Jardín de memorias

Rose garden

De alguna forma o otra el matrimonio es una forma de fortalecer lo que el corazón siente. O al menos eso es lo que piensa la mayoría.

Como olvidar un primer encuentro. Uno que rompió aquel equilibrio que tanto esfuerzo puso para mantenerlo.

Y ahí esta un dulce cervatillo que es empujado, que corre y huye del amor que en algún momento sintió, tiene una corona en su cabeza que nunca baja, la quiere romper pero no puede y más con un desconocido que se a encontrado en lo profundo de sus pensares.

Quién eres, no deberías estar aquí.

Musito cuando miro a los ojos a aquel joven arácnido.

Sonrió un poco, el jardín de la rosas era su lugar de resguardo y ahora había sido usurpado por el amante del rey.

El rey me permitió ir a donde sea que quiera en este castillo.

Fue lo que recibió de respuesta; al parecer Lucifer había hecho un giro de 360° a sus gustos. Ahora se le hacia encantador la estrella porno llamada Angel Dust.

Era cierto que su relación estaba más marchita que las flores que el rey dejaba en su alcoba cada mañana. Pero nunca creyó que aquello llegó a tal límite de tener que obtener un amante para satisfacer lo que el nunca logró darle.

—Como te atreves a hablarle de esa manera a la reina -dijo una sirviente del lugar-

—La reina -repitió el joven-

—Exacto, que muchacho más irrespetuoso -hablo aún más enojada- guardias saquen lo de este lugar.

Pronuncio antes de que el locutor parara la orden.

Creo que el poder te a segado demasiado querida. Creo que es mejor que respires aire puro lejos de aquí.

Y sin más los guardias se la llevaron mientras la sirvienta maldecía a la reina.

Angel no pudo decir nada. Intentaba adjuntar toda la información dada en esos instantes pero no logro mucho. Era cierto que los rumores hablaban mucho de la persona que gobernaba al lado del ángel caído, inclusive se creía que era tan horrible que por ello nunca se le veía en las reuniones sociales de la alta sociedad.

Pero que mentiras pensó, volvió a verlo, era un ser hermoso. Sus rasgos delicados, su aura elegante, su movimientos, sus facciones todo de el era tan bello e inigualable.

Ahora entendía el porqué de que su cliente hablara maravillas de su pareja.

Mamá quién es él. Pregunto una dulce niña que se asomaba atrás del locutor.

Ahora mismo, había perdido todo sentido que no fuera una sensación de atracción.

Eres hermoso.

Hablo sin vergüenza, algo que a todos los trabajadores del lugar sorprendió, y la reina que cada vez su sonrojo se hacia más notorio.

Tan lindo.

Pronuncio al ver la reacción del mayor y se intento acercar, no queria perder oportunidad. Algo que claramente fue interrumpido por la pequeña que tenia en brazos.

—Le agradezco por el intento de cumplido mi estimado -hablo con una sonrisa- si me disculpan me retiro. Es hora de que me retire junto a la princesa.

Hablo para ver a su pequeña que tenía el ceño fruncido por la falta de atención de su madre.

—No tiene porque irse, si me permitiría podríamos compartir...

—No -lo interrumpio- Espero me disculpe pero no suelo compartir los regalos que me da mi esposo con alguien más.

No recibió respuesta.

—Nunca creí que Lucifer permitiría que alguien más estuviera en este lugar del castillo a parte de mi presencia, pero... -guardo silencio- Al parecer esta embobado contigo como para hacer algo como eso.

—Espero yo no tenía idea, si gusta me retiro, nunca tuve la intención de ello -hablo, le remordia el corazón ver la expresión de tristeza de aquel demonio-

No hace falta.

Miro como la niña que estaba en los brazos de aquel locutor se iban a los de un sirviente para salir del lugar.

—Creo que este sitio te asentará mejor a ti, quédate, yo me voy -sus orejas se movieron- deja que te este lugar como regalo, de todas maneras tu lograste algo que yo jamas pude con Lucifer.

Se retiro.

Se fue del lugar.

Sentía pena. Se repudiaba, una persona tan linda como el por qué tenía que sufrir tanto por un ser detestable.

Solo pensar que su reina pudo haber pasado por el mismo sentimiento que el tuvo con Valentino le retorcía el corazón.

Estaba seguro de algo.

Si volvía a ver a esa preciosura de ciervo, lo cortejaria y le haría la persona más feliz del mundo.

A pesar de que tuviera que vender su alma nuevamente para ver la sonrisa de esa persona.