Emma
Miro a través del lente de mi cámara intentando grabar una clara imagen de ese hermoso crepúsculo que se estaba adueñando en este momento del inmenso cielo, protagonizado por esa increíble mezcla de tonos dorados, rosados y arrebol, tan maravilloso que sería comparado con uno de los lienzos creados por el mismísimo Vicent Van Gogh.
El sol está a punto de ocultarse para dejarle paso a la luna, que viene dispuesta a crear de la oscura noche todo un espectáculo de luces resplandecientes, digna de admirar.
Luego de tomar la foto, me quedo parada un momento dejando que la sueve brisa nocturna me choque en las mejillas y haga de mi cabello todo un revuelo, mientras en mis auriculares se reproducía Mikrokosmos de BTS. Apreciando por unos instantes el increíble paisaje presente.
Miro la hora en el reloj plateado de mi muñeca que marca las siete en punto y me dirijo hacia el otro lado de esta gran y polvorienta azotea abandonada, ya dispuesta a partir a casa. Doy unos pasos distraídamente mirando con atención la pantalla minúscula de mi cámara, y al levantar la vista perezosamente la fijo en él.
Justo a unos pocos metros de distancia, en el muro del perímetro, parado firmemente con los puños ligeramente apretados entorno al grueso abrigo color blanco con capucha, que impedía un mejor acceso a mi vista de su anatomía.
Quito por instinto casi de inmediato mis auriculares y me quedo perpleja en mi sitio, sin emitir ningún ruido más que el de mi respiración agitada, siendo incapaz de moverme rotundamente. Mi cerebro es una montaña rusa de pensamientos que no paraban de ir y venir.
Y de inmediato percibo ese cosquilleo que me invade cunado se perfectamente que algo no anda del todo bien.
Por un momento se me nubla la mente y lo miro con algo de intriga ante la incógnita de lo que está a punto de hacer.
Un fuerte mareo se se hace presente, anunciando que los nervios tan característicos están a punto de llegar. La situación era tan extrañamente silenciosa y tensa que por un momento me dió la impresión de que el tic-tac proveniente de mi antebrazo era mucho más notorio de lo avitual.
Era como si el mundo estuviera dando vueltas a mi al rededor, pero yo me hubiese quedado en una pausa de la cual no podía salir.
Al no tener una solución concreta de que hacer, solo pude acercarme a él todavía con el ceño ligeramente fruncido, di unos cuantos pasos algo sonoros por el tacón de mis botas en su dirección, y me apoye en la superficie en la que este estaba de pie.
Al principio temí por cual sería su reacción, jugué un poco con las mangas de mi suéter buscando en lo más profundo de mi cerebro la solución a lo que tenía que hacer ahora precisamente. Pero me relaje solo un poco al ver que era conciente de mi presencia a su lado y aún no había reaccionado mal.
O al menos, no por ahora.
Intentando parecer segura de mi misma, bote todo el aire de mis pulmones y fije la vista al frente, pensando en como empezar con mis palabras.
-Es muy bonito ¿no? -comenté refiriéndome al cielo ya enserrado por la noche.
Él simplemente se quedó en silencio, ignorarando categóricamente mis palabras.
Al no tener respuesta por su parte, decidí proseguir.
-...Pero realmente hiriente que no todos lo aprecian como se debe. Los humanos deberíamos comenzar a disfrutar de esas cosa que a vista de los ignorantes son insignificantes, pero que a través de los ojos correctos son puro arte. ¿No lo crees?.
...Vale, me estaba tratando de decir a través de su silencio que le molesto y quiería que me fuera, seguro quiería que lo dejara solo con sus pensamientos, aunque está claro que no pensaba irme.
ESTÁS LEYENDO
Eclipse
Teen FictionEl día y la noche, el blanco y el negro, el sol y la luna... que por muy diferentes que resulten ser, juntos crean una convención tan única como maravillosa. Tan diferentes el uno del otro. Una sonrisa luminosa que oculta oscuridad, un rostro serio...