Beauty Garden

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Acababa de dejarle las cosas en claro a su esposo, pero entonces ¿por qué estaba llorando? Si era verdad que no se amaban ni un poco, pero tantos años de amor para nada, era miserable. No tanto pero si un poco.

Pero era feliz, su niña le daba la alegría suficiente como para no querer morir nuevamente.

Por suerte ahora mismo Charlie estaba jugando en su cuarto. No sabría como decirle a su niña que estaba llorando por las infidelidades de su padre, si lo hacia de seguro odiaría a su progenitor, y no quería eso, tal vez haya sido un mal esposo pero como padre era el mejor.

A qué se debe que este lindo cervatillo este llorando. Pronunció una voz gruesa a su espalda.

Y no quiso voltear, solo esperaba que el jefe de exterminadores no viniera a molestar de nuevo.

Lo miro de reojo, mientras escuchaba los pasos del contrario más cerca, manteniendo su vista en el paisaje que el balcón le proporcionaba e ignorando que el enemigo era el que le estaba limpiando las lágrimas.

Quito la mano que limpiaba las lágrimas de sus mejillas. Mientras se fijaba en la expresión de pena que tenía el primer humano por el, eso era lo que más odiaba, que la gente le tuviera lastima.

-A qué viniste Adam ¿a burlarte de mi sufrir? .pregunto el locutor con una sonrisa en su rostro-

-No, pero me da curiosidad de que un ser tan hermoso como tu este llorando -afirmo el contrario-

Alastor solo pudo reír, de todas maneras por él el cielo estaba al tanto que el rey del inframundo engañaba a su esposa. Ese día le quiso arrancar las alas de una para que no pudiera volar e inclusive coserle la boca como sus muñecos vudú para que no volviera a hablar. Al final se le paso el enojo y ambos quedaron como buenos confidentes que ignoraban de que bando estaban.

-¿Acaso ese imbécil te levanto la mano? Por que juro que esta vez si lo mato -afirmo el humano un poco enojado-

-Ay por favor Adam, la última vez que peleaste con Lucifer tuve que intervenir porque casi desapareces de la faz de la tierra -pronunció- y no, su majestad no levanto la mano.

Entonces por qué lloras. Volvió a preguntar, le dolía un poco, ese ciervo siempre se quejaba de que no era  lo suficiente, inclusive se llegaba a menospreciar solo para que el infeliz del ángel caído le diera una sonrisa de amor.

La primera vez que Asmael lo traiciono se culpo. Se hecho la culpa por no ser lo suficiente cariñoso, por ser tan bonito, por no prestar atención a su relación, mientras que él lo quiso matar. Alguien como esa alma no debe suplicar amor, debe tener a alguien que lo ame, que le de el mundo entero si es posible porque se lo merece. Merece la felicidad eterna. Si tan solo el pudiera cambiar de lugar con el maldito de su esposo no dudaría ni una sola vez en recordarle en cada momento cuanto lo ama.

Pero lamentablemente es un pecador, y los pecadores jamás podrán ir al cielo por su pecados.

-No crees que deberías buscar a alguien -interrogo-

-¿Un amante? eso me estás tratando de decir -el exterminador asintió- Nunca, ya para qué. Solamente me rebajaría a lo mismo que busca el rey.

-¿Y qué es lo que busca? -habló agarrando la barbilla de la reina-

Amor Adam, amor... Eso es lo que busca, y si yo también quiero encontrarlo, solo me daré cuenta de que no lo merezco.

Que en verdad no lo merece. Su destino nunca fue ser feliz, si era más egoísta temía que le arrebatarán a su pequeña, a esa dulce niña que esta criando. Y  Lucifer si tendría derecho a quitársela porque ella no lleva su sangre.

Bajo la cabeza, mientras era abrazado por el más alto, y las lágrimas que había retenido por tantos años salieron. Era fuerte, lo suficiente para darle el hogar amoroso a su pequeña, pero ahora ella estaba en otro lugar, y el ya no lloraría solo en un rincón hasta quedarse dormido.

Si quieres puedes utilizarme a mi. De la manera que tu prefieras, seré esa rosa que nunca muere y por eso te hace feliz. 

Sonrió. Tal vez estaba mal, pero por un momento quería ser codicioso en la forma de amar, en la manera de querer y ser amado por alguien que no finja, que no lo vea como otra persona y pueda confiar en que si se deja matar el lo protegerá.


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