo se oscurecían por la pasión cuando hacían el amor. A lo largo de los años juntos creía conocer cada una de las miradas de su esposo, pero se daba cuenta que estaba equivocado. Porque ahora no había brillo, ni pasión, lo más curioso es que tampoco necesitaba preguntar qué clase de mirada era.

Odio, decepción, tristeza, sus ojos reflejaban una mezcla de esos sentimientos y emociones. Sus manos estaban cerradas con fuerza envolviendo la carpeta que suponía contenía su historia clínica. Él quería hablar, negar todo, pero sabía que sería inútil y estúpido hacerlo. 

Había traicionado la confianza y amor de su marido, y ahora tenía que pagar las consecuencias, no solo había sido engañado por Jungkook sino que ahora tenía en su vientre el fruto de ese engaño.

—Nam yo…

—¿Por qué Jimin? —preguntó Namjoon interrumpiendólo.

—Yo… yo lo siento Nam —fue lo único que pudo decir antes de que el llanto fluyera impidiéndole hablar.

—¿Sabes qué es lo más triste de todo esto? —volvió a preguntar — Que ya lo sabía —dijo y su rostro se elevó con asombro.

Namjoon suspiro y cerró los ojos antes de volver a mirarlo.

—Hace un mes mi secretaria en jefe fue a la librería a comprar un libro y te vió tomado de la mano con otro hombre, y te tomó una foto. Me la mostró ¿Y sabes que hice yo? La despedí, porque mi esposo jamás sería capaz de hacer algo tan bajo como eso, porque mi esposo me amaba y sería incapaz de lastimarme, de traicionar nuestro amor, le prohíbi volver a inventar algo como eso. Me negué a creer que tú me fueras infiel, porque confiaba en tí, por qué… 

No pudo continuar, el llanto lo detuvo y Jimin cayó un poco más en su propio tormento de culpa, Namjoon jamás lloraba, no lo había hecho ni cuando su padre murió, ni cuando su mamá lo siguió un año después. Y ahora por su culpa lo hacía.

—Nam por favor lo siento, perdóname por favor, fue un error, me sentía solo, me convencí que ya no me querías, o que ya estabas cansado de mí, y él estuvo ahí supo consolarme, y cuando me di cuenta ya lo estaba besando, se que no tengo justificación, por favor —rogó entre lágrimas.

—¿Cuánto tiempo? ¿Desde cuándo me ves la cara de imbécil? —preguntó con rabia.

—Ocho meses —dijo simplemente.

Una risa sarcástica resonó en su garganta, llevó sus manos a su cabello y tiró de el con frustración.

—Ahora entiendo porque de pronto tenías que salir tanto después de cerrar la librería, porque tantas excusas para tus llegadas tarde, yo como idiota creyendote esos seminarios y conferencias para escritores, mientras en realidad te ibas a revolcar con tu amante, como debiste de reírte del idiota de tu marido ¿no?

Jimin no podía hablar, las lágrimas no lo dejaban, el sentimiento de ser el peor ser humano que existía se había multiplicado, su corazón dolía con cada latido acelerado que sentía vibrar en sus oídos, intentó decir algo pero se detuvo, no había palabras que aliviarán el dolor que sabía le estaba causando al hombre que durante casi siete años había amado.

El sonido ahogado de un teléfono se escuchó entre sus sollozos y su marido caminó hasta el sofá, tomó el aparato y lo lanzó sobre sus piernas cubiertas por la sabana.

—Lleva sonando bastante tiempo, debe de ser tu amante, contéstale, te debe de estar esperando para seguir burlándose de mí, dile que no se preocupe, que puede venir a cuidarte a ti y a ese… ese engendro que crearon, yo no sé los voy a impedir —le dijo antes de darse la vuelta y salir por la puerta dejandolo solo.

죄책감이 드는 ★Guilty★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora