Capitulo 17: Adiós, amor.

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Aunque la reunión había resultado ser más extensa y pesada de lo que inicialmente todos creyeron, llegada la tarde, se había hablado todo lo que se debía. Los planes fueron trazados y las estrategias armadas. La guerra estaba próxima y todos sabían su lugar.

Al comenzar todos a retirarse, Jacaerys camino al lado de su hermano. Quedando ambos frente a su madre.

Cuando la sala estuvo en silencio y vacía de los miembros del consejo, Jace comenzó a dar su reporte.

– Lady Jeyne Arryn prometió su apoyo... – Su voz comenzó a quebrarse, Harry llevó una mano a la de su hermano. Dándole apoyo. – Pidió a cambio un dragón para proteger...

Para ese momento, Jacaerys no podía controlar las lágrimas que empezaron a resbalar por sus mejillas. Y Harry no estaba mejor, tratando desesperadamente de que sus ojos acuosos no empaparan su rostro.

Sin embargo, la madre de ambos extendió sus brazos, invitándolos a venir a ella. Y ninguno dudo en hacerlo, necesitando más que nunca su calor y amor. Su consuelo en un momento tan difícil.

Cuando los tres estuvieron abrazados, se permitieron ser vulnerables. Dejando que el dolor fluyera y las lágrimas cayeran. Liberando la agonía que aquejaba a sus almas.

La perdida de un hijo, un hermano, un esposo.

– Mis niños... – Rhaenyra susurró en sus cabezas, besando sus frentes.

Incluso después de haberle dicho a Remus sobre no llorar una perdida antes de ganar la batalla, Harry sabía que no era del todo cierto. Era más bien una acotación para "puedes llorar a tus muertos en silencio, en donde nadie más vea, sólo hasta que la batalla sea ganada y la venganza tomada".

Y definitivamente habría una venganza en nombre de Lucerys.

El dulce chico de ojos llenos de esperanza.

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Harry había sido llevado por su madre al lugar donde tenían los restos del dragón y la capa ensangrentada de su hermano.

"Debes dar un adiós en privado, tu luto aún está fresco." Rhaenyra había dicho, al traerlo hasta este lugar.

Él no podía ni siquiera imaginarse el dolor que había destrozado el corazón de su madre al encontrar estos restos. Ella había estado tan sola en ese momento.

Afrontando el conocimiento de que realmente había perdido un hijo.

De que Lucerys no volvería jamás.

– Mi dulce, dulce Luke...

Haraerys se acerco lentamente a la piel del dragón, agachándose para acariciar la capa que estaba sobre ella. La sangre se había secado pero la mancha del crimen permanecía.

– Incluso Arrax ha pagado por un crimen de niños y errores de adultos.

Tocando la piel del joven dragón, Haraerys libero una vez más el dolor en su corazón.

Dejando que las lágrimas fluyeran y un grito desgarrador saliera de lo más profundo de su ser. El conocimiento de que jamás volvería a ver a su hermano quebrándole. Saber que Luke había muerto de una manera tan cruel y despiadada.

Él no vendría más.

Lucerys estaba muerto.

Y había una venganza que debía llevar a cabo.

[ ∆∆∆∆∆∆∆∆∆∆∆∆∆ ]

Haraerys había permanecido la noche junto a lo poco y nada que quedaba de su hermano y su dragón. Su dolor fue liberado y aunque siempre llevaría un poco en su corazón, la venganza era quién reinaba en su alma.

La sangre de dragón debía obtener una venganza.

Rhaenyra había ordenado que llevarán a su hijo a sus aposentos, pues durante la tarde se realizaría finalmente el funeral de Lucerys.

Aunque a regañadientes, Harry abandonó los restos y fue llevado a asearse. Fue vestido con un traje de príncipe, colores Targaryen reinando en su ropa. Pero en su cuello portaba el precioso collar que Lucerys le había dado, colgando de su cabello las joyas que su esposo le regaló con la excusa de "tus ojos son hermosos y tu rostro solo puede ser adornado por estas bellas joyas".

Al llegar al sitio donde quemarían lo único que encontraron de Lucerys y algunos objetos en su recuerdo, Harry podía sentir la tristeza que ahogaba a cada uno de los presentes.

Lucerys había sido amado por todos. Su sonrisa, su amabilidad y su valentía cautivaron cada corazón de aquellos que tuvieron oportunidad de conocerlo. De saber que más que un príncipe, Luke era una luz en medio de la tormenta.

Y ahora no estaba más.

Uno por uno pasaron, arrojando cosas que pertenecieron a Lucerys. Cuando el turno de Haraerys llegó, con dolor dejo caer al fuego, una hermosa pulsera de tela que el propio Luke cosió para él. Como promesa de una larga y feliz vida juntos.

Una que jamás tendrían.

Rhaenyra fue a abrazarlo, no sabía si para sostenerle y que no cayera por el dolor de la perdida o para que ella no lo hiciera.

Madre e hijo miraron el fuego crepitando, preguntándose porque Lucerys había sido la primera víctima de guerra. Cuando de todos los presentes, además de Joffrey, era el único que se negaría rotundamente a quemar a alguien. 

Pero si Harry tuviera que adivinar.

Es que el destino era caprichoso a veces.

Un día podías tenerlo todo y al siguiente, perderlo cruelmente.

Lucerys Velaryon fue un amoroso hijo, un valiente hermano y un perfecto esposo.

Su partida dejaría una huella que jamás sería borrada de los corazones de aquellos que le amaron. Y su recuerdo permanecería como un fantasma en sus mentes.

Su sonrisa, su risa y su voz. Siempre recordadas.

El dulce niño al que le habían arrebatado la vida.

– Adiós, amor...

Susurró Haraerys al viento, dejando que la brisa se llevará sus lamentos.

La muerte de Lucerys Velaryon marcaría un antes y un después.

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